Capítulo 13: Inspiración y pesadillas.

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Miré su ofrecimiento algo dudosa. No era la primera vez que fumaba algo así, pero si la primera vez que lo hacía sola, con un chico que claramente me atraía y mientras posaba para ser la modelo de su trabajo. Pero, igualmente no tardé en aceptar, tomando lo que me pasaba.

Con solo una calada sentí como mi cuerpo comenzaba a estar menos tenso y mucho más relajado, sonriendo hacía Aiden quien me devolvía el gesto y me invitó otra vez a colocarme en mi posición antes de darle otras tres caladas más.

- Gira la cabeza ligeramente. - murmuró cerca de mi, mientras yo me mantenía de pie cerca del final de la azotea, haciendo exactamente lo que me había pedido. - Separa un poco más tus piernas y coloca tu pelo a un lado, que se aprecie un poco de tu rostro. - asentí mostrando mi perfil. - Ojos cerrados. Buena chica. - se me hizo ver su sonrisa satisfecha mientras el flash de la cámara comenzó a dispararse y el se movía para tomar la foto desde diferentes ángulos. 

Después de unos minutos manteniéndome quieta, me hizo cambiar de posición y colocarme mucho más al filo de la azotea, estirando mi cuerpo contar el pequeño muro de piedras que me separaba de una caída mortal de siete pisos. Mi camiseta se elevó un poco, dejando ver ligeramente mi estomago mientras en el fondo se podía apreciar perfectamente la contaminación lumínica de la ciudad y la escasa naturaleza que me rodeaba. 

- Me gusta. Desolación, desesperación. - apoyó su mano con cuidado sobre mi estómago descubierto, haciéndome temblar ligeramente. - Quieta, bonita. Quieta. - ordenó muy cerca de mi oído, trasmitiéndose su calor. - Estira el brazo, como si estuvieses intentando escapar de algún lado. Escapar de esta cuidad que se cae a pedazos. 

Su humo se mezcló con el ambiente mientras posaba el porro en mi boca para que yo tomase otra calada y mi cuerpo se relajase al sentir su presencia y sus manos sobre mi piel. Tomé varias caladas seguías y solté el humo de golpeo, siendo este capturado por la cámara, mostrando como los pocos arboles que quedaban a nuestro alrededor, aquellos que se veían tan lejanos y sin vida, eran cubiertos por una capa blanca que los llenaba aún mas de desolación, de contaminación y los dejaba cubiertos, inexistente e inútiles. Como si les estuviesen robando el oxigeno. 

 - Necesito que te des la vuelta. - me pidió alejando su mano de mi estómago y dándome espacio para colocarme boca abajo sobre el muro, notando la dureza del mismo y su frialdad. - Inclínate, como si fueras a dejarte caer, quiero que se vean las luces de la ciudad reflejadas en un paisaje vacío, sin vida. - dejó la cámara colgada del cuello para ayudar a colocarme, notando como una parte de mi cuerpo quedaba suspendida, solo sujetada por una de sus manos y la fuerza que yo empleaba para quedarme en el lugar. Colocó mi pelo con cuidado delante de mi cara, quitándome la vista al suelo y a la posible caída, sintiendo cierto temor que desapareció con otro par de caladas de un nuevo porro y ese sentimiento de relajación y seguridad que el agarre de Aiden comunicaba sobre mi piel, sujetando con fuerza mi cintura. - Respira. Estoy aquí. 

Solté el aire que mis pulmones estaban conteniendo, dejándome fluir aun mas mientras él volvía a tomar la cámara y el flash a dispararse, aun sin soltar mi cintura. La sensación y el efecto de la droga hacían que mi cuerpo se sintiese liviano, sin peso y sin ningún temor, sin importar lo que pudiera pasarme, solo dejando que la cámara me fotografiase tal y como Aiden me pedía, intentado mostrar los sentimientos que él quería para su trabajo. Completamente a merced de sus decisiones, de su presencia y de todo lo que su cercanía me trasmitía, nublando mis pensamientos más coherentes. 

Para cuando me hizo incorporarme y dejar atrás esa posición, me encontraba sumida en el efecto que la mariguana estaba produciendo en mi y no me importo volver a cambiar, dejando que el me colocase a la perfección, tomando mis manos y levantando mis brazos, esta vez con mis ojos enfocados al cielo. Sus dedos pasearon por mi cuello, recolocando el cuello de la camiseta y los mechones desordenados que caían por mis hombros, haciéndome suspirar. 

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