12

1 0 0
                                    

CAPÍTULO DOCE

Eoin

Siento mis brazos y piernas entumecidas debido a que he estado acostado durante mucho tiempo. Abro mis ojos y los cierro debido a la luz, todo mi cuerpo dolía como si un camión hubiese pasado encima. Me quejo del dolor y, al intentar levantarme del suelo, me doy cuenta de que mis piernas se encontraban atadas con una cuerda al igual que mis manos.

Observo el lugar, era una casa como cualquier otra, con demasiada luz para ser verdad y varias cosas que no parecen ser comunes en una casa. Cuchillos, armas, espadas, algunas flechas y equipo de cacería. Aquel lugar parecía ser como una guarida para personas encargadas a cazar.

No había nadie adentro más que yo, parecía que no les importaba mi presencia en lo absoluto, no había platos de comida o agua pura. Mi estómago rugía del hambre y mi cabeza dolía debido al dolor intenso. Me sentía débil, sin energía y lo único que quería era descansar un poco o un buen plato de comida.

Trato de cerrar mis ojos para tratar de enviarle un mensaje a alguno de los chicos, pero me es imposible intentarlo debido al dolor. Muevo mis dedos tratando de provocar que la cuerda se rompa pero no sucede nada. Mis poderes no estaban funcionando, sea lo que sea que hacen en esta casa impide que intente escapar de ellos o de él.

La puerta de la entrada se abre y un hombre alto entra y toma asiento al frente, dejándome ver su rostro y sonriendo de oreja a oreja. Lo conocía, aquel hombre siempre me había dado miedo desde la primera vez que me lo encontré en Limerick tratando de asesinar a una mujer en la calle a plena luz del día. Sus ojos eran de un rojo intenso, su cabello era negro como la noche y su piel blanca como la leche. Me aterraba con tan solo verlo y tenerlo frente a frente era peor.

Él sonríe y me lanza una botella con agua.

—Bebe un poco y luego te daré comida –ordena, pero algo de lo que no se había dado cuenta era que mis manos estaban atadas con una cuerda impidiéndome moverlas–. Te desataré pero si intentas huir acabaré contigo en un segundo, más te vale obedecerme o te irá peor.

Asiento.

Se acerca a mí, sus dedos tocan la piel de mis manos y su aliento golpea sobre mi cuello. Deshace el nudo que mantenía mis manos unidas y luego desata mis pies. Él me observa y me pasa una caja con comida dentro. Se queda callado sin decir una sola palabra y toma asiento a mi lado.

—Come y hablaremos después.

—¿Por qué me tienes aquí? –Pregunto abriendo la caja, el olor era lo más rico que había olido hasta ahora y mi estómago rugía pidiéndome comer lo más rápido posible–. ¿Quién eres y por qué me tienes aquí?

—No quieres saberlo o querrás huir de aquí, solo come y cuando termines contestaré a todas tus preguntas.

—¿Me harás daño?

Niega.

—Solo come y quédate callado. Después de eso podré contestar a tus preguntas, más te vale ser cuidado con ellas porque una mala pregunta te costará tu hermosa y delicada cabeza.

Asiento.

Comienzo a comer lo que hay en la caja con su mirada sobre mi, siento como aquellas manos juegan con su camisa y sus labios son humedecidos una y otra vez con su lengua. No sé qué es lo que está tratando de hacer, pero aquello era sumamente incómodo.

Dejo la caja vacía a un lado y me termino el agua, al dejarla a un lado él sonríe y me guiña el ojo. Lo conocía de aquel día, pero algo me dice que lo conozco de otro lado, pero mis recuerdos son casi nulos. Sus ojos rojos siguen puestos sobre mí y evito hacer contacto visual con él. Su mano se posiciona en mi pierna y da un fuerte apretón. Su piel era suave y blanca.

Adare ✔️Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang