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CAPÍTULO VEINTITRÉS

Saoirse

Estábamos en la búsqueda de algún representante de los Dunne, la familia más problemática que puede existir en Irlanda, esos que pueden estar en todos lados menos en la capital del país para evitar ser encontrados por otros con poder tal y como lo es el gobierno.

Galway estaba lleno de personas que caminaban de un lugar a otro sin mirar a nadie alrededor. Los chicos y yo nos mantenemos juntos observando a todas las personas para así ver quién actúa de manera sospechosa.

—Nadie parece actuar extraño –dice Eoin a mi lado–, todos parecen estar en su mundo sin alguna preocupación.

—Estamos observando a las personas equivocadas porque nuestra vista está bloqueada –dice Aoife llamando la atención de todos–. La gente está actuando normal porque son personas normales, pero fíjense en aquellas que llevan gafas de sol cuando el cielo está nublado, estoy casi segura de que están camuflándose para que ninguno de nosotros podamos verlos.

—¿Por qué piensas que pueden ser ellos? –Pregunto–. Cualquier personal normal puede usar gafas con un clima como este, acuérdate que locos hay en todos lados.

Aoife ríe.

—Lo sé, pero son gafas muy caras y la gente de esta ciudad no es muy vanidosa como andar presumiendo gafas tan caras. Además miren a aquella que está saliendo de la tienda, tiene el cabello de un color diferente al resto y nos está observando.

Miro al hombre de pie afuera de la tienda que nos observa con delicadeza, su mirada no se quita de nosotros y siento como mi cuerpo entero tiembla por su mirada. Mi piel se eriza y la tierra tiembla como si de un terremoto se tratase.

Las personas que van caminando no se dan cuenta del temblor y siguen caminando como si nada pasara, mientras que los demás no nos movemos para evitar caer al suelo.

El hombre camina hasta nosotros. Caín, quien había aparecido de la nada, lanza un destello de luz que impacta sobre el hombre y cae al suelo. Este no se mueve.

La gente alrededor sigue caminando sin darse cuenta de lo que está sucediendo en la calle y solo aquellas que llevan gafas son las únicas que se detienen y nos observan con furia. Aquellas personas son parte de los Dunne y de eso no tenía duda alguna.

Se quitan las gafas dejando a la vista los ojos verdes, azules, violetas y me sorprendo al ver que uno de ellos tiene ojos de color rojo cuando solo los vampiros son capaces de tenerlos. Uno de ellos lanza un destello que pasa por mi lado rozando mi ropa. Eoin me jala del brazo sin importarle el movimiento de la tierra y me protege poniéndome detrás de él.

—Por lo que más quieras no te quites de ahí –ordena.

—Yo también puedo pelear.

—No, ni lo pienses o seré yo quien te termine matando de la cólera que me darás. No vas a pelear hasta que no recibas el poder que te toca.

Niego.

Caín sigue lanzando destellos, Cormac comienza a controlar el aire creando polvo que se levanta de la calle, Aoife ciega a los primeros en llegar hasta nosotros y Cian crea una barrera para evitar que ellos entren y nos hagan daño.

—No creo que nos estén dando la bienvenida –dice Cian manteniendo sus manos abiertas para controlar la pared–. Si no peleamos con ellos no saldremos vivos de este lugar.

Cian ríe.

—¿Confían en mí? –Pregunta y todos lo observan sin responder–. Si me dan esta oportunidad les mostraré que soy más que maldad y que estoy aquí para ayudarlos a encontrar la verdad. No me importa si luego de esto me matan, solo quiero que por primera vez confíen en mí.

Adare ✔️Where stories live. Discover now