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Habían pasado los días de aquel suceso, lo habían castigado porque sus ahora amigos habían dicho todo esto a uno de los arcángeles, ¿Para qué? Por chismosos.

En la tarde del Lunes, había estado casi todo el día en el suelo humano, todo estaba tranquilo aquel día aunque sentía cosquillas en su estómago y no sabía la razón de aquello. Los arcángeles le habían dicho que no debía preocuparse, que suele suceder de vez en cuando pero no confiaba en las palabras de aquellos seres no tan agradables a su vista, pero sabía que pronto iba a acostumbrarse de ello.

No obstante, suspirando siguió caminando por las calles muy concurridas de una ciudad, no sabía de cuál ya que nada le parecía conocido, aunque tenía esa sensación de Deja Vú que siempre que movía su cabeza y miraba para todos lados sentía que había estado en ese lugar antes. Pasaba por aquellas calles de asfalto, veía carteles y escuchaba muchos ruidos, todo le parecía muy bonito pero cuando paro de dar vueltas en la calle volvió a su mirada fina e inocente se fijo en un solo individuo de varios en un grupo, era aquel chico que habia flechado hace un par de días pero esta vez estaba acompañado de varias personas, este miro al pequeño chico y su rostro y su mirada cambiaron de una calida a una de frialdad y seriedad, estaba completamente hechizado por aquel hombre y su belleza que estaba perdido en sus sentimientos, parecía una nueva emoción, cómo una explosión de sentimientos que jamás había sentido, hasta ahora.

— ¿Quién es ese? — Aquella persona había visto su presencia, estaba mirándolo fijamente, empezaron a reír todos los de ese grupo y varios siguieron caminando, excepto aquel hombre y mirada frívola a aquel chico blanco como la nieve, con ojos tiernos y gatunos y tímido ante su presencia, todos los humanos en ese momento habían quedado asombrados por la mágica aparición de aquel chico, "¡Había aparecido de la nada misma!" susurraba con asombro pero segundos después sus vidas continuaron, como por arte de magia.

Por momentos después de todo eso su cabeza dolió demasiado, su estómago se revolvía y todo se había vuelto tan distorsionado que ni aquellos arcángeles podían ayudarlo a ver mejor.

Pasado una semana por fin aquel bonito ser divino podía seguir con sus tareas, su vida había vuelto a la normalidad pero, extrañaba recibir las visitas de varios ángeles que con cada llegada le traían algo bonito o algo para comer, y lo disfrutaba mucho, más de la comida de su joven y leal amigo. Sin duda alguna todos eran muy buenos, eran bondadosos, amables, ¡Era tan bonito! Pero debía continuar.

Una de sus dudas desde que llegó era de cómo, ¿Cómo pudo llegar  a este lugar tan bonito y por qué está aquí? Es una de unas cuantas preguntas que se hacía ese pequeño ser.

No recordaba nada de nadie, ni su nombre, edad, ni su información. Nadie sabía cómo era su verdadero nombre, sus edades, tampoco habían géneros, ni siquiera preguntaban por eso y eso le causaba revuelo en su curiosa mente.

En aquella cabeza tímida y curiosa.

Las horas habían pasado y la noche había caído y era hora de por fin hacer su trabajo, ya había aprendido a dominar su arco y su flecha y le gustó que lo felicitaran por aquel rápido logro, desde ahí supo que su objetivo era de ser algo.. mejor que los demás cupidos, por que sí, él era un simple cupido. Uno de varios.

Su noche estaba pasando un poco tranquila, miraba a las parejas pero siempre notó algo extraño, ninguna de las parejas tenían el amor puro como aquel ser estaba otorgando, ¿Acaso algo fallaba? ¿Por qué? Se preguntaba, así que bajo a la superficie y siguió a las parejas en las sombras. Sus alas revoloteaban por casi toda la ciudad iluminada por las luces artificiales que le molestaban bastante a la mirada.

Sus mejillas se ruborizaron al ver una escena.. bastante interesante y muy novedosa para su interesante mente. ¿Que hacían aquellos humanos? Se preguntaba.

Se acercó y miró detenidamente por las ventanas de un quinto piso de un edificio bastante alto, donde veía aquellos movimientos algo nuevos para ese chico.

Eran dos chicos, uno puesto en lo que parecía una cama y el otro estaba parado, en un borde de aquel lugar, donde tenía.. ¿Un pedazo de carne? Sujeto a su cuerpo, más específico, entre sus dos piernas. Vio que el chico que estaba en la cama también tenía algo como eso, ¿Y él? ¿Acaso tendría ese pedazo de carne? 

Esa imagen le parecía algo rara pero su curiosidad lo ganó, pasó aquel vidrio y se acercó, guardando su arco y flechas detrás suyo para ver a aquellos dos humanos empezar a tocar sus cuerpos, ¿Qué hacen? Murmuró muy bajito. De pronto estaba mirando y escuchando lo que parecían "gritos" del chico más pequeño porque había notado esa diferencia de tamaño. Sus alas revolotearon en curiosidad al rededor de aquellos dos humanos, mirando con detalle lo que hacían, le llamaba mucho la atención. Quería saber que había estado pasando por esos dos humanos, ¿Acaso cuando se aman hacen eso? Pero.. si no tienen sentimientos, eso le parecía muy raro.

No pasaba mucho tiempo que el pequeño cupido había salido de aquel lugar, confundido y algo asustado por lo que acababa de ver. ¿Por qué meterían dos cosas? ¿Qué hacen esos pedazos de carne? ¿Qué son?

Su curiosidad era divina de un niño, pero sabía que lo que había visto estaba mal, y aún peor. Quería probar lo que había visto. Pensaba que, "Si ellos lo hacían..  ¿Por qué yo no?".

Cuando estaba denuevo en el suelo, había vuelto a ver aquel hombre de ojos serios y rostro muy lindo, ¿Quién era? ¿Por qué le llamaba tanto la atención? Desde que ocurrió el accidente de la flecha no pudo dejar de llamarle la atención.

Edited: Viernes 17 de Marzo, 09:49.

Divinidad InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora