—Muy bien –susurro–, ¿qué hay por aquí que podamos cocinar el día de hoy?

~ ~ ~ ~ ~

Sentada en la sala con el televisor encendido en el canal de noticias, llevándome el tenedor a la boca para degustar de mi comida y llevando unas pantuflas de oso escucho que alguien golpea la puerta y pongo pausa al televisor.

Me pongo de pie y, al llegar a la puerta, observo a través de la ventana antes de abrirla. No estaba de ánimos para recibir visita de alguien de la iglesia para saber si estaba interesada en unirme a ellos.

Un hombre estaba de pie llevando consigo una maleta y unas gafas oscuras ocultando así un poco de su identidad. Llevaba el cabello pintado de azul y un traje de vestir de color negro. Aquel hombre estaba vestido de forma formal y eso era muy peculiar en un pueblo como Adare, debido a que la gente no suele vestirse de manera formal al menos que de un matrimonio se trate.

Me dispongo a abrir la puerta y el hombre sonríe de lado. Se retira las gafas y es ahí cuando observo esas pecas que tantas veces vi y esos ojos claros idénticos a los de mi madre.

—¿Eoin? –Pregunto.

—Hola Saoirse, es un gusto volver a verte.

—¿Qué haces en Adare? Creí que seguías viviendo en Limerick con la nueva vida que de seguro tienes.

Eoin ríe y vuelve a ponerse las gafas oscuras.

—Temo decirte adorada hermana que no eres la única que quería volver a Adare para disfrutar del campeonato de golf.

—Yo no he venido por el campeonato.

—¿Ah no? –Niego–. Aún así es muy conveniente que tú estés aquí también, llevábamos muchos años sin hablarnos y creo que era necesario que ambos hermanos se reencontraran para revivir viejos tiempos.

—Hablas como un viejo amargado que vive con unos cuantos gatos peludos en un apartamento de mala mugre.

Eoin ríe.

—Saoirse, veo que aún guardas el sentido del humor. Verás adorado hermana mía, he cambiado en estos años alejando a ti y creo que por fin he comprendido las historias malas que nuestra madre nos contaba, tenemos que estar juntos siempre y si nos separamos es más fácil que nos encuentren.

—¿Por qué razón nos querrían atrapar a nosotros cuando nuestra madre fue precisa en decirnos que venían solo por ella?

—Veo que no lo has entendido –Eoin observa a todos lados y luego me observa a mi–. ¿Puedo pasar? Esta plática no puede hacerse en la calle cuando cualquiera podría escucharnos, no quisiera que se vuelva a repetir lo mismo.

—¿Qué quieres en realidad, Eoin? Te conozco muy bien y no me creo ni una sola palabra de lo que dices.

—Está bien, tú ganas –dice–, necesito que por favor me dejes quedarme contigo en lo que dura el campeonato de golf, los hoteles están repletos de gente y no he logrado cupo en ninguno de ellos.

—¿Cómo supiste que estaba en Adare?

—A pesar de haberme separado de ti siempre estuve cerca sin que lo supieras. Jamás dejé de verte, pero tenía que mantener mi distancia para que no te dieras cuenta, ha sido duro para ambos afrontar la realidad de lo que somos y de lo que somos capaces de hacer.

—Entra –digo.

Eoin entra y deja su maleta en la entrada, cierro la puerta con seguro y ambos tomamos asiento en la sala. Eoin retira sus gafas y las deja sobre la mesa del centro y observo sus ojos fijamente. No podía descifrar nada mediante su mirada, Eoin había aprendido a ocultar sus sentimientos muy bien.

—¿Ya sabes lo que eres?

Niego.

—Mamá dijo una vez en unas de sus historias que sabríamos la verdad de lo que somos al cumplir los veinticinco años de edad. Aún no los he cumplido por lo que aún no sé de qué soy capaz de hacer.

—Buen punto, faltan unos buenos meses para el gran día entonces. Solo quiero que sepas que cuando el día llegue tienes que estar preparada porque es una sensación que no has presenciado antes, se siente muy diferente a un dolor común, es como si algo entrara a tu cuerpo y creara una reacción un poco inusual en un humano.

—Eoin, deja de hablar y ya suelta la verdad de todo esto. No creas que no me he dado cuenta, sé que tienes treinta años, por lo tanto obtuviste la verdad hace cinco y ya sabes de lo que eres capaz de hacer. Di la verdad de una buena vez por todas.

—Te vas a caer de boca cuando sepas cuál es mi poder, es que yo tampoco puedo creerlo.

—¡Eoin! –Grito–. Sin tanto rodeo y ya dímelo de una vez por todas, estoy exhausta de la mudanza y eso que aún no empiezo a desempacar mis cosas.

—Puedo teletransportarme a cualquier parte del mundo con tan solo chasquear mis dedos.

—¿Solo eso? –Pregunto–. Pensé que sería algo grandioso pero veo que es algo un poco común.

—Me estás tomando del pelo, ¿cierto? –Asiento–. Por lo visto mi madre no te contó muchas cosas, además de poder asignado somos capaces de hacer muchas cosas más y estas dependen de qué superpoderes han existido ya en nuestro linaje. Por ejemplo, si mi madre podía ser invisible y nuestro padre leer mentes, nosotros podemos hacer ambas cosas además del que nos ha sido asignado.

—No creo que ellos hayan tenido poderes tan torpes sacados del universo de superhéroes.

Eoin ríe.

—No seas tonta, era solo un ejemplo. Lastimosamente no sabemos nada acerca de los poderes de nuestros padres y abuelos. Pero he estado aprendiendo muchas cosas y puedo darme una idea de cuales pudieron haber sido sus poderes, pero no puedo decírtelos hasta que cumplas la mayoría de edad para obtener el tuyo.

—¿O sea que planeas quedarte en Adare hasta que eso ocurra?

—¿Qué no es una buena idea?

—Eoin, por más que seas mi hermano esto no es una buena idea, hemos estado separados durante años y nadie o nada nos ha molestado, siento que esto podría ser una muy pésima idea.

El televisor se enciende y ambos guardamos silencio.

Lamentamos interrumpir la programación regular, un cuerpo sin vida de un golfista ha sido encontrado en las afueras de Adare. Dicho golfista llevaba ropa veraniega...

—¡Mierda! –Grito.

—¿Pasa algo? –Pregunta Eoin.

Señalo hacia la ventana y ambos vemos cómo la neblina que tanto tiempo tardó en irse vuelve a invadir Adare.

—¿Qué significa eso?

—Mamá tenía razón –digo–, está por suceder.

Adare ✔️Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz