El instinto de comprar.

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Nadie sabía lo mucho que había trabajado para comprarla. Nadie. Absolutamente nadie. Ni siquiera el mismísimo Scott/alfa presumido, que a veces funcionaba como el diario íntimo viviente con el que siempre se confesaba. Quizás se estaban distanciando un poco o sencillamente no deseaba hablar de ello. Como si de un secreto se tratara.

A pesar de que regularmente Scott era algo distraído. En esta ocasión estaba al tanto de su inusual esmero por conseguir dinero. Pero no hizo pregunta alguna, porque normalmente cuando stiles tomaba horas de trabajo, por lo general significaba que el todoterreno (mejor conocido como Jeep) necesitaba de algún arreglo o pieza costosa.

El castaño, ni siquiera se detuvo a pensar en esa extraña obsesión por comprarla, pero desde que la vio, estaba empecinado en tenerla y a medida que ganaba el dinero se fue formando en su mente el momento en el que lo conseguiría y lo tendría con él.

Finalmente, lo había comprado. Era tan hermoso que podría apostar que, como la bruja de Blancanieves, hasta podría a verse reflejado en el brillo de ese magnifico cuero que brillaba como un espejo. La costura era toda una obra de arte. Obviamente había controlado cada detalle. No querría verlo dañado, por lo que lo mantendría perfectamente resguardado, tal como llegó, con aquella cubierta transparente.

La revelación recién se haría presente como una bofetada en el instante que quisiera probársela.

No era para él. Nunca lo había sido.

Para cuando llegó a sus manos, confirmó que estaba pensando en alguien más usándola desde el momento en que la vio en aquella publicidad en línea.

En un ataque de enfado -mintiéndose a sí mismo- había caído en la floja y engañosa idea de conservarlo para él. Sin embargo, el talle era un gran problema. Realmente desde el principio su pícaro subconsciente, lo había timado. Ni siquiera había pedido su talla o una mediana mente cercana. Le faltaban muchos músculos para rellenar esa cazadora. Stiles sí que se burló de sí mismo, cuando Intentó probársela y finalmente notó que parecía un niño usando la ropa de su padre. Otra idea también vino a su mente pero decidió alejarla.

El solo ver aquella belleza de cuero negro, le hacía pensar en lo bien que le quedaría a esa persona. Si ese idiota no se hubiera comportado como un animal en las últimas dos semanas – pensó- Y si no hubiésemos discutido como un par de extraños. Quizás estaría entregándole aquel obsequio sin pestañar.

La hermosa cazadora continuaría sin dueño por un par de semanas más. Algo le impedía pedir un rembolso. Aunque verla colgada en su closet lo hacía sentir varias emociones, tal como lo hacía sentir el destinatario o futuro dueño.

Estaba contrariado. Por momentos, todo parecía marchar bien entre ambos y luego algo sucedía y todo explotaba. Entonces, las palabras más filosas salían de sus bocas, como una estampida peligrosa para la humanidad. Demostrando que ninguno de los dos estaba capacitado para soportar al otro. Al menos eso pensaba, hasta que ese hombre realizaba su buena acción dejando de bonus una linda media sonrisa de esas que enamorarían a cualquier dentista que tenga una obsesión por la higiene y la perfección. En el fondo, Stiles sabía que los pequeños y casi inexistentes buenos momentos eran el problema, lo hacían tener esperanzas de entregar aquel obsequio y quizás encontrar la confianza para decir aquello que no se animaba a siquiera pensar.

Estaba apunto de venderle esa hermosa cazadora a su mejor amigo. Su lado negociante casi sale a escena en medio de una conversación en la que su amigo hablaba de que pronto tendría que mejorar su guardarropa. Pero se detuvo. Y una discusión interna consigo mismo reprochándose aquella posible acción, de entregarle aquello a la persona equivocada, lo hizo tomar el suficiente coraje de ir a su encuentro sujetando aquella prenda con un listón azul en forma de moño pegado en el envoltorio transparente. Peter se lo encontró en la puerta del loft. Y le dio la amarga noticia. Derek se marchó sin despedirse de Beacon. De la manada de McCall. De su tío, el mil veces resucitado. Y de Stiles, el chico que soñaba con llegar demasiado alto.

Mentiría si dijera que no estaba un poco desilusionado, pero no podía enfadarse. Por qué Derek, era ese tipo de persona, él nunca se despedía ni decía adiós. Tubo el impulso de entregarle aquel obsequio a Peter sintiendo que era una tontería tenerlo. Pero, se detuvo, en cuanto miró aquella sonrisa arrogante de aquel hombre. Peter lo había descubierto, era obvio quee ese astuto lobo sabía que aquello que tenía en sus manos era para el hosco de su sobrino. Lo mejor seria marcharse antes de que intentara fastidiarlo, con lo que al parecer ahora sabía.

Días después de que Derek se fue, stiles, le pidió a su padre un lugar en su closet para poder mantener aquella cazadora lo más lejos de él... Porque cada que veía aquella cazadora su tristeza regresaba.

El sheriff no podía evitar preguntar la razón de que su hijo tendría una chupa de cuero que obviamente era demasiado grande para él. Tenía que admitir que esa prenda era una belleza.

"Fue un error en el envió. Quizás..., la venda o la regale" Fue la sencilla respuesta de su hijo.

Tanto su padre como Stiles, dejaron aquello en el olvido.

Hasta que un par de meses después...

Derek, regresó, y con una actitud diferente. Mucho más accesible y menos sangrón. De alguna manera, Stiles sintió que era el momento. Podría aprovechar ese lapsus de miss simpatía para darle aquel regalo como una ofrenda de paz. Además, aquello probablemente sería como una muestra de lo mucho que lo había extrañado.

Pero sin tener que decirlo con palabras. Y eso era tan tentador que obviamente estaba desbordando emociones como un volcán en erupción. 

Todo parecía marchar excelentemente bien.

Hasta que algo apagó porcompleto su estado de ánimo. 

El obsequio.Where stories live. Discover now