Capítulo 5

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Adam.

Anudo perfectamente la corbata alrededor de mi cuello y abro la puerta del auto para adentrarme en esta asquerosa fiesta.

—Señor Hamilton, puede dejar su...

—No quiero, gracias. — respondo rápidamente, que ridículo protocolo.

Camino, fingiendo una sonrisa encantadora y amable con todos. Que irónico.

A lo lejos, vislumbra la cabeza rubia de mi mejor amigo: Joseph Boston. A penas me acerco se gira y como de costumbre, es extremadamente... dramático.

—¡Pero si es mi novio! — exclama con exagerada impresión.

—Se que soy el amor de tu vida, pero no hace falta que grites.

—Tranquilo bebé, se que te hace falta una novia.

—Habla el que lleva tres copas encima en tan solo. —miro la hora rápidamente. — treinta minutos.

—Nada de que preocuparse. — señala con la cabeza a algo que está detrás de mí. —Mira que rubia tan bonita.

Giro sobre mis pies y logro ver lo mismo.

En realidad, sería muy difícil no hacerlo.

Olivia Evans acapara la atención de toda la sala, aunque dudo que se de cuenta, ya que está tratando de averiguar cual es el nombre de la cuarentona con collar de diamantes.

Lleva un vestido negro que se ciñe a su cintura y caderas, nunca pensé que a alguien le quedaría tan bien ese color.

—Te dije que la vieras, no que le escanearas hasta el cerebro. — dice mientras golpea mi brazo.

Escucho como mi teléfono suena al llegarme una notificación y ya noto algo extraño.

Es de mi equipo de seguridad.

VINO:

Escaleras detrás de el tercer pasillo, sube y busca la puerta, estará un helicóptero esperándote.

Ve, ahora.

A penas levanto la mirada de mi teléfono, las entradas y salidas están siendo cerradas.

—Vete, ahora. — espeto hacia Joseph, caminando rápidamente hacia donde me indicaron.

Y de pronto empieza lo que yo llamaría, mi peor pesadilla.

—¡Al suelo!

El sonido de los disparos resuenan en mis oídos y el miedo y la adrenalida se apoderan de mi.

Pero algo en mi falla.

Giro mi rostro hacia el ultimo lugar en donde estaba la rubia y miro a mi alrededor buscándola con la mirada y creo que jamás había tenido tantas ganas de matar a alguien.

Se la están llevando, no es a conciencia, tiene los labios pálidos y un hombre la está tomando fuertemente del brazo.

Será imbécil si cree que yo permitiré esto.

Ignorando casi completamente los disparos que vuelan por la habitación, doy zancadas grades hacia el pasillo donde entraron.

Tratando de no hacer ruido, me acerco y golpeo directamente al cuello del hijo de puta que piensa que puede tocarla.

Cae al suelo y ella se queda mirándome con los ojos muy abiertos.

Sus preciosos ojos azules.

—Sígueme y cállate. —espeto rápidamente y camino hacia donde me indicaron.

Detrás Del Reflector Where stories live. Discover now