"Déjame mostrarte..."

460 38 17
                                    

"Sólo me queda una opción:

SALTAR."

***
Todo sucedió como si de una cámara lenta se tratase.

Retrocedí, tomé un impulso y salté.

Poco a poco mis pies abandonaron el suelo y, alcé la mirada al cielo a la vez que unos pájaros lo cruzaban, batiendo sus hermosas alas, las alas de la libertad que yo tanto añoraba y que pronto obtendría.
Mi cuerpo se inclinó hacia abajo para precipitarse al vacío.

Entonces lo sentí:
Algo sujetó mi brazo izquierdo y con un fuerte tirón me obligó a retroceder.

Grité.

Caí.

***

Sin embargo, no caí al mar como esperaba.
Volví al suelo que segundos antes había abandonado.
La presión en mi brazo desapareció.
Delante de mi había un chico, alto, moreno y de ojos azules.
Su cara me resultaba muy familiar. Lo había visto alguna vez en el instituto, era uno de esos chicos "populares" que todas las chicas querían de novio.

Ilusas.

Al ver que no me levantaba, el chico se arrodilló a mi lado. No me quitaba la vista de encima.

-¡Oye, que casi te matas! Menos mal que te he cogido a tiempo.- Dijo riendo.

Intenté ocultar mi rostro entre mi corta melena, no quería que me viera en un estado tan lamentable.

***

Se supone que no tendría que haber salido así.
¡Ya tendría que estar muerta!
Al ver que le ignoraba, me obligó a mirarle levantando mi barbilla y apartándome el pelo.
Nuestros ojos se encontraron.
Los suyos eran azules como el océano, intensos, preciosos.
Los míos, oscuros, tristes, sin brillo. Muertos.
De repente su expresión de sorna y alegría cambió a una más triste y susurró:

-No ibas a caerte, ¿verdad?

***

No lo pude soportar más y rompí a llorar.
Lloré como nunca.
Descargué todas las lágrimas que había acumulado durante esos dos largos meses mientras él me abrazaba.

***

Una eternidad después mi llanto cesó, pero él aún me sostenía entre sus brazos.

-¿Por qué?- me preguntó con un deje de tristeza en su voz.

No respondí. No quería hacerlo. No me había abierto a nadie y no le iba a contar mis desgracias a un desconocido que con sólo verle se sabía que tenía una vida perfecta, de color de rosa. Seguro que no le faltaría de nada, ni cariño ni amor. En el instituto todos los chicos le admiran y las chicas babean por él.

No me entendería.

A pesar de que le ignoro, él no me suelta.
Intento zafarme de su agarre, pero él me aprieta más fuerte.
Quiero que me deje sola en mi tristeza. Quiero volver al orfanato, deprimirme en mi oscura habitación y volver a intentarlo otro día.

-Suéltame- le digo cansada.

-No- responde él con naturalidad. -¿Por qué ibas a suicidarte?- Qué insistente.

-¡A ti qué te importa!-

-Me importa.- Pero, ¿de qué va? ¿Ahora quiere hacerse el héroe conmigo? Como no le respondo, él sigue hablando:

-Sí que me importa, porque quiero saber qué razón tan fuerte puede llegar a tener una chica tan guapa para querer suicidarse. No puedo imaginar que tan mal lo has pasado como para que tus ojos hayan perdido su brillo. Pero, acabar con tu vida NO es la solución.

-¿Y cuál es?- Le desafié con la mirada. Ahora es él quien se queda callado.

Pasamos unos minutos en silencio que yo aproveché para observar sus facciones, mientras él tenía la vista perdida en el acantilado por el que he estado a punto de saltar. A decir verdad, era un chico muy atractivo.

Entonces se levantó y me tendió la mano.

Con entusiasmo me dijo:

-Déjame mostrarte que la vida merece la pena.-

                                          -FIN-

SoledadWhere stories live. Discover now