V

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Vesnia Peters, sí, tenía veintidós años de edad, era la mayor de tres hijos, y se había ido a vivir sola hacía dos meses. Desconocía la identidad de su padre biológico, y ella llamaba papá al hombre con el cual su madre se casó cuando ella tenía cinco años.

Vesnia tenía todas sus redes sociales inundadas de fotos de tu gato "Zukaritas", un animalito que había encontrado de muy pequeño en un baldío. Al parecer, su mayor amor en la vida, era ese gato naranja.

Le gustaban los animales, eso era indudable, le gustaban mucho los colores, y parecía ser una muchacha muy extrovertida, simpática... Todo lo contrario a él.

Samir continuó observando las fotos y estados de la jovencita, ya que tenía todo en público, y se detuvo en una publicación de hacía más de dos años atrás.

"Hoy la luna se siente diferente ¿Alguien más lo ha notado? Hay como una energía especial en la noche. ¿Soy la única que quiere aullarle?" Decía al pie de la foto de la luna, con varios emojis riendo.

Aquello llamó aún más la atención en Samir, buscando en su galería alguna foto de ella cuando era pequeña, sin encontrar ninguna.

***

Bien, su trabajo era diseñar un nuevo logo para un producto que se largaría al mercado el próximo mes, y mínimo preparar seis opciones, las cuales serían presentadas la semana siguiente en la junta.

—Vesnia.

Se estremeció por completo al escuchar aquella voz, levantando la mirada. Era algo que no podía controlar, cada vez que escuchaba la voz de él nombrándola, una corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo, paralizándola.

—S-Señor Wildwolf, buen día.

—¿Cómo vas con los logos?

—Bien señor, ya tengo dos.

—Déjame ver —le dijo entrando a la oficina, ya que se había mantenido en la puerta de la misma.

La jovencita asintió con la cabeza, y le enseñó lo que había hecho hasta el momento. Samir observó el primer diseño, no muy convencido, pasando al segundo, y luego viendo la plantilla del tercero dónde estaba trabajando.

—¿Cuál es la temática en la que estás trabajando?

Ella lo miró a los ojos y sintió que las palabras no saldrían de su boca. Ahora que lo tenía cerca, podía observar mejor sus ojos, eran celestes, sí, como los había visto por primera vez, pero tenía el celeste combinado con alguna especie de verde agua y un anillo dorado alrededor de sus iris.

—¿Vesnia? —le preguntó observándola, bajando su mirada luego a los labios de ella.

Y otra vez esa corriente recorriéndole el cuerpo, haciéndola cerrar los ojos.

—S-Señor, yo... Necesito un poco de a-aire, creo que me bajó la presión —le dijo cubriéndose los ojos.

Su aroma había cambiado, y la tomó de la muñeca, de la mano que cubría sus ojos.

—Abre los ojos y mírame.

Sus ojos café ahora lucían más claros, de un color verde esmeralda oscuro.

Los iris de Samir en ese momento se pusieron completamente dorados y Vesnia se hizo atrás en su asiento, asustada.

—Señor Wildwolf, s-sus, sus o-ojos.

Gruñó, estremeciéndola, y Vesnia se agarró con su mano libre de la silla, tirando su cuerpo más hacia atrás, sabiendo que no podría poner más distancia entre el cuerpo de ambos.

Estaba ahí atrapada entre la silla y el cuerpo de Samir.

El acortó la distancia entre ellos, y pegó su mejilla a la de ella, cerrando los ojos, oliéndola, tomándola de los brazos con ambas manos, haciéndola temblar.

No sabía que demonios estaba pasando con su cuerpo, pero no podía moverse, y sentía que su piel quemaba, incluso ya se encontraba agitada, como si hubiese estado corriendo en un día muy caluroso.

Samir acercó sus labios al cuello de ella, y Vesnia cerró los ojos, apretando sus dedos en sus muslos, dónde estaban descansando sus manos.

Lo sintió darle una suave lamida, muy lenta, y una nueva corriente le recorrió el cuerpo, soltando un bajo gemido. Su cuerpo perdió la pose tensa que tenía segundos antes, y fue entonces que Samir aflojó el agarre de sus brazos.

Apoyó sus manos temblorosas en el pecho de él, y cuando volvió a sentir los labios del castaño en su cuello, un nuevo jadeo se escapó de su boca, ladeando su cabeza más hacia el lado opuesto, dándole más control a Samir.

Algo por lo que ella se arrepentiría muy rápidamente.

En un segundo, cambió todo el ambiente de excitación que había entre ambos, cuando Samir abrió la boca, y sin darle indicios de lo que iba a hacer, clavó profundamente sus dientes, haciéndola gritar y abrir sus ojos horrorizada.

La tomó rápidamente de los brazos, cuando ella intentó levantarse, y con fuerza la sostuvo en el mismo lugar, gruñendo.

Escucharlo gruñir, sentirse apresada, aterrada, y el horrible dolor de su hombro, la hizo querer gritar nuevamente para pedir ayudar está vez. Pero como si hubiese adivinado sus pensamientos, Samir se apresuró a cubrirle la boca con una de sus manos, sosteniéndole las suyas con la otra.

Vesnia cerró los ojos y lloró contra la mano de él. ¿Qué demonios había pasado? No lo sabía, sólo quería que acabara, le dolía demasiado, y cada segundo que pasaba, más se expandía el dolor por todo su brazo y espalda.

Y cuando creyó que se desmayaría, sintió como Samir lentamente abría la boca, mitigando levemente el dolor, hasta dejar de morderla. Pasó suavemente su lengua por la herida varias veces, hasta detener el sangrado, y luego se alejó un poco de ella, para mirarla.

Vesnia estaba llorando, mirándolo aterrada. Ya no tenía los ojos verdes, estaban café. Ella había salido de la transición.

Bajó suavemente la mano de su boca y luego sus manos, a lo que ella atinó a abrazarse así misma, cerrando los ojos, temblando.

Sus ojos también volvieron a su color, confundido... ¡¿Qué demonios acababa de hacer?!

—Vesnia.

Se estremeció al escuchar su nombre, sollozando.

—Tú me incitaste a hacerlo, te pusiste receptiva, tu cuerpo-

—N-No sé de qué habla —sollozó—. No sé porqué hizo eso, señor Wildwolf, pero yo no hice nada.

...

VesniaWhere stories live. Discover now