2. LA DECISIÓN

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Irene cogió el teléfono. Ya había decidido y le parecía estúpido esperar a que pasara el tiempo que Lorenzo le había dado. Estaba nerviosa, pero decidida, sin duda. Quizás en aquel momento no entraba en sus planes ser madre y menos de un hombre al que no conocía, pero la proposición de Lorenzo era muy suculenta. Y además, él era tan atractivo.

Marcó el número y cuando Lorenzo contestó le dijo:

- Soy Irene. Quería contestarte ya.

- ¿Ya? ¿Tan pronto? Si todavía falta otro día para vencer el plazo que te di.

- Ya lo sé, pero para que dejar que pase otro día, si ya lo tengo decidido - respondió ella.

- ¿Seguro? - preguntó él, pues quería que ella estuviera realmente segura y convencida de lo que iba a hacer, fuera lo que fuera, pues tener un hijo no era una situación sencilla, ni fácil.

- Sí, estoy totalmente segura. Lo he meditado, he sopesado los pros y los contras y he hablado con mi mejor amiga.

- Está bien ¿Qué tal si quedamos para comer? Pasaría a buscarte a la 1.45 - dijo Lorenzo seriamente.

- Muy bien.

- Pues nos vemos.

- Sí.

Ambos colgaron la llamada.

Lorenzo se quedó pensativo. Deseaba que ella dijera que sí. Aunque no fuera la mujer que él había elegido, quería terminar ya con aquello y tener, por fin, el hijo que tanto

había deseado tener.

- ¿Quién era? - le preguntó su madre.

- La futura madre de mi hijo, espero.

- ¿Ya se ha decidido? - le preguntó Pilar, su madre.

- Eso parece.

- Espero que diga que sí. Hace meses que esperamos esto.

- Sí, yo también - reafirmó Lorenzo.

La verdad era, que aunque aquella no fuera la mujer que él había elegido para ser la madre de su hijo, tenía algo que le gustaba, algo que lo atraía y le hacía desear saber más de ella y conocerla.

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Irene pensó que era mejor ponerse guapa, y lo más elegante posible, pues estaba segura que Lorenzo Blasco la llevaría a un buen restaurante.

Por eso, con la ayuda de Rosa eligió el mejor vestido que tenía. Era un vestido negro, que le quedaba en tallado, de tirantes y con un impresionante escote que dejaba entrever el nacimiento de sus pechos. Sin duda, quería causarle buena impresión a Lorenzo Blasco. Se peinó con un moño alto y se maquilló un poco, con un maquillaje muy natural.

Y como él le había dicho, a las 1.45 en punto sonó el timbre del telefonillo. Irene corrió hacia el recibidor, miró por la pequeña pantalla del interfono y vio a Lorenzo. Este iba con un traje oscuro, que le quedaba perfecto.

- Ahora bajo.

Cogió una chaqueta ligera, el bolso y las llaves y salió de su casa. Al llegar al portal, Lorenzo se quedó impresionado, aquella chica que la primera vez le pareció casi vulgar, se había convertido en una princesa. Sin duda no podía quitarle los ojos de encima.

- Hola - saludó ella alegre.

- Buenos días, señorita. - dijo él, mientras le abría la puerta del coche.

Irene subió al coche, y Lorenzo también, colocándose al volante, y arrancó.

Como Irene había pensado, Lorenzo la llevó a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad: "Angle" de Jordi Cruz, uno de los cocineros más famosos de España.

MAMA POR SORPRESAWhere stories live. Discover now