—Leone. ¿Cómo estás?

—Yo estoy bastante bien, mis heridas han curado más rápido de lo que pensaba. ¿Tú estás bien? —Pregunté.

—Sí. Ya estoy mucho mejor. ¿Ocurre algo? —Preguntó rápidamente. Sabía que cuando le llamaba solo significaba una cosa: problemas.

—Necesito que vayas a Nueva York. Ya. —Respondí tajantemente.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Mi familia...?

—Tu familia está en peligro. —Corté su frase antes de que me preguntaran si estaban bien. Era de esperar que no lo estaban y necesitaban una protección cercana. Alessandro lo tenía bajo control, pero estaba seguro de que Rafaello debía ir cuanto antes a su antigua casa.

—Cogeré el primer avión que vea ahora mismo.

—Los vuelos están muy caros a esta hora, Rafaello. No puedes comprar uno así como así. Espera a mañana.

—¿¡Me dices que mi familia está en peligro y piensas que me voy a quedar de brazos cruzados hasta que consiga un vuelo más barato!? —Preguntó a gritos. Suspiró al otro lado de la línea mientras yo me mantenía en silencio. —Perdóneme, Don. Pero sabe que mi familia es lo que más me importa en este mundo. Y sabe que soy exageradamente rico y me importa una mierda el dinero tratándose de mi familia.

—Déjate de formalidades, Rafaello. Eres como mi padre. No me trates como tu jefe.

—En parte lo eres. —Dijo—. ¿No crees que es un poco extraño que mi yerno sea mi jefe?

—Y gracias a ti también soy el jefe de tu hija. —Dije con una sonrisa.

—¿Ella está bien? —Preguntó preocupado.

—Sí. Esta conmigo y con mi familia en Campomarino. Está a salvo.

—He oído que los rusos han estado en Apulia...

—Sí. Secuestraron a tu hija. —Dije sin miramientos. Era mejor arrancar la tirita de cuajo.

—¿¡Qué!? ¿¡Volkov!? ¿¡Ese figlio di puttana (hijo de puta) ha tocado a mi hija!?

—Créeme, Rafaello. Si la hubiera tocado un pelo, estaría muerto. Su compinche la abofeteó, yo no estaba delante. Aunque tu hija les robó una pistola, corrió como un león y disparó contra ellos casi como una profesional. —Dije, con cierto orgullo—. Está hecha para esto.

—Esa es mi chica. —Dijo riendo—. Buscaré un vuelo para mañana a primera hora. ¿Ha pasado algo grave en Nueva York?

—Sí. Sophia está muerta.

—¿Sophia? ¿La mejor amiga de Emma?

—Ex-mejor amiga, ahora. Es una historia muy larga. —Dije con resentimiento.

—¿Y qué tiene que ver mi familia? —Preguntó.

—Piensan que uno de los posibles asesinos es tu hijo.

—¿Leonardo? —Preguntó con cierta tristeza—. No puedo presentarme allí así como así. No conozco a mi hijo, ¿cómo voy a llegar allí sin avisar y...?

—Rafaello, hazlo por Samara. Sabes lo enferma que está. No puede vivir con esa presión. Mis hombres están haciendo lo que pueden, pero te necesitan a ti. Ahora más que nunca.

Va bene (está bien). Iré mañana. Te voy informando.

—Por supuesto. Buonanotte (buenas noches).

Buonanotte (buenas noches), Leone. Cuida de mi hija.

—Como si se tratara de mi propia vida.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now