24 - Muertos vivientes

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El coronel subió el volumen mientras se transmitían imágenes en directo. Una reportera informaba sobre el trágico suceso que estaba teniendo lugar en la ciudad. Había incendios en las calles, coches destrozados y comercios hechos añicos. Muchas personas corrían espantadas en medio de un mar de gritos donde los heridos que se arrastraban eran pisoteados como si sus vidas no valieran nada. Cuatro seres, como salvajes caníbales, despedazaban un cuerpo humano frente a una escuela. Los soldados de las FOP luchaban para contener a los agresores, pero incluso algunos de ellos yacían en el suelo con los intestinos desparramados.

Sin embargo, lo que realmente alarmó a los miembros de las CES fue la impactante afirmación de la reportera: «Los muertos están regresando a la vida convertidos en seres despiadados». Más de uno tembló y tragó saliva al observar aquella locura capturada por la cámara. La reportera y el camarógrafo tuvieron que echar a correr para escapar de dos resucitados que se habían fijado en ellos. Era una batalla sin fin, una lucha por la supervivencia en un mundo que distaba del que conocían.

—Creo que lo habéis visto todo. Sobran las explicaciones. Los terroristas nos han golpeado duro al convertirnos en nuestros propios enemigos. Lamentablemente, son ellos o nosotros. Saldremos ahí fuera a limpiar las calles junto con las FOP. Agentes, me temo que es una situación crítica. Si no conseguimos parar esto, es probable que perdamos la isla —comunicó Xavier, que mantenía una postura firme—. Queda autorizado el uso de munición letal. Evitad todo tipo de contacto con los hostiles. Disparad a la cabeza para una mayor efectividad. Agentes, ¡cumplamos con nuestro deber! ¡Vamos!

Las unidades se dividieron acorde a las órdenes de sus superiores. Ofrecerían apoyo en distintos puntos de la ciudad, mientras que unas pocas respaldarían las zonas residenciales más importantes.

Tras salir del cuartel, Elisa y Tanque llamaron a sus familiares para asegurarse de que estaban a salvo y aconsejarles que no salieran de casa bajo ningún concepto. Irina, que ocultaba una incómoda sensación de fiebre, tomó la mano de Leonard con la ilusión de compartir más días con él como algo más que compañeros de trabajo. El tan destrozado como enamorado Adams buscaba la mirada de Mei, pero ella, avergonzada, agachaba la cabeza para evitarlo. Tatiana recordaba su película Apocalipsis Zombi mientras ponía su rifle a punto. Richard y Ethan dialogaban en la parte frontal del furgón sobre aquella inexplicable pesadilla. Stuart trataba de concentrarse en pinchar las cámaras de seguridad de la ciudad, pero los sentimientos lo traicionaban, pues no podía evitar observar a Mei de reojo.

—Venga, cambiad esas caras. ¡Solo son zombis! —bromeó James forzosamente mientras se cargaba de explosivos.

—¿Te parece divertido? ¿Ya olvidaste lo del cuartel? —replicó Adams con dureza—. Esto es lo mismo, pero a una escala mayor.

—Por supuesto que no lo he olvidado, pero nosotros no somos así. Quitando a Leonard, somos un equipo alegre. Deberíamos mantener nuestro espíritu.

—Estoy justo en frente de ti, James —dijo Leonard—. Pero coincido contigo. Mantengamos la moral alta. Los ciudadanos nos necesitan.

—Espero que mi familia esté bien —murmuró Tanque.

—Lo estará —afirmó Mei para tranquilizarlo.

—Y yo espero que esto no sea como en mi película. Una vez liberada la plaga, se vuelve incontenible —comentó Tatiana.

—Menudos ánimos, Tatiana —dijo Stuart.

—Estamos llegando al distrito cuatro —informó Ethan—. Preparaos.

Una cortina de humo impedía ver el estado de esa parte de la ciudad, por lo que Elisa se adelantó en la moto y Richard disminuyó la velocidad del furgón. Cuando atravesaron la humeante frontera, un panorama similar a un campo de guerra afloró ante sus ojos. Nunca habían presenciado semejante caos. Richard tuvo que girar el volante rápidamente y frenar en seco para no impactar con un camión que bloqueaba la carretera. Elisa eludió el vehículo, pero uno de los muertos saltó sobre ella y la tumbó de la moto. Ambos rodaron por el suelo hasta que la criatura se abalanzó sobre ella.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora