El sonido de dos disparos provenientes del ordenador de Stuart cortó el discurso del coronel. Todos observaron a las fuerzas de Storm Company abatiendo a la agente Estefany a tiros.

—Estefany... —pronunció Elisa, que compartía con los demás el pensamiento de que su compañera debía estar muerta.

—Esto es una gran tragedia. Cazaremos a esos terroristas, os lo prometo. De momento, regresad a vuestras casas. Recordad que tendréis a vuestra disposición la atención psicológica y sanitaria de las CES. Está de más deciros que lo que ha ocurrido aquí no debe salir a la luz para evitar un brote de pánico entre los ciudadanos. Cuento con vuestra discreción. Hasta dentro de tres días —concluyó el coronel Xavier.

***

Los agentes acordaron reunirse más tarde en The Sewer. Mientras, regresaron a sus hogares, donde buscaron consuelo para sus inquietantes pensamientos bajo la tibia agua de la ducha. Asearse era su manera de purificar sus mentes, de drenar aquella horrible pesadilla. Pero, en el fondo, sabían que no desaparecería tan fácilmente como lo hacía el agua sucia por el desagüe. Tendrían que vivir con esa oscuridad por dentro y afrontarla como pudieran para que no los consumiera.

Tanque abrazó a su familia como si hubiera estado toda una vida separado de ella. Aunque ocultó los detalles del turbio suceso, su expresión reflejaba que había tenido uno de sus peores días de trabajo. Elisa asustó a su hermano al presentarse en la casa antes de lo previsto según su horario habitual, pero más lo hizo cuando le contó parte de la desgracia a la que había sobrevivido. Luego, habló con Evan por teléfono para asegurarse de que estaba bien. Ethan, repleto de interrogantes, se dio unos tragos mientras contemplaba la tarjeta de la científica Evelyn. Tras meditarlo, decidió llamarla. Irina, horrorizada por la mera idea de que podría convertirse en uno de aquellos seres, se desinfectó la herida y se inyectó antibióticos.

Cayendo la tarde, los agentes de las CES acudieron al bar The Sewer. Leonard y Richard habían llegado antes que el resto, consumían su segunda ronda. Stuart, James y Tatiana fueron los siguientes en unirse a la mesa.

—¡Tatiana llegando temprano! No me lo puedo creer —resaltó James con gracia y le hizo una seña al camarero para que le sirvieran una bebida a su compañera.

—Tenía mucho tiempo —dijo Tatiana—. ¿Y Elisa?

—No ha llegado —respondió Richard—. ¿Cómo estás?

—Bien, por suerte. Es un alivio no tener ningún hueso roto, pero me han salido unos buenos moratones.

Poco después de que el resto se presentara en The Sewer, los agentes brindaron por los compañeros caídos. La dueña del bar-restaurante se había tomado unas vacaciones, pero había dictado claras instrucciones a sus empleados para que invitaran a una ronda a sus clientes favoritos, aunque en esa ocasión dos más se habían sumado al grupo. Las cervezas y el apoyo que se brindaban como equipo, prácticamente como una familia, favorecieron que se relajaran y dejaran reposar el candente tema de lo acontecido por la mañana durante un rato.

—Mei, tengo que hacerlo o no me sentiré bien conmigo mismo —expresó Adams de pronto y sorprendió a la médica besándola en público. A Stuart se le escurrió la botella de la mano y Elisa se quedó atónita ante la escena. Mei, por su parte, se sintió avergonzada.

—¡Vaya! ¿Ya es oficial? —les consultó James.

—Eeh, n-no hay nada oficial —aclaró Mei, sonrojada.

—No quería ponerla en este compromiso, pero, después de lo de hoy, no podía contenerme más hasta que tuviéramos otra cita.

—O sea, que os estáis viendo desde hace un tiempo —dedujo Stuart, que apenas pudo disimular su descontento.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Where stories live. Discover now