III

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NICOLLE

Oscuridad.

Todo estaba oscuro.

Solo se sentían ruidos que provenían del otro lado de la puerta: pasos de personas que venían con bandejas que hacían resonar los recipientes, personas hablando mientras pasaban por delante, algunos sonidos de máquinas, como si estuvieran tomando nota de lo que alguien decía. Todo era confuso, no sabía que hacía aquí. Entonces alguien entró a la habitación. Venía vestido de negro y encima traía una bata. Me quitó las cadena que tenía en los tobillos y las manos  para ponerlas a un lado.

¿Quién eres? — pregunté, pero mi voz sonaba como la de una niña pequeña dentro de una cueva.

Ya sabes quien soy —, respondió—nos hemos visto antes, solo que no me
recuerdas.

Veía al señor, pero no podía verle la cara. Entonces alguien más se posó en el marco de la puerta y le habló al hombre que estaba agachado frente a mí. A él si le veía la cara. Era joven, tenía el pelo castaño y ojos café claro. Su piel tenía un bronceado natural y vestía una camisa azul marina de mangas y un pantalón negro. En una muñeca traía un reloj negro que marcaba las 10:30pm y en su brazo había una serpiente marina tatuada en blanco y negro que cubría la mitad de su brazo empezando por el hombro y terminando un poco más abajo de su codo.

- Ya es hora doctor- le dijo, y el  doctor saco algo que pareció una jeringuilla.
Yo me asuste y comencé a correrme hacia atrás. Ya los recordaba, no sabía como, pero estaba consiente de que eran peligrosos, pero no podía escapar de ellos, así que recorrí a la súplica.

- ¡No, por favor!- grité pero no me hizo caso, sino mas bien que llamo al que estaba en la puerta para que lo ayudara, este me tomó por los hombros para mantenerme inmovilizada.- ¡Basta!¡No lo hagan!...

-¡No!- grité aterrorizada, quería escapar de allí.

Entonces me fijé en que ya no estaba en ese lugar, sino en la habitación que me había preparado Aspen. ¿Qué había sido eso? No se quienes eran esas personas, pero querían hacerme daño.

La puerta se abrió y alguien entró para ir en dirección a donde yo estaba. Era Edur. Se sentó en una esquina de la cama, pero cerca de mí y acomodo unos mechones que se me habían corrido para el centro de mi cara que estaba llena de lágrimas y sudor, estaba en completo temblor y aun no se me había pasado el susto.

- ¿Qué pasó?- me preguntó y yo me fije en su rostro. No tenía ningún tipo de expresión en el, sólo estaba serio, si se lo proponía podría dar miedo.

- Fue solo una pesadilla - respondí y bajé la cabeza - perdón si te desperté, ya puedes volver a tu habita...

- Estas temblando - me interrumpió.- córrete un poco- me dijo y yo volví a mirarle, esta vez asustada.

- ¿Para qué? - le pregunté sin moverme de mi sitio.

- No te voy a dejar sola- respondió como si la respuesta fuera obvia- cada emoción fuerte hace que te enciendas en llama y no puedo arriesgarme a que quemes la casa.

- Tú no te vas a acostar aquí-. le dije.

- Si lo voy a hacer y tu no lo vas a impedir. Esta casa me costo mas de lo que tu vas a ganar en toda tu vida y me niego a dejar que la quemes- dicho esto me empujo un poco y se acostó sin esperar mi respuesta.

Yo me quedé como una boba mirándole. Tenía un pantalón y un abrigo negro con el logo de Marvel y su pelo negro estaba tan despeinado que le hacia verse tierno, como si fuera un niño de cinco años. Se veia tan dulce, ¿Quien iba a pensar que era el más grande imbécil de todos los tiempos?

Aries HeartWhere stories live. Discover now