1. LORENZO BLASCO

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Llevaba ya un rato esperando, después de seguir todo el tratamiento le iban a sacar los óvulos y le pagarían por ellos unos 1.000 euros. Dinero caído del cielo, su última esperanza para conseguir algo de dinero y poder pagar el alquiler. Porque, tras tres meses buscando trabajo, lo poco que tenía ahorrado empezaba a escasear. Y no se le había ocurrido nada mejor para conseguir el dinero que eso. Donar sus óvulos. Por lo menos con eso podría pagar el alquiler de aquel mes. Tenía la esperanza de que pronto encontraría un trabajo y sus problemas económicos se acabarían.

Por un segundo, mientras estaba esperando en aquella sala de espera, pensó que menos mal que estaba soltera y sin ningún compromiso. Porque si estuviera con Raúl, su ex, no le habría dejado hacerlo. Raúl era muy celoso, Raúl... Raúl ya no era nada para ella, o por lo menos, trataba de convencerse a si misma de eso.

Estaba ensimismada en ese pensamiento, cuando oyó su nombre:

- ¿Irene Puentes?

Se levantó, como si tuviera un resorte, de la silla y se dirigió hacía la puerta desde donde la habían llamado. Entró en la consulta y un doctor muy amable, tras preguntarle el hombre, le explicó lo que harían, entraron en una pequeña habitación contigua al despacho en la que había una camilla, un ecografo y algunos instrumentos que Irene pensó que serían para hacer la extracción de ovulos. El doctor le indicó:

- Desnúdate de cintura para abajo en ese baño, y después ponte sobre la camilla, por favor.

Irene obedeció, haciendo lo que el doctor le había indicado, entró en el baño, se desnudó de cintura para abajo y luego salió a la consulta y se puso sobre la camilla. Irene dejó que el doctor trabajara en aquello, mientras ella trataba de pensar en algo que la distrajera. Cuando el doctor ya había terminado le indicó que se vistiera, y fue la enfermera la que le dijo que esperara en la sala de espera a que la llamaran.

A los 5 minutos de estar allí esperando, la llamaron. Irene se acercó al mostrador y la chica que había tras él, le dijo:

- Bien, está todo bien, aquí tiene el cheque.

Irene cogió el cheque, dándole las gracias a la chica y se lo guardó en el bolso. Estaba feliz, tenía el dinero, por lo menos aquel mes podría pagar el alquiler.


* * *

- Siento tener que decirle esto - le dijo el doctor seriamente - no es fácil, pero son cosas que pasan.

- ¿Quiere soltarlo ya de una vez? - le instó, nervioso, Lorenzo.

- Verá, se ha cometido un pequeño error, no sé como ha podido pasar, pero hemos inseminado a la mujer que no era, o sea, a otra mujer.

- ¡¿Qué?!¡¿Cómo?! - gritó Lorenzo exasperado - Pensé que estar era una buena clinica de ferlitidad, les elegí a ustedes porque me aseguraron que era la mejor, y ahora me dice ¿que se han equivocado al inseminar a la mujer que no era? ¿Como es eso posible?

- Sí, verá es que aquel día había otra mujer con el mismo nombre que la madre gestante que usted había elegido - le explicó.

- ¿Cómo pueden haber cometido ese error? Irene, la mujer que yo elegí era la adecuada, perfecta para ser la madre de mis hijos pero, ¿quien es la otra? Exijo conocerla.

- Bueno, la hemos llamado para que venga, no sabemos si... la inseminación ha funcionado, es decir, aún existe una posibilidad de que...

- Ya está bien. Veamos quien es la chica y si está a la altura y embarazada, después ya veremos lo que pasa, pero sin duda dejaré de trabajar con ustedes.

MAMA POR SORPRESAWhere stories live. Discover now