Eso sonaba interesante, aunque aun no estaba segura de si debería ir, pero me gustaba la idea.

Más tarde, Alexandré había llegado de su viaje, como ahora vivíamos más lejos, constantemente aumentaban los  días para atender sus obligaciones en el trabajo, aquello no me molestaba porque me gustaba tener tiempo para mí, aunque me aburría frecuentemente.

Estaba decidida a decirle que me iría a Milan junto a François; cuando llegó a casa, le di la bienvenida con un beso como suelo hacer, pasamos unos días separados, que se sentían una eternidad, si fuese decisión mía lo acompañaría a todas partes, incluso a su trabajo.

— Necesito decirte algo, ¿Estás muy cansado verdad? Bueno, hablaremos después que descanses— Dije, y él respondió con un beso.

— Si se trata de ti no importa nada más mon amour, dime, ¿De qué se trata? — Dijo, luego me dió un abrazo y quedamos así abrazados.

— Es que François me invitó a Milan, a la semana de la moda, iré con él, nunca antes e ido a uno y quiero saber cómo es.

— Esta bien, mientras no sea en esta semana. 

Pero el desfile era justo en esta semana, y yo quiero ir, iba a protestar cuando vibró su celular, nos alejamos un poco mientras él atendía aquella llamada.

Era de trabajo, y así es siempre que no está en la empresa, le toca dirigir a través de su celular, Alexandré solo hacía dos cosas, trabajar y hacer el amor, no hace nada más, no sale, no va a fiestas, rechazaba ir a los eventos sociales a los que estaba invitado, se había vuelto un señorito de su casa y de su trabajo, no más de ahí.

Luego que terminó su llamada, después de media hora, volví a mencionar el tema pero otra vez vibró su celular interrumpiendonos, qué fastidio.

— Deberías apagar tu celular mientras estás conmigo, si? — dije, mientras él aún estaba en una llamada, sus conversaciones eran en francés así que no entiendo nada, a pesar de que "quiero" aprender francés, ya ha pasado un año y apenas se decir Bonjour y croissant, el idioma es fácil, la pronunciación es lo más difícil.

De un momento a otro Alexandré comenzó a alterarse al teléfono, y comenzó a comportarse tan extraño, nunca lo había visto así, comenzaba a desesperarse, y yo no entendía nada, cuando se trataba de su trabajo él siempre mantenía las cosas bajo control pero esta vez estaba actuando muy extraño.

Él colgó, estaba muy inquieto.

— Busca.. tus cosas, saldremos —Dijo.

¿Qué ha pasado que lo a dejado tan mal?

— ¿Estás bien? ¿ Pasó algo amor? — tomé su mano, se veía tan inquieto, nunca antes lo había visto así tan preocupado, su mirada se había entrelazando con la mía y presentí que algo malo ha sucedido.

— Mi padre tuvo un derrame cerebral, está muy grave en el hospital, debemos ir a verlo, ¿Dónde está François? Se supone que estaría aquí contigo.

Me tomó un momento asimilar la noticia, que pena con el señor Belmont, me sentí horrible al escuchar la noticia, sentí mucha pena por él, debe ser horrible para Alexandré pasar por esto.

— François no está, se marchó en la tarde. — François se marchó, quedó al pendiente la invitación para ir el desfile, cuando me lo propuso no estaba segura si ir con él aunque me gustaba la idea. — Iré a buscar nuestras cosas... Amor, debemos estar ahí lo antes posible, tu papá debe sentir que estamos ahí para apoyarlo, él va a estar bien— La verdad es que me sentí muy ridícula al decir aquello, pero no soy buena consolando y nunca sé que decir, me rompía el corazón ver a Alexandré tan afligido, tan preocupado.

— Quiero estar ahí, tomar su mano y que sea lo primero que vea cuando despierte. — Dijo.— O ser lo último que vea si muere.

Ataque cerebrovascular, el señor Belmont tiene más de setenta años, habían pocas esperanzas de que sobreviviera, y en todo caso que lo hiciera, quedaría discapacitado de por vida, sin poder hablar, sin poder caminar, que horrible manera de vivir, yo en su lugar preferiría morir mil veces antes de vivir de aquella manera, es que ni siquiera podría decirse que eso es vida.

Los hospitales son tan deprimentes, sean hospitales de pobres o de ricos, la atención es diferente pero no dejaba de ser un hospital deprimente donde moría gente a diario, no me gustaba estar en esos lugares, pero ahí debía estar para apoyar a mi esposo y a François.

La señora Belmont se veía tan preocupada, lloraba y traía un pañuelo consigo, eso sí, en tacones de aguja, y con su cartera que cuesta alrededor de diez mil euros, me pregunto si me veré como ella cuando tenga su edad.

El lado positivo de no tener una relación cercana con tu suegra, es que en momentos como este no tienes que preocuparte demasiado, solo se le brinda la ayuda de cortesía y no más, yo estaba aquí por mi marido y no más.

Sostenía su mano en la sala de espera, y al mismo tiempo jugaba con los dedos de su mano porque estaba muy aburrida e incómoda, odiaba los hospitales.

Jules estaba consolando a su madre, junto a Pierre y Geraldine, recuerdo que cuando mi esposo y yo llegamos al hospital, mi mirada se cruzó con la de Pierre y hubo mucha tensión entre nosotros, no fue tan amigable como en otras ocasiones en las que coincidíamos antes de ser testigo de cómo traicionó a su novia, a lo mejor tenía miedo de que yo le dijera la verdad a Geraldine; y por último estábamos Alexandré y yo, François no estaba por ningún lado, no estaba en el hospital con nosotros, me preocupaba y mucho, además, no pude comunicarnos con él.

The million dollar manWhere stories live. Discover now