Capitulo 9

119 18 3
                                    

El suave viento corría por mis mejillas rojas por el calor que sentía adentro

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.

El suave viento corría por mis mejillas rojas por el calor que sentía adentro. Mis manos temblaban al igual que mis piernas, mi propia mente no era capaz de controlar mis sentidos.

No tenía mucha idea de lo que me acababa de pasar. Bailaba con Isaza, por mucho que el chico de ojos verdes no salía de mi mente, pero al final de cuentas, él era una buena persona. Debía estar agradecida por bailar con él, porque me notará y me tratara como todo un caballero.

Pero el problema era que Juan Pablo Villamil no salía de mi mente.

Solo era capaz de pensar en su sonrisa, en el dulce sonido de su voz, en las mil veces que he querido que me mire como lo miró yo a él.

Pero debía ser realista, él nunca se fijaría en mí.

¿Por qué debía hacerlo? Soy la persona que le sirve sus tragos cuando tiene un mal día, nada más. No llegaríamos a ser nada más.

Aunque mi corazón de verdad quería creer que podría pasar.

De verdad me gustaba soñar en dormir entre sus brazos hasta la madrugada. Me gustaba soñar en sentir sus labios contra los míos. Me gustaba fantasear con el sabor de sus besos, con sus manos corriendo por mi cuerpo.

Me gustaba pensar que algún día se podría fijar en mi.

Y es que su mirada clavada en Isaza cuando me sacó a bailar, solo me dejaban más confundida que antes.

¿Por qué le molestaría tanto que estuviera con él?

Por eso salí corriendo, por eso me encuentro en la fría calle de Bogotá por la noche; porque Juan Pablo Villamil me tiene muy, muy confundida.

Solté un suave suspiro antes de comenzar a emprender mi camino hacia mi casa. Necesitaba meditar con mi almohada sobre todo lo que sentía. Necesitaba un poco de claridad mental, así fuera por unas horas.

—¡Delia!— gritó una voz profunda masculina. Su voz.

Me congele como si su tuviera una especie de hechizo. Mis pelos se pusieron de punta como cada vez que me habla. Parecía una adolescente hormonal, y me daba rabia que tuviera tanto control sobre mi.

Así que solo pude obligar a mis pies a moverse, y seguir con mi camino.

—¡Delia, espera!— volvió a gritar.

Me obligué a ignorarlo, por mucho que mi cuerpo no lo quisiera.

Él era el que no me había saludado. Él era el que me ilusionaba, yo tenía toda la capacidad de tomar la desicion de dejarlo de la misma manera que él lo hacía conmigo.

Pero él tenía otros planes.

Corrió hasta alcanzarme por completo, y cuando estuvo cerca mío, rodeó su mano por mi muñeca con total autoridad, como si lo hubiera hecho una y mil veces. Jaló de esta con suavidad, logrando que mi cuerpo quedara presionado contra el suyo.

—te estaba llamando— murmuró observandome fijamente.

Su respiración chocaba contra mi rostro, sus ojos verdes se notaban molestos, incluso angustiados de alguna forma.

—¿por qué no me respondes, Delia?— marcó mi nombre con tanta intensidad que juro me podía desmayar. Pero, por mucho que él estaba intentando intimidarme, yo debía hacer lo mismo.

—tu fuiste el que decidió no saludar cuando llegaste— ataqué.

Sus cejas se fruncieron mostrando una seriedad tan grande que podia explotar en ese momento. Nunca lo había visto así.

—estaba ocupado, Delia— respondió en un tono de voz bajo.

Solté una sonría de burla y alejé mi cuerpo lentamente del suyo —¿ocupado? Yo solo te vi muy entretenido con la niña esa—.

Bueno, creo que fui muy lejos.

La cague, ¿verdad?

Volvió a acercar su rostro al mío de manera lenta y agonizante, tomándose su tiempo, consciente del efecto que tenía en mi. Si seguía así no podría soportarlo mucho.

—la que estaba muy entretenida eras tu, ¿no?— desafío con su mirada, todo su cuerpo me estaba amenazando —veo que te cae muy bien mi compañero de banda—.

Trague saliva antes de responder —solo me invitó a bailar y yo acepté, nada más—.

Ahora fue su turno de soltar una risa llena de amargura —estaban muy pegaditos, Delia, seguro debiste disfrutar mucho su compañía—.

La sangre terminó por subir hasta mi rostro y no me pude contener.

—tu no vienes a hacer reclamos, Juan Pablo— subí las puntas de mis pies para quedar justo cara a cara con él —que yo sepa tu y yo no somos nada—.

Si rostro se endureció antes de contestar —pero te encantaría que fuera así, ¿verdad?—.

Mi corazón se detuvo por unos segundos, toda la confianza se desapareció y mi mente quedó en blanco. ¿Cómo era capaz de producir esto en mi?

Soltó una sonrisa de satisfacción, rodeó su brazo en mi cintura, acabando con cualquier acción coherente que pudiera hacer.

—te aseguro, Delia, que Isaza jamás será capaz de ponerte tan nerviosa como yo lo hago— acercó su rostro al mío rozando lentamente nuestros labios —jamás será capaz de tenerte así de cerca—.

Cerré mis ojos esperando el dulce contacto de sus labios con los míos, pero sólo recibí un beso en la comisura de mis labios.

—necesitamos hablar, Delia— soltó el agarre de mi cuerpo, dejándome flotando entre mis pensamientos.

Esto no saldría nada bien.

Tuya ↡ Juan Pablo Villamil Kde žijí příběhy. Začni objevovat