C I N C U E N T A Y U N O. Estoy aquí para ti.

Comenzar desde el principio
                                    

Y con su cara seria. Y con sus ojos bajos y amenazantes. Y puede ser que con sus vibras hombre loco dispuesto a matar porque si. Pero él... no es asi.

Solo es un hombre condenado a vivir con los demonios que forjaron a la bestia que domina sus emociones. Es un hombre torturado en cuerpo y alma, y que no ha visto más que dolor en su vida. Y el poco atisbo de amor que tuvo... ni siquiera se lo permitió a sí mismo. Él alejó a todos, incluso a su tío. No confió lo suficiente para que se acercaran... nunca.

Paso la yema de mi pulgar sobre su abdomen, acariciándolo de la misma manera que me acaricia a mi, brindandole el mismo apoyo, porque sé lo que se siente dar en los momentos que la otra persona más lo necesita. Me gusta estar ahí para él cuando lo precisa, así como me gusta ser la única a la que acude porque soy la única que puede aliviarlo.

Mierda, nos hemos convertido en codependientes. Y es tan fuerte que no creo que podamos remediarlo.

¿Cómo haremos para sobrevivir las fiestas sin el otro? Nos hemos acostumbrado tanto a vivir juntos que ni siquiera hemos pensado la forma correcta de superar los días sin vernos. Por supuesto, le enseñaré a utilizar las llamadas y los mensajes para poder hablar de nuestros dias, pero mierda, no ver su rostro cuando me levanto o me voy a dormir va a ser una tortura. Nos hemos vuelto tan dependientes que algo tan mundano como separarse unos días para las fiestas se vuelve un conflicto.

Pero mi madre estará sola, y hace meses que no nos vemos. Ni siquiera me ha llamado, pero... ¿cuando realmente lo ha hecho?

―Ella ni siquiera me prestaba atención cuando estaba en casa. ―susurro, sin sentir realmente nada. Cerrando mis ojos, disfruto del silencio que me regala Donovan mientras me acaricia el pelo. ―Quizá... era su forma de quererme.

Su silencio me hace pensar que se quedó dormido, pero la forma en la que me acaricia me hace entender que simplemente está dejando que mis palabras se asienten, como si le gustara que de repente quisiera analizar todo.

―No sé nada sobre el amor, ratoncito. ―responde, el cansancio se nota en su voz. Puedo sentir cómo se relaja, y con cada respiración su cuerpo desciende poco a poco al olvido. ―El único atisbo que he conocido es el que siento por ti.

Mi cabeza se mueve tan rápido que algunas partes de mi cuello crujen, pero nada me importa más que mirarlo a los ojos y ver la verdad en sus palabras. Haciendo un intento por no lastimarlo con mi mentón cuando acomodo mi cara sobre su pecho, busco en sus facciones alguna duda, pero ni siquiera se da cuenta de que me he movido. Su mano sigue acariciándome como si nada y sus ojos permanecen cerrados, como si no se diera cuenta de lo que acaba de salir de su boca.

Pero entonces sonríe. Es un movimiento tan ligero que si no estuviera mirándolo fijamente, no lo hubiera visto. Está divirtiéndose por mi sorpresa, sabiendo que iba a reaccionar de la manera en que lo hice ni bien lo escuchara.

Eso significa...

―No sé por qué te sorprendes. ―se burla, sus ojos todavía cerrados.

―Tu... ―no puedo hablar. Algo se atoró en mi garganta y no puedo pasarlo. La sorpresa permanece intacta en mi sistema mientras un cortocircuito hace mierda mis neuronas.

―No puedo dejar de pensar en ti, de comerte con la mirada cada vez que te tengo enfrente. ―añade, relajado, como si no fuera la confesión más importante de mi vida. Ni siquiera su respiración varía. Carajos. ―De sentir que eres lo mejor que a alguien tan destruido como yo le pudo haber pasado. Ni siquiera sé lo que le pasa a mi cuerpo cuando lo tocas, pero se siente como si estuviera flotando en el cielo, ardiendo en el mismo infierno y a la vez hubiera corrido una semana entera sin parar. Mi corazón... funciona para algo más que bombear sangre a todo mi cuerpo. Solo... Lo siento por todos lados.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora