Capítulo 7: Verdades de medianoche

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Me desperté con la visión vertiginosa de un familiar techo de madera, la suavidad de una cama y la sensación de ser mecida suavemente. Enfoqué mi vista, mi cuerpo sintiéndose extrañamente entumecido como si hubiera pasado horas en la misma posición. Había sido desvestida y cambiada a una especie de bata de dormir, mi cabello había sido deshecho y me habían envuelto con pulcritud entre las sábanas.

La habitación estaba casi a oscuras, no entraba luz por las ventanas, solo las lámparas de aceite emanaban tenuemente. Debe ser la mitad de la noche, asumí.

Mirando alrededor, me di cuenta de que éste no era mi camarote. Mis recuerdos todavía estaban un poco borrosos, solo destellos aquí y allá. Recordaba estar en medio de una batalla con los traficantes de esclavos; recordaba saltar frente a Lucy y el filo de una cuchilla; recordaba la calidez de mi propia sangre.

Pero entonces, mis ojos se posaron en el joven dormido en una silla no muy lejos de mi cama. Su cabeza estaba apoyada en el respaldo, su alborotado cabello rubio caía sobre su frente, su boca estaba entreabierta y su respiración era calmada y constante. Exudaba una especie de serenidad que inundaba toda la habitación.

Como un ángel guardián, pensé, y todo lo que había ocurrido recientemente volvió a mí en una ola tan lúcida como el chico que tenía delante.

Recordé los brazos de Peter a mi alrededor, estrechándome con fuerza mientras me desangraba. Había corrido hacia mí en el momento en que me vio herida y me había colocado cerca de su corazón mientras mi cuerpo moribundo luchaba contra la oscuridad, como si esperara que de alguna manera pudiera sanar mágicamente mi herida y mantenerme en el mundo de los vivos con nada más que su tacto. Y probablemente había sido él lo único que me mantuvo luchando contra las garras que intentaron tirar de mí hacia las tinieblas y el negro abismo donde no habría esperanza de regresar.

Estaría perdida para siempre.

Recordé sus ojos asustados y su vacilante voz.

Recordé sus últimas palabras.

Estaba muriendo, me aferré a la verdad de ése pensamiento. Estuve cerca de la muerte.

Y de alguna forma, había sobrevivido. Había sobrevivido y, durante ese tiempo, me había traído de vuelta a la nave. No tenía ningún recuerdo de los eventos después de que me desmayé, pero me regocijé en la perspectiva de Peter cuidando de mí mientras estaba inconsciente. Se había quedado conmigo como un caballero en un cuento de hadas protegiendo a su princesa, solo que no estábamos en un cuento de hadas y él era un rey verdadero. Y yo era su reina, por lo que fuera que valieran aún los anillos en nuestros dedos.

Yo todavía le importaba. A pesar de todo lo que hemos pasado este último año, lo que yo le había hecho pasar, él todavía se preocupaba por mí.

Tal vez no todo estaba perdido.

Dirigí mi mano al lugar de mi abdomen donde el cuchillo se había hundido en mi carne. Lo sentí vendado a través de la tela, pero para mi sorpresa, no sentía dolor alguno.

Usando la poca fuerza que mis brazos pudieron reunir, logré levantar mi cuerpo y acomodarme hasta una posición sentada. Pero en el momento en que lo hice, la cama de madera crujió y mi acompañante abrió los ojos, sobresaltado.

–Lo lamento –me disculpé inmediatamente–. No pretendía despertarte.

Peter me miró fijamente, un poco incrédulo y también aliviado.

–_____ –dijo mi nombre en voz baja, como si pronunciar las letras hiciera más real la visión de mí–. Estás de vuelta.

–Sí –contesté, sin saber muy bien qué decir–. Estoy de vuelta.

Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba (Peter Pevensie & tú)Where stories live. Discover now