—No tengo dinero.

—Yo te lo pago. —Dijo sacando la cartera—. ¿Qué quieres?

—No es necesario, Nick. En serio.

—No digas gilipolleces. Vamos, ¿qué quieres?

Me senté en uno de los taburetes de la barra donde podía mirar toda la discoteca. Divise a la rubia sentada en una mesa, bebiendo y bebiendo como si le fuera la vida en ello. Conociéndola, llevaría tres o cuatro copas y no sabría ni dónde estaría. Tenía claro que si me acercaba a ella no iba a si quiera a reconocerme. Me giré hacia Nick, el cual ya había dirigido su rostro hacia dónde estaba mirando. Capté su atención con un carraspeo, esperé que no la hubiera visto.

—Quiero un Ron-Cola.

—¿En serio? —Asentí con la cabeza—. Sabes que eso te puede sentar mal, ¿verdad? Has tomado bebida blanca y ahora vas a todo lo contrario.

Volví a asentir. Lo sabía perfectamente y por eso lo había pedido. Quería perder el conocimiento por una sola razón. Divisé el cuchillo que había junto al camarero. Ahí estaba mi arma.

—Sí. Quiero un ron-cola, por favor.

—Está bien. —Dijo mi amigo convencido.

Se lo pidió al camarero mientras él pagaba y luego se iba con nuestros amigos a la pista de baile. Había mucha gente, demasiada para mi gusto. Aquí no podía actuar, tenía que ser discreto. El hombre que estaba detrás de la barra me sirvió mi bebida y me tomé poco a poco, observando a la rubia. Todavía estaba sola, hasta que un tío la invitó a bailar. Ella, con mucho gusto se levantó para ir con él y follársela en quién sabe dónde. Me levanté para seguirlos mientras me colocaba mis guantes de látex. Mis amigos estaban tan distraídos con la música que no se dieron cuenta de que me fui de ahí. Vi como el chico y la rubia se iban a un pasillo oscuro donde se encontraban los baños. Detrás de ellos estaba la puerta de servicio que daba hacia el callejón.

El chico empezó a besar el cuello de Sophia mientras masajeaba sus nalgas. La rubia colaba sus dedos por su pelo, soltando suspiros. Veía en su mirada que estaba perdida. Tenía mucho alcohol encima, no se acordaría de nada. Qué pena que nunca fuera a volver a ver la luz del sol. El cuchillo que antes estaba en la barra, ahora estaba en mis manos. Ni siquiera el camarero se dio cuenta de que lo había cogido, así que no me fue difícil ir hasta ahí con él. El chico cogió a Sophia de las manos para llevarla con él a los baños.

Me adentré un poco más en el pasillo. No había nadie más que yo y los baños estaban abiertos. El moreno puso a la rubia sobre los nutrientes lavabos para besar su escote y posteriormente su intimidad. Lo único para lo que venía Sophia aquí era para follar con cualquier tío, estaba claro. Ella le empujó para meterse en uno de los cubículos. Los gemidos eran notables ahí, ya que la música se escuchaba más baja. No me asomé porque era evidente lo que estaba ocurriendo ahí dentro. La sangre me hervía por momentos y mi mano apretaba cada vez más el cuchillo. Vi una sombra viniendo hacia los baños y me escondí en el cubículo de al lado. Pude ver los pies de Sophia delante de los del otro chico. Los gemidos no cesaban, aunque eran más discretos que antes, y unas voces también se hicieron presentes.

—¿Y tu amigo? —Dijo una voz poco conocida para mí.

—No lo sé, este chico desaparece siempre. —Ahora fue Nick el que habló. Era cierto, yo solía salir poco ahora que había recaído de nuevo.

LEONE CARUSO ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang