Luz Noceda decidió contestar la carta que debió llegarle a su vecino, el señor Blight. Los problemas llegan cuando decidió responder aquella primera carta. Luego fueron dos, luego tres. Sin dudas hablarle por cartas fue lo más lindo que pudo hacer p...
Habían pasado unos días y lejos de Gravesfield, se despertaba una chica de pelo teñido de un suave menta. Era Amity Blight.
Dió un bostezo y mirando a la ventana, notó que el día se veía lluvioso, esos días sin dudas eran sus favoritos. Se levantó de mala gana y acomodó un poco su cama. Después de todo, Christina, la trabajadora doméstica de la mansión Blight, podría hacerlo por ella.
Cambió su pijama por su ropa que usaba casi siempre, acomodó su cabello en un cómodo peinado y salió de la habitación. Bajando las escaleras camino al comedor, empezó a escuchar gritos y supo que eran sus hermanos mayores.
—¡Eso no justifica el por qué usaste MI labial favorito! —dijo la hermana mientras le lanzaba una tostada.
—Claro que sí ¿Acaso no me veo fabuloso Em? —halagó el gemelo sujetando un espejo.
Amity entró a la sala esquivando el desastre que habían causado los gemelos y vió que su desayuno estaba ordenado en una bandeja, la sirvienta sabía que eran los sábados los días en que ella más tarde se despierta. Pero no la había visto por algún lado hasta ahora.
—¡Hey, Manoplas! ¡Piensa rápido!
La menor de los tres enseguida agarró la manzana que había lanzado Edric.
—Hola hermanita, se nota que la almohada es tu fiel enamorada —molestó Emira.
—¿Me pueden recordar por qué son tan odiosos cada día?
—¡Porque te amamos hermanita! —dijeron al unisono los gemelos mientras burlonamente le daban mimos.
La cara blanca pasó inmediatamente a un rojo fuerte, Amity se había enojado.
—¿PODRÍAN SOL-
Escucharon entrar a una mujer bajita, de cabello esponjoso, corto y anaranjado. Era Christina.
—Buenos días, jóvenes Blight —saludó a los tres adolescentes en aquella sala—. Acaba de llegar el correo.
Los gemelos pararon de molestar a su hermana y rápidamente se acercaron a la sirvienta. Mientras que Amity no podía reaccionar, quedó inmóvil por un momento.
Quizás podría ser mi padre Pensó.
—¡Hermanita, no me lo vas a creer! —se emocionó Emira.
Luego a su lado se acercó el hermano y mostró una carta a su pequeña hermana.
—Es papá —contestó sonriente.
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—No es posible, no es la misma letra —soltó enojada la pelimenta.
Los hermanos se habían reunido en la habitación de la menor de los Blight para mirar la carta que había recibido de su padre. Y inmediatamente notaron que no era la misma letra. Era evidente que no era él.
—Quizás le encargó a alguien más que hiciera la carta, ya saben como está de ocupado —respondió Em.
—No lo creo, nosotros somos la prioridad de papá cuando de comunicación se trata —defendió la de ojos ámbar—. Él no sería capaz de mandar esto… ¿Y si alguien más lo hizo?
—Probablemente es una broma, tiremos la carta —añadió Ed y agarró la carta que estaba en manos de Amity—. O sea ¿Quién habla de una mancha de café en todo un párrafo?
De manera acelerada, arrebató de las manos del chico la carta que tenía en mano.
—¡NO! Yo…
Los gemelos se sorprendieron ante tal acto, en eso Emira preguntó.
—Manoplas ¿Qué piensas hacer?
—Voy a responder esa carta, con la verdad.
—Mamá se lo va a tomar muy mal —soltó el peli-verde.
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Finalmente había terminado la respuesta a aquella carta. Aún se seguía cuestionando por qué se dignó a darle respuesta. Pudo ser cualquier persona, un desconocido, quizás tenían secuestrado a su padre y a la próxima le pedirán una exagerada cantidad de dinero en la carta. Decidió no darle más vueltas a eso. Sus hermanos estaban lado a lado esperándola a que acabara de escribir.
—Ya acabé —dijo mientras cerraba la carta y agregaba —. Ahora, pondré los datos para dejarla en el buzón.
Sus hermanos no respondieron nada, interrumpir los momentos en donde se nombra a su padre sería algo de lo que se podrían arrepentir.
Tras eso, los tres bajaron las escaleras. Amity internamente se sentía feliz de que su madre no estuviera en casa, cosa que le parecía algo raro, pero no le dió mucha importancia. Enseguida se encontraron con la sirvienta de cabellos anaranjados esperándolos en la entrada de la mansión.
Christiana se acercó a la chica.
—Joven Blight, si no le importa, yo dejaré por usted la carta para su padre.
La peliteñida la miró algo sorprendida ante tal petición ¿No la dejarían salir? Rápidamente preguntó
—¿Acaso mamá no me deja salir?
Sus hermanos observaban la cara de su hermanita, sabían que su mamá era realmente todo un problema con Amity, le ponían reglas bastante estrictas y ella no podía hacer nada más que acatarlas. Nunca se había armado de valor para desafiarla.
—Está bien —se escuchó la respuesta de la pequeña adolescente.
Luego del inconveniente veían por las grandes ventanas de la sala como salía la sirvienta hacia la calle, con la carta en manos. De inmediato, su hermana empezó a soltar algunas lágrimas.
—Quisiera que él estuviera aquí.
Sus hermanos mayores la consolaron y ambos tenían el mismo pensamiento ¿Qué había escrito Amity en la carta?
(.🌻.) ¡Hey, hola! Gracias por estar leyendo este intento de fanfiction mal escrito. Tengo pensado actualizar los viernes y sábados, por comodidad mía. Así que los espero mañana ¡Saludos! <3