Capítulo VI: Anastasia parte 2.

Comenzar desde el principio
                                    

Estaba a punto de meterme en la discusión para pelear con Jonathan cuando Ignacio volvió a intervenir.

—Sé lenguaje de señas, en serio no soy tan desgraciado para engañar a un sordo. Pregúntenle. —Parecía decir la verdad.

Yo bajé la cabeza, a Johnny y a Azul no les interesa en lo más mínimo, pero él es mi mejor amigo, yo debería entenderle después de comprenderle un poco, pero me temo que estas manos no son capaces más que para tocar la guitarra, simplemente no me entra, tengo la cabeza dura supongo,  tanto literal, como metafórica y pedagógicamente.

Así  que eso hicimos, Ash estaba calentando con un ukelele al fondo de la habitación, lo hacía con el ukelele bien pegado al pecho con tal de sentir las vibraciones con su pecho. Cuando vio que veníamos molestos hacia él, directamente sacó un cuaderno y lápiz que siempre cargaba: «Estoy tratando de decirles desde hace un mes» —escribió—. «Él me pidió la canción».

Me llevé las manos a la cabeza, ahora que lo recordaba, Ash me había mandado varios mensajes de texto y hasta nos había pedido ensayar otra canción.

Él suspiró, se puso de pie y volvió a escribir en su cuaderno de nuevo: «Tranquila Vic, revisa la hoja del itinerario.»

Me apresuré a hacerle caso, miré la hoja que estaba pegada en la pared que iba directo al escenario, íbamos al principio, no quiero presumir pero nos habíamos hecho de cierta fama entre los alumnos y el director nos había pedido abrir el acto de bienvenida, así que subí al principio de la hoja: «Anastasia» recitaba el papel.

Este maldito genio, esta canción… así que eso quería, ya se los había dicho antes: Ash es un genio, siempre mantiene la calma y tiene un plan B. Azul miró encima de mi hombro y quedó pálida  cuando se dio cuenta de lo que decía en la hoja.

—¡Estás loco pelos de ceniza! — exclamó—. No hemos ensayado lo suficiente esa canción.

—Es eso o no tocar nada Azul, esto es lo que necesitábamos —respondí.

—Por mí bien, ya no hay tiempo, la gente está entrando al escenario —concluye Jonathan, tratando de mantener la calma.

Yo suspiré de alivio cuando lo vi calmado.

Y así llegamos a la conclusión de que no nos quedaba de otra más que seguir el capricho y la genialidad de Ash. Preparamos todo y calentamos para tocar. Tendrán que ver el poder de la guitarra de mi papá. Cuando el director dio la señal, salimos y nos pusimos en nuestras posiciones.

Primero me fijé que el ecualizador de mi pedalera y el del amplificador estuviesen bien configurados: Añadí un pedal simulador de guitarra acústica, una distorsión, un Reverb; los configuré para la nueva canción;  agregué un Overdrive adelante de la Distorsión, lo iba a usar como buster. Luego me fijé que el viejo valvular que tenía por amplificador no fuese a volar la caja o a hacer estallar una de las válvulas, también me cercioré que estuviese en el canal limpio y con la ganancia al mínimo, si lo hacía "crushear" solo ensuciaría el audio. Lo puse en standby y por último, lo encendí.

Todos hicieron sus cambios rápidos a sus equipos: Johnny haría de vocalista a falta de uno, así que tomó el micrófono y se aseguró de que estuviese encendido, se disculpó por la tardanza y les dio los motivos.

—¿Están listos muchachos? —pregunté.

Ash se quitó los zapatos y se subió a la  tarima de madera en donde montamos la batería de Azul.

—Creo que es lo que nos faltaba Vic —respondió Johnny.

Ash me sonrió.

—Bien hecho Ash —susurré mirándolo a los ojos. Nos había salvado a pesar de que llevábamos un mes ignorándolo básicamente.

Still Loving You. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora