El chico se puso de pie dejando la bolsa en el sillón y Sakura lo siguió dejando la cámara sobre la mesa de centro. Lentamente caminaron hasta el lugar y lo que encontraron, fue la puerta de madera de la que solo se sostenía un pedazo por las bisagras.

La joven emitió un chillido pero enseguida se llevó las manos a la boca al escuchar pasos apresurados y una sombra en el interior de la recámara.

—¿Qué? —preguntó Naruto.

—¡Hay alguien ahí!

El rubio se agachó, tomo un trozo de madera como si fuera un bate y se encaminó al interior.

La luz del día iluminaba perfectamente toda la pieza, ordenada y limpia, aunque lóbrega en su decoración azul-verde. No había nadie a primera instancia, así que pensó en revisar el armario y el cuarto de baño. En el primero no había más que ropa, y en el baño tampoco.

—¡No hay nada, Sakura-chan! —anunció en voz alta bajando la improvisada arma y mirándose las manos con la esperanza de no haberse clavado una astilla. Sin embargo, volvió a empuñarla cuando escuchó a la chica gritar. Salió corriendo hasta el pasillo en donde la había dejado, ella señalaba al otro lado, con la expresión aterrada y la mano temblorosa, Naruto miró hacia allá, pero al final del pasillo solo había una ventana con vista a la calle, concretamente a otro edificio departamental.

—¡Estaba ahí! —chilló Sakura.

—¿Quién?

—¡No lo sé! ¡Alguien!

Naruto se acercó despacio, mirando a través del cristal tanto como le permitía la posición y la mesa que sostenía una fotografía y un arreglo de flores.

—No hay nadie.

—Tal vez solo fue un reflejo —dijo ella considerablemente más calmada, acercándose hasta él.

Al no encontrar nada, la atención del rubio se fijó en el portarretratos que acababa de derribar accidentalmente. Repasó la imagen con la punta de los dedos.

—No creí que guardaras esto, dattebayo —dijo mirando sobre su hombro.

Era una fotografía de Sakura en la preparatoria, lo sabía porque ella llevaba puesto el uniforme de las animadoras y a su lado estaba el rostro inexpresivo de Sasuke.

Saura sintió que sus piernas temblaron un instante, pero no se atrevió a decir nada en voz alta.

—Siempre dijiste que ser animadora era lo más vergonzoso que habías hecho en toda tu vida ¿O es que a Itachi le pone verte en uniforme?

Naruto soltó una sonora carcajada y dejó la fotografía sobre la mesa, en la que Itachi sostenía el hombro de una sonriente Sakura, tal como lo había hecho desde que se tomara hacía años.

Sakura agitó las manos y cerró los ojos, no quería escuchar nada más, solo quería ver si podía conseguir que alguien le recetara algo porque sentía que iba a perder la cabeza.

—Tengo que ir al hospital —dijo.

—¿Quieres que te lleve?

—No... yo...

—Vamos, me queda de paso.

El auto de Naruto había tenido una evolución considerable desde el primer cacharro oxidado que tuvo en la preparatoria, y aunque aún no llegaba a ser un modelo de lujo, al menos ya podía considerarse como un trasporte digno que no representaba peligro alguno para sus ocupantes.

—¡Que estúpido! —se quejó Naruto justo cuando llegaban a la puerta del edificio principal del hospital.

—¿Qué? —preguntó Sakura, que finalmente había conseguido sentir de nuevo sus propias manos.

Bienvenida a la familiaWhere stories live. Discover now