» 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 «

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Louis se encontraba caminando de un lado a otro intentando hallar la manera de sacar al rizado de ese apartamento sin levantar sospechas. Se dirigió a la habitación y comenzó a guardar dentro de su mochila todos los informes de la investigación de Harry, ya que quizás podrían servirle de ayuda para alejar al moreno del alemán. En el armario del dormitorio había una maleta bastante grande, la abrió descubriendo que estaba vacía y tuvo la idea de usarla para esconder al chico dentro.

La llevó a la sala, para luego colocarla junto a su víctima y con cuidado lo recostó dentro. Tuvo que ponerlo en posición fetal para que pudiera caber en la maleta y después de hacerle unos pequeños hoyos finalmente la cerró. Desordenó el departamento para que pareciera un robo, guardó cosas de valor y desconectó las cámaras de seguridad sin antes eliminar todas las grabaciones.

Ahora sólo quedaba salir del lugar y conducir lo más lejos posible, cerró la puerta a sus espaldas y recorrió el pasillo llevando la maleta a un lado. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando las puertas del ascensor se abrieron en la plata baja, los tres hombres que habían atacado el coche del rizado se encontraban caminando en su dirección. Louis rápidamente agachó la mirada arreglándose la gorra e intentando pasar desapercibido, salió del elevador teniéndolos a unos pocos metros de distancia y por suerte, ninguno le prestó atención.

Apresuró sus pasos dirigiéndose al estacionamiento lo más rápido que pudo y abrió la puerta del coche metiendo la maleta en el asiento trasero. Su cuerpo dolía más que antes y sabía que esos malditos analgésicos no serían suficientes después de los golpes que también había recibido por parte del oficial. Encendió el vehículo saliendo del edificio, estaba sorprendido porque todo le había resultado bastante fácil, o al menos, por el momento así lo era.

[...]

El rizado despertó unas horas después, encontrándose con la nada misma. Intentó moverse y no pudo hacerlo, sus manos estaban amarradas a lo que parecía ser una silla y había una venda sobre sus ojos quitándole la visión del sitio. Trató desesperadamente de liberarse de aquellas ataduras, sin embargo lo único que logró fue lastimar sus muñecas y tampoco podía gritar para pedir ayuda por la cinta que se encontraba uniendo sus labios.

Estaba asustado, no quería tener el mismo destino que el informante y sin darse cuenta comenzó a llorar en silencio. Unos minutos pasaron y se sobresaltó al escuchar el ruido de una puerta abrirse, levantó la cabeza aunque fuera en vano y lo tomaron del mentón. Una mano se apoyó en su mejilla limpiándole las lágrimas, para luego quitar la cinta que lo mantenía callado y el oficial no tardó en hacerse escuchar.

—¿Qué es lo que quieres? —soltó intentando no parecer nervioso, pero su cuerpo no dejaba de temblar.

No recibió respuesta.

Louis no sabía cómo continuar o qué decir ante esta situación y sólo se quedó parado frente a su víctima mientras lo veía fijamente.

—¡¿Qué es lo que quieres?! —insistió moviendo los brazos tratando de liberarse una vez más.

El castaño respiró profundamente y se acercó unos pasos hasta quedar a centímetros de su rostro.

—Quiero salvarte la vida —respondió esperando que reconociera su voz, sin embargo no fue así.

—Por supuesto —rió falsamente.

Le quitó la venda de los ojos sin previo aviso y el rizado parpadeó varias veces hasta que pudo acostumbrarse a la luz. Sus miradas se encontraron segundos después y la expresión en su rostro cambió bruscamente, como si estuviera viendo al mismísimo diablo o incluso algo peor.

𝐋𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎, 𝐇𝐀𝐑𝐑𝐘 » 𝐋𝐀𝐑𝐑𝐘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora