Capítulo 27: Una piscina puede guardar secretos

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—¿Mis padres? —pregunté, notando que solo quedaba ella allí.

—Se fueron a tu casa, tu madre dijo que puedes quedarte a dormir. Ah, y Mali está con su madre.

Asentí, comprendiendo, para luego dirigirme hacia afuera.

—¡No estén mucho en la piscina, se enfermarán! —elevó la voz en cuanto salí.

—¡Claro, Diara! —respondí, elevando la mía, mientras cerraba la puerta de cristal, encontrándome con la mirada expectante de Jai desde el agua cristalina.

—Ese short de baño es mío —se quejó Jai mientras me veía salir.

—No iba a ir hasta mi casa solo para cambiarme.

—Vives aquí al lado, Circe.

—Me da flojera —admití, mientras me sentaba al borde de la piscina, colocando mis pies en ella.

—De igual manera se te ven mejores que a mí —dijo, haciendo referencia a los shorts negros sueltos que le quité d sus placard.

Sonreí, a la par en que movía mis pies en el agua tibia, viéndolo a Jai sumergirse y emerger del agua rápidamente. Él sacudió su cabello mientras se acercaba a mí nadando. Para luego observarme desde el agua, flotando en ella. Desde aquí podía ver su abdomen marcado por debajo del agua.

—¿No entrarás? —preguntó curioso, sus manos se movían sobre el agua con aquel aroma a cloro, al igual que sus piernas por debajo de esta.

Negué.

—Se derretirá mi helado.

Él giró sus ojos, tomándome de los pies. Y elevando una de sus cejas, sonrió con diversión.

—¿Vienes o te tiro?

—Termino mi helado y lo negociamos.

—¿Eso quiere decir que quieres que te tire?

—Inténtalo y veremos cómo termina.

—¡Anda! Es aburrido estar solo aquí dentro.

—Termino mi helado y—

Él saltó desde abajo, subiendo hacia la punta de la piscina, para sentarse a mi lado. Mojando gran parte de mis piernas.

—Alguien tiene deseos de que lo tire al agua de nuevo.

Él sonrió, mientras miraba hacia atrás de nosotros, esperando que no haya nadie, para luego acercar su rostro al mío, dejando un beso pequeño en mi mejilla.

—Dame.

—¿Qué?

—Que me des.

-Jai, no te daré un beso si es lo que quieres.

Él hundió su entrecejo, para luego, soltar una carcajada, mientras se tomaba su abdomen, sin poder parar de reír.

—¿En qué cosas piensas, Circe? Realmente eres un caso perdido. Creo que tendré que educarte.

—¿Yo? Mira como hablas, ¿cómo voy a saber a lo que te refieres? Incluso sigo sin entender.

—Me refería al helado, dame un poco.

Lo empujé con mi mano, mojando la misma con el agua tibia que se deslizaba por su piel bronceada.

Tomé un poco de mi helado de frutilla, para luego, alcanzarla hacia su boca. Sus labios se abrieron mínimamente, para recibir aquella cucharada con aquella crema helada, sus ojos se cerraron, asintiendo al reconocer aquel gusto y aprobarlo.

Amistad, descubrimiento y romanceWhere stories live. Discover now