CAPÍTULO 7

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Aiden Ayers

Llegamos a casa todos y no tardamos en bajarnos del coche para dirigirnos a mi casa bastante corriendo.

La puerta se encuentra abierta y todos nosotros pasamos, vemos a mis abuelos muy mal, mi abuela está llorando.

—¿Que ha pasado? —pregunté ansiosa por la respuesta.

—Vinieron unas personas de repente con pasamontañas y se lo llevaron —dijo tía Eli —Tu tío Randall les disparó e hirió a varios pero también lo hirieron a el.

—¡¿Que?! —exclamé.

—¡Randall! —exclama Aiden y el y yo nos dirigimos hacia él.

Está en la cocina intentando curarse la herida y me alarmo en cuanto se la veo.

—Estoy bien cariño, estoy bien —me dice en cuanto me ve.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al verlo, es la única familia que me queda por parte de mi padre y no podría perderlo a él también.

—¿Te duele mucho? —pregunté.

—Estoy bien.

—Un momento —y salí de ahí, no puedo estar ahí, tengo muchísimas ganas de llorar.

Me dirijo al servicio y una vez estuve ahí, el espejo me pillaba de frente y tenía todo el maquillaje corrido, de hecho el rímel más que otra cosa.

Abro el armario y cojo una toallita de seda para limpiarme, la puerta sin tocar se abre y es Aiden.

—¿Estás bien? —me pregunta.

—Si —me limpie la cara.

—No estás bien.

—Tengo miedo a que le pase como a mis padres.

Aiden no tarda en acercarse a mí y me coge de la cara con ambas manos, acariciándome las mejillas y a la vez limpiándome las lagrimas.

—Ni a Randall, ni a Thomas les va a pasar algo, Morgan.

—Eso no se sabe...

—Piensa en positivo pajarito.

Ese apodo fue como si un charco de agua cayera sobre mi y viendo la realidad. Me aparté de golpe de Aiden.

—No me toques —le dije.

—¿Qué te ha pasado de repente?

—Aiden, el pasado no se olvida tan rápido.

—¿Siempre me vas a recordar eso? Ya te pedí perdón.

—Con un perdón no se olvida todo —y con eso lo rodeé y me salí del servicio.

Aiden Ayers

Me giré y mi a Morgan salir por la puerta y me quedé mirando su espalda hasta desaparecer.

Morgan dice que con mi perdón, todo no se iba a olvidar, que no me iba a perdonar tan fácil. Entonces yo voy a hacer que me perdone de verdad, me voy a merecer su perdón, porque la deje escapar una vez, no voy a dejarla escapar dos veces.

Narrador omisciente

En menos de diez minutos la casa de los Dankwoth-Ayers se llenó de agentes de policias y de la administración del control de drogas.

—¡Agentes! Distribuirse por toda la casa y buscar pistas, esto es un secuestro y las cosas más insignificantes son las que mas valen —gritó el jefe de la policia nacional.

Los agentes se distribuyeron entre toda la casa y varios de ellos presenciaron a Morgan bajar las escaleras, no le dijeron nada, solo se le quedaban mirando. Morgan estuvo en el salón y miró a su alrededor, ninguno de sus amigos se encontraba ahí y eso era raro.

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