El momento llegó un tiempo después, y solo le rogaba a los dioses que mantuvieran a mi amada fuerte y que no me odiara en el proceso.

El cabecilla invocó a todos los nuevos debutantes a pasar al salon dorado como solían llamarlo, era en esta parte donde mi amada y yo debíamos separarnos...

— ¿ No vas a venir conmigo Alexandré?

— Solo los nuevos debutantes mon amour, solo ustedes pueden pasar, los demás estaremos arriba, te estaré observando desde arriba, escucha, hay algo importante que tengo que advertirte.. — La abracé, y la mantuve entre mis brazos, necesitaba decírselo aunque estuviera en contra de las reglas— Escucha mon amour, tienes que hacer lo que los demás debutantes hagan en el salón dorado, ¿entiendes? No te preocupes y no tengas miedo, nada es tan horroroso como se ve, lo prometo, y si no puedes con tanto, cierra los ojos y hazlo.

— ¿Cerrar los ojos? No estoy entiendo Alexandré, ¿Me van a asustar con algo? No voy a entrar si es así.

— Debes entrar ahí ¿sí? Debes hacer esto por mí, por nosotros, no es nada que yo no haya hecho antes.

— ¿Qué es lo que pasa? Me quieres asustar a propósito, ¿verdad?

Salomé no cree en nada de lo que le decía, ella creía que estaba bromeando o tratando de asustarla a propósito, tal vez lo mejor era dejar que entrase ahí sin tener mucha información, pero de otro modo estoy seguro de que ella no entraría ahí por las buenas.

— Es hora de que vayas con ellos, yo estaré contigo aunque no me veas ahí. — besé sus suaves labios a escondidas por última vez, acaricié su hermoso rostro, esto no esbuna despedida, esto solo era una prueba más— Te amo mon amour, te amo.

Ella se unió con los demás, se fue sin decirme nada, no voy a negar que me dolió un poco su silencio, al confesar una vez más lo que yo siento por ella, y que una vez más no obtuve un "Te amo" devuelta, pero no es el lugar ni el momento para exigirle explicaciones.

Subí junto a los demás al segundo piso para obtener una mejor visión del salón dorado, los debutantes estarían iniciando el ritual de aceptación, todos tomaban asiendo en una mesa larga; me llegaron algunos recuerdos de cuando fui un debutante más, éramos Jules y yo en aquel tiempo, nuestro padre era el anfitrión de honor, aquella noche dió un discurso sobre lo importante que es la comunidad a la que pertenecían y lo afortunados que éramos al entrar en esta, recuerdo no tener idea de lo que sucedía, para mí era un evento social más, mientras que Jules trataba de asustarme diciendo que vendería mi alma al diablo, no muy lejos de la realidad pero era necesario.

— Alexandré Belmont ¿cierto? Gusto en conocerte, soy Irene Kim. — Una mujer asiática se acercó a saludarme, traía una copa de champagne en su mano junto con una enorme sonrisa, ¿Quién es esta mujer? Tuve la sensación de haberla visto antes pero no lo recuerdo.

— El placer es mío señorita Irene, disculpa si soy grosero, no tengo buena memoria, ¿nos conocemos de alguna parte? — Dije sonriéndole, es una mujer que desprendía elegancia y seguridad.

— Oh no! No nos conocíamos antes, pero sí soy muy amiga de tu hermano, Jules Belmont, él y yo estuvimos juntos el año pasado en la semana de la moda en Milán, había oído cosas buenas de ti, y ahora que te he visto solo no me resistí a saludarte.

Le eché una rápida mirada a aquella encantadora mujer, bajita, muy delgada para mi gusto, de algunos 30 años, guapa y magnética, no es del estilo de Jules en absoluto, ella es demasiada mujer para él.

— Me alegra que lo hayas hecho. — refiriéndome a que viniese donde mi solo a saludarme. — ¿ De quién eres acompañante esta noche?

— Mi prometido es uno de los debutantes, es más joven que yo, venimos desde Singapur y él odia los aviones, vino hasta aquí solo por mí, lo que uno hace por amor ¿no es así?

The million dollar manWhere stories live. Discover now