01. storm

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—¡No entiendo por qué no dejas de ganarme! — su vocecita exclamó molesta, haciendo un puchero ya que seguía perdiendo una y otra vez.

No le gustaba perder.

No lidiaba bien con eso.

—¡Perdón! — lamentó el de cabello negro azulado con nerviosismo.

—Bien, voy a...

—No más, ya me estoy aburriendo. — Ash pasó sus brazos por detrás de su cabeza, suspirando.

—¡Por favor, tú siempre ganas! — la peli-morada estaba ruborizada por el enojo, cosa que claramente era involuntario y le removía un poco el corazón al contrario.

Cuando el niño estuvo a punto de proponerle que descansaran un rato, una voz femenina lo cortó.

—¡Niños! — los llamó Delia antes de entrar. Ambos detuvieron sus movimientos para mirarla. — Cariño, tu madre no podrá venir por la lluvia. — anunció entrando en la habitación, encontrándose con los pequeños de siete años sentados frente a frente en el suelo, con un Monopoly separándolos. La niña bajó la mirada desanimada debido a sus palabras. — Pero te puedes quedar a dormir aquí por hoy, no te preocupes.

—¡Sí, Dolly se quedará! — celebró el de tez morena mientras se reincorporaba, feliz por el hospedaje temporal de su amiga. — ¡Es genial! ¿No es cierto? — se dirigió a la contraria.

—¡Claro! — titubeó cerrando los ojos, ladeando la mano.

Estaba ciertamente nerviosa por aquella famosa lluvia que, según los pronósticos, se convertiría en una tormenta con el pasar de las horas. Odiaba las tormentas por el temblor que causaban en ella y su pobre cuerpecito. Además, el clima debía de estar muy feo como para que su madre no se arriesgase a venir por ella.

—¡Vengan, bajemos a cenar! — ambos asintieron con energía. Cuando la mujer castaña se dio la vuelta, el menor aprovechó y tomó la manito de la contraria para que caminase.

Ella se ruborizó, pero aún así le siguió.

La cena no fue incómoda por estar en casa ajena o algo por el estilo, al contrario, de hecho fue demasiado alegre y ruidosa. La mujer tan sólo se limitaba a sonreír y calmar por momentos la euforia de ambos.

—Bueno, esta será tu habitación por esta noche. — le dijo la mayor con una sonrisa al entrar a un cuarto.

Se notaba que era para los invitados, ya que solo había una cama.

—Muchas gracias. — agradeció con un sonrojo.

—No es nada, duerme bien. — y se retiró.

La peli-morada tragó saliva con nerviosismo, entre pequeños suspiros. Para este momento la lluvia ya estaba bastante fuerte, así que... iba a ser una noche bastante difícil.

Apagó la luz y corrió hacia la cama, acostándose en ella lo más rápido que pudo por miedo a la oscuridad. Ella era una niña muy miedosa, le temía a casi todo.

Los truenos resonaban por todos lados, azotando las ventanas y la puerta principal. Ella y sus dientes tiritaban entre sí, no lo iba a poder soportar.

Estando en su momento más débil, se levantó y corrió lo más que sus piernas le permitieron hacia la habitación del mostaza. La abrió y la cerró temblando, se dio la vuelta y lo movió lo más delicadamente que pudo.

—¿Dolly...? — la voz adormilada del niño la llamó, desorientado. — ¿Qué sucede?

—¿Puedo dormir aquí? — Ash frunció suavemente el ceño, con un dejo de precaución. No estaba muy convencido de su idea por múltiples razones, pero convenientemente en ese momento fue que recordó que ella le temía a las tormentas. — Por favor... — y bueno, sus ojitos llorosos lo terminaron de convencer.

—Claro, ven. — le hizo un espacio en su cama. Ella se metió inmediatamente, empezando a sentirse a salvo.

Pero faltaba algo.

—¿Puedo abrazarte? — Ash no se esperaba esa pregunta para nada. Siempre se abrazaban y cosas así, y no le pedía permiso para eso. Pero esta vez parecía algo más delicado, íntimo.

—¿Qué clase de pregunta es esa? — preguntó con el ceño levemente fruncido, ella se encogió en sí misma por el extraño sentimiento que surgió en su pecho al saber que, al parecer, la acababa de rechazar. — Claro que puedes, Dolly.

Ese sentimiento fue reemplazado rápidamente debido a sus palabras. Dorothea sonrió de una manera hermosa, apegándose a su pecho inmediatamente. Percibió el adictivo aroma del contrario cuando lo hizo, era algo dulce pero definitivamente gustoso para ella.

Escuchó los latidos del de cabello negro azulado, los cuales empezaron a acelerarse y eso la hizo sonreír. Mientras que el rostro de Ash era un desastre sonrojado, con su corazón latiendo desbocado de su pecho (no sabe que ella ya lo sabe).

Y así se durmieron, con la joven ya más en paz. Eran demasiado inocentes como para saber que una niña y un niño no deberían dormir juntos, pero en ese momento no les importaba.

✓ DOROTHEA, ash ketchum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora