02. the prom

150 23 8
                                    

Ese día era el baile de graduación (de cuarto grado, primaria) de los niños de diez años, y por consiguiente, la despedida de varios jóvenes que se convertirían en entrenadores en unas pocas semanas.

Evidentemente no era algo oficial de la escuela, era algo que las madres planearon.

La joven estaba nerviosa, nunca había ido a una de estas cosas y realmente no sabía cómo sería. De seguro iba a tropezarse y parecer una completa idiota frente a todos.

Tenía un vestido azul algo oscuro con lunares que le llegaba por abajo de las rodillas. Su cabello estaba recogido aparentemente sin mucho esfuerzo. Aún así, se sentía algo incómoda.

—¡Cariño, te ves hermosa! — su madre, Aike Walls, quién tenía un cabello morado más claro que el suyo, halagó dándole un fuerte abrazo. Dorothea simplemente le correspondió.

—Gracias, mamá... — respondió por lo bajo. — ¿En serio tengo que ir...?

—¡Es necesario! — alzó un poco la voz con una sonrisa. — Para que conozcas más gente y...

—Y para que no esté tanto con Ash, ¿cierto? — inquirió, alzando sus cejas con algo de indignación.

La mayor suspiró. — No es por eso. Me preocupas, hija...

No quería, pero tal vez y tenía razón.

—Trataré, lo prometo. — Aike sonrió.

—Gracias. ¿Ya estás lista? — ella asintió, insegura. — ¡Entonces, vamos! — vociferó con clara alegría y emoción por la primera fiesta de su única hija.

Cuando salieron, entraron al auto prácticamente de inmediato y arrancaron. La menor veía por la ventana distraídamente, sin pensar en algo en específico. Era de noche, ya casi casi todo estaba oscuro. Estaba notablemente preocupada por su primer y muy seguramente último baile en toda su vida.

No tardaron mucho en llegar, ya que evidentemente Pueblo Paleta era un sitio pequeño. El lugar del evento era en un salón cerca de un parque, desde afuera se escuchaba el fuerte y sordo sonido de la música. — ¿Te vas a quedar? — preguntó Dorothea quitándose el cinturón de seguridad, a punto de bajarse.

—No, te voy a dejar tener tu momento. Pero regresaré por ti en dos horas. — ella asintió.

—Adiós, mamá. — se despidió con una sonrisa.

—¡Adiós, cariño! ¡Espero que te diviertas! — asintió, cerrando la puerta del vehículo rojo.

La peli-morada se dio la vuelta y empezó a avanzar para entrar. Maldijo por lo bajo al darse cuenta de que su madre se quedó ahí para asegurarse de que entrara.

Al hacerlo, las fuertes luces la cegaron por un momento, tuvo que entrecerrar los ojos por unos segundos. Al abrirlos, notó que habían varios jóvenes de su edad, conversando, haciendo bailes tontos y cosas así. También habían algunas madres ahí, cuidando a sus hijos.

Pero el que más resaltó fue su incondicional amigo, Ash Ketchum. Tenía un esmoquin negro, pero sin el típico moño. Estaba solo, sentado en una silla de plástico y sosteniendo una botella de agua.

Al parecer estaba triste, o simple y sencillamente aburrido. Ella estaba dispuesta a cambiar eso.

Se acercó cruzada de brazos, con una sonrisa de orgullo dibujada en el rostro.

—Vaya, así que sin mi no vives, ¿cierto? — preguntó al llegar frente a él, con humor.

El mostaza subió la mirada impresionado al escuchar su voz, pero lo estuvo aún más cuando la vio con ese vestido azul.

✓ DOROTHEA, ash ketchum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora