Ya tendré tiempo de pensar en el maldito de John, o en las mentiras de David, o en qué coño haré cuando deba enfrentarme a ello.

Estoy muy cansado ahora mismo.

—Te has despertado temprano —dice alguien a mi espalda.

Ladeo la cabeza para ver a sus centellantes ojos azules y melena rubia acercándose.

—No tenía mucho sueño.

—Ya veo. Eres todo un búho madrugador. —Se ríe y se acurruca a mi lado. Sigue ataviando mi camiseta que le queda bastante holgada, pero se las apaña para que el aire no se meta dentro de ella.

La miro por unos segundos. Ella clava sus ojos justo sobre el punto exacto en el que el sol saldrá en cualquier momento.

—¿Te sientes bien? —le pregunto.

Ella asiente. Una leve sonrisa se esboza en sus labios.

—Sí, claro. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Pues... anoche fue muy salvaje —le recuerdo. Una sonrisita juguetona se apodera de mis labios.

Noto el rubor que inunda su cara.

—¿Ah sí? No lo recuerdo.

—¿No lo recuerdas?

—Nop. —Niega, dignándose a mirarme por primera vez desde que se sentó en la arena. Veo a sus labios estirarse ligeramente.

Estiro el brazo y tiro de su camisa. Mi camisa.

—¿A caso quieres que te lo recuerde? —cuestiono, inclinándome hacia ella para que nuestras caras se encuentren más cerca. Sus ojos no paran de mirarme, tan brillantes como nunca. El rubor en sus mejillas le asienta tan bien.

—No lo sé. ¿Deberías recordármelo?

—No lo sé. ¿Quieres que lo haga?

—Pues...

Presiono mis labios sobre su hombro, y le sonrío.

—No juegues conmigo.

—No lo estoy.

—Lo estás. ¿Cómo es posible que no recuerdas nuestra frenética noche de pasión y lujuria?

—¡Justin! —chilla, atinándome un golpecito en el pecho desnudo. Sus dedos se detienen sobre mi clavícula, y sus ojos se ahogan en los míos. Mierda. Nunca me había sentido tan atraído hacia alguien como con ella. Ni siquiera a Max cuando el Justin puberal le tenía muchas ganas.

Sus mullidos labios rosados me tientan de robarle un beso justo a minutos antes de atestiguar la primera luz del día.

Y no me contengo.

Ella atrapa mi beso separando sus lindos labios para mí. Voy suave y sin prisas, saboreando ese tinte dulzón de su boca. No podría hastiarme de ella ni que me lo proponga. Es adictiva la forma en la que nuestros labios parecen amoldarse a la perfección. Lo malditamente bien que se sienten nuestros cuerpos al rozarse. Las sensaciones que flotan a nuestro alrededor y nos apresan sin titubear.

En un instante mis dientes se enganchan de su labio inferior y tironeo de ellos.

Lotty jadea enviando corrientes de calor por mi cuerpo.

Dejo de besarla, pero no aparto nuestros rostros.

—¿Se te refrescó un poco más la memoria? —inquiero en un susurro ronco. ¿Por qué sueno como un gallo ronco siempre que acabamos de besarnos?

Tentación Irresistible © [Completa✔️]Where stories live. Discover now