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Cortes horizontales surcan tus muñecas, la piel está enrojecida a su alrededor y hay sangre seca en ellas.
Tú, dormida, perdida en el mundo de la fantasía al que fuiste llevada luego de haber perdido la consciencia. Sumida en un infierno lleno de oscuridad y dolor que has creado basándote en el color de una vida llena de humillación, soledad y falsas esperanzas que derribaron tus ilusiones y las pisotearon hasta convertirlas en una fina capa de cenizas que el viento distribuyó en las ruinas de aquel que solía ser tu mundo.
Derribada, sobre las frías baldosas de una casa vacía donde diste tus primeros pasos, donde fingiste recibir amor. Inconsciente al ser derrotada por los demonios que te rodeaban, el filo descansa en tu mano, el suicidio se aloja en tu alma como el más grande de los anhelos y el más cruel de los destinos. Tus ojos cerrados aún resguardan lágrimas bajo tus párpados, las mismas que te negaste a derramar en un intento por ser fuerte.
Y sé que tu lo sabes pero la cobardía te impide hacerlo y sigues haciendo cortes horizontales cuando lo único que necesitas para aplacar el dolor en tu interior y terminar con todo de una vez por todas es hacer un profundo corte en forma vertical, y ese, mi pequeña suicida, ese sería tu final. Tu más grande anhelo. Tu deseo de paz.

ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora