Sempiterno

Capítulo 1: Esto no soy yo.

Mis amigas no dejan de contar sus experiencias de fin de semana una y otra vez. Siempre salen con una cosa diferente cada lunes y yo sin embargo nunca tengo una gran historia o una mínima rutina diferente.

Mi familia y yo vivimos en un pueblo a pocos kilómetros de la ciudad donde se encuentra mi instituto. A veces se me hace muy difícil conseguir quedar con mis amigas después de clases ya que si o si tengo que subirme en una furgoneta que me llevará a mi casa. Somos una familia de clase media sin ningún puesto importante o algo que destacar. Somos lo que algunos etiquetan como "gente normal".

Mi padre nunca ha sido partidario de dejarnos salir a mi hermana o a mí como a cualquier adolescente. Alguna vez me he replanteado como he podido perder tanto su confianza para que no me deje hacerlo. Entiendo que a mi hermana la deje menos ya que tiene doce años pero yo que le saco cuatro años sigo sin entender el porqué. Alguna vez mi madre ha podido darme alguna pincelada sobre su actitud para poder empatizar más con él o conocerlo más en profundidad, pero siempre acabo en el mismo punto: tiene miedo. Miedo a que me deje influenciar por la actitud de los adolescentes, la mayoría rebeldes y experimentadores, o que simplemente coja el hábito de no estar a penas en casa. Yo hasta cierto punto puedo entenderlo, pero no creo que sea la forma mas adecuada de hacerle pasar la adolescencia a tu hija, encerrada en casa.

Mi madre por el contrario siempre ha intentado ayudarnos en ese aspecto, pero casi nunca ha servido de algo. Siempre me han enseñado a ser un modelo a seguir para mi hermana y familiares. Tengo que dar una buena imagen tanto a mi familia como a los amigos de mis padres, llegando a guardarme mis sentimientos en cada momento si hace falta. Siempre me he sentido como una princesa encerrada en un castillo. Para colmo, a penas he podido expresar nunca mi opinión ya que para mi padre era contestar o como un símbolo de revelación. Entonces cada vez que le pedía permiso para salir por la ciudad con mis amigas del instituto y me decía que no, tenía que callarme, acatar y hacer como si nada aunque no lo entendiera, aunque dicho comportamiento me hiciera sentir frustrada o impotente y eso me hiciera apagarme cada vez más. Pero claro, eso mis amigas no lo sabían.

—Abi —la voz entusiasmada de mi amiga me saca de mis pensamientos. —¿Alguna novedad del absurdo de tu novio?

Mira mi móvil como si fuera una bomba a punto de estallar. La pantalla no deja de iluminarse mostrando mensajes. Los ignoro completamente ya que sé lo que me espera.

—Se va de erasmus y quiere una relación abierta —Contesto intentando no parecer preocupada. Las tres se quedan estupefactas. Miro a Lia intentando pedir consejo con la mirada, o alguna palabra que pueda ayudarme a afrontar la situación.

—Osea que ¿Aguantas las excusas que te da para no venir a verte y ahora te llama tóxica?

—Sabes que no puede venir desde la otra punta del país por sus padres y sus estudios —lo excuso intentando creérmelo realmente.

—Eso no es así. Tiene veinte años, lleváis dos años juntos y en ningún momento se le ha pasado por la cabeza venir a verte. Entiendo que tenga sus cosas, como todo el mundo. ¿Pero enserio tu crees que no va a tener un solo fin de semana para venir hasta aquí?

Me quedo en absoluto silencio ante la gran fuerza de su argumento. Ella también tiene una relación a distancia y se han visto ya varias veces aunque el vive a cinco horas de Madrid, en Sevilla. Lucas vive a solo tres horas y media.

—Sabes que aun así no podría quedar con él. Mis padres no son... —dejo las palabras en el aire y suspiro. Laura cambia de tema rápidamente, lo cual agradezco. No tengo ganas de leer los mensajes que me ha mandado Lucas ya que se lo que dirán. "Es que me agobio con todo esto", "siento que necesitamos un tiempo", "no me gusta hacerte daño y hablarte así". En los dos años que llevamos ya he perdido la cuenta de cuantos tiempos me ha pedido. Respiro hondo y trato de alejar los malos recuerdos y quedarme con los buenos.