CAPITULO 13. POV GABRIEL. USTEDES TIENEN SUS TÉCNICAS (segunda parte)

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Tampoco le puedo faltar a la promesa que le hice a Rámses.

—¿Después?¿Por qué no desde este momento?.

—Porque ya te dije que este viaje sería directo contigo.

—Está bien, pero tú y yo hicimos el mismo pacto con Rámses, así que le contaré todo.

Si por favor, ¡hazlo! Para mi es agotador.

—Pero lo harás cuando estemos de regreso en la casa, la idea no es que lo atormentes en plena entrevista.

Deja que cumpla mi parte del trato Beleza, porque es posible que él no lo crea si viene de ti. Pensarás que te cohíbes.

—¿Qué tanto me molestarás como para que sea un tormento para él?

—Yo estoy aquí con su novia, eso es más que suficiente. Imagínate si se entera que tengo un pase libre para coquetear contigo todo lo que quiera.

Y si tengo ese pase libre...

—No tienes ese pase libre.

Quería grabar esta conversación y mandársela a Rámses.

—Pero es lo que él pensará—pues es lo que de verdad está pasando.

—Te propondré el mismo pacto con Rámses entre nosotros. Siempre sinceros, siempre claros, siempre directos y sin secretos.

Esto podría convertirme en un doble espía si Amelia decide preguntarme por algo relacionado a Rámses, pero me gusta lo que ella propone, una amistad así siempre vale la pena.

—Trato hecho—acepté y ella estrechó mi mano.

— Entonces... ¿Qué fue lo que pasó aquella noche?.

Lo sabía, sabía que había algo oculto. Pequeña tramposa.

No me quedó de otra que decirle todo lo que había ocurrido entre nosotros, incluso aquellos retazos que aún no cobraban forma y que quizás nunca lo hicieran. Su cara mutaba de horror, espanto y vergüenza. Me hizo sentir mal, obviamente, pero también me alegró ver que para ella no había sino nada significante, que sus sentimientos por Rámses no se vieron alterados, ni siquiera cuando por fin comenzó a recordar.

Amelia me pidió disculpas como si hubiese sido su falta, ni siquiera se las acepté. No correspondía que se disculpara por algo que ninguno de los dos pudo controlar. Me quité un peso de encima diciéndoselo y la verdad es que viendo su cara mientras le contaba me ayudó a matar esa pequeña curiosidad que me quedó de esa noche.

.

.

.

—... y eso fue todo lo que me dijo. ¿Puedes ya creer que ella te ama con locura?.

—Y... ¿el beso?

—No me jodas Rámses...—bufé molesto.

Era temprano en la mañana y lo puse al día de todo lo que había conversado el día anterior con Amelia, detalle sus gestos y reacciones lo mejor que pude. Quería dejarle bien claro sobre todo lo que ella hizo evidente cuando recordó lo que pasó entre nosotros, que este francés imbécil e idiota por fin entendiese que ella no tenía ese tipo de sentimientos por mí y aproveché de decirle que yo ya no tenía esos sentimientos por ella, no de esa forma, que me gustaba, me atraía, la quería... pero que ella estaba en mi friendzone, en la cuñadazone y que si la vida fuese otra no quisiera tenerla allí, pero en esta vida, la que me toca vivir, hasta me agradaba tenerla allí.

Algo eternamente prohibido y por lo tanto eternamente divertido.

Y él aun así me insiste en el beso... está loco definitivamente.

No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 2Where stories live. Discover now