Salir.

237 27 31
                                    

Y si no hay suficiente contenido de tu shipp, lo haces tú mismo.

__

Bajó a la cocina por algo de comida luego de darse un baño, no tiene idea de cuánto tiempo lleva haciendo ejercicio pero muere de hambre, espera encontrar sobras del almuerzo que Octus preparó. Terminó de caminar por las escaleras mientras tararea una nueva melodía que está aprendiendo a tocar con la guitarra, pasó por la sala y no esperó encontrar a Ilana aún sentada en el sillón.

Se suponía que en estos instantes estaría en una cita con un chico que conocio hace unos días. Lance debía ser sincero, desde el primer momento que lo vió cruzar con ella por el pasillo de la escuela lo odio, no hay razón, igual que con los demás chicos estúpidos que con ella sale. Pero este idiota se pasó de la raya, no tiene que ser un genio para saber que la dejó plantada.

Se quedó unos segundos mirándola; su mirada clavaba en el suelo, su postura de decepción, sus manos jugando con la tela de aquel bonito vestido blanco (que debía de admitir que le queda estupendo), sus ojos apagados, sin brillo, dolida; de su boca sale un suspiro demasiado abrumador, a la par de ella, el teléfono. Quizás el imbécil ni siquiera se ha dignado a llamarla.

Lo maldijo con los insultos de Galaluna que solo usan para las peores criaturas que existen, luego iría personalmente a enseñarle modales. ¿Quién se cree ese tonto para meterse con la princesa? Ella es demasiado para un simple terricola como él.

Subió de nuevo las escaleras a su habitación, sustituyó su pijama (qué solo es un blanco shorts corto, demasiado cómodo. Sin camisa, claro) por ropa más formal, no tan elegante, simplemente sus jeans, su camiseta negra y sus zapatos gastados. Quizás debería comprar nuevos. Se peinó su cabello con la mano y salió corriendo de nuevo hacía la sala, no sin antes tomar su billetera, obviamente.

La vió igual a cuando se fue. Ni siquiera parecía que se moviera un milímetro. ¿Tan ilusionada estaba por esa cita? Eso lo lleno de una cólera inexplicable, sin embargo, eso ya no es importante. Se acercó lento, unos extraños nervios lo embargaron y, por alguna razón, se sintió un poco cobarde.

Pero no de la misma forma cuando están peleando contra aquellos horripilantes seres y, por unos segundos en ciertos momentos, se llena de temor. No, este tipo de cobardía le sabe diferente.

No seas tonto —piensa para si mismo mientras se acerca a la princesa ignorando el aumento de su ritmo cardíaco—, sólo es para levantarle al ánimo.

Llegó dónde ella, respiró ondo. Le tocó el hombro para llamarle la atención, casi se le sale el corazón al verla así de triste. Ella siempre se emociona demasiado y al final termina decepcionada; ese desgraciado va a perder dos dientes de la sonrisa 'bonita' que tiene.

—¿Tiene hambre?

—¿Octus te dejó comida? —pregunta ella bajito. Lance sería el único que se quedaría en la casa está noche.

—No —contesta con una sonrisa de lado, retrocede un paso para luego extenderla la mano—, pero usted está vestida muy bella está noche, ¿por qué no salimos a comer afuera?

—¿Una cita? —cuestiona ella como sí fuera gracioso. Quizás debería ser una broma entre ellos pero a Lance, por algún motivo, le emocionó y aterró en partes iguales.

—Sí, una cita —afirmo, sus mejillas se sintieron un tantito calientes. Ilana río, tomó su mano y acomodó en su hombro el bolso que no sabía que traía consigo.

—¿Y a dónde iremos?

Lance piensa, al final de la noche cuándo ya está acostado en su cama, que fue la mejor cita que ha tenido.

Ese beso en los labios, no olvidará el sabor nunca.

Cita.Where stories live. Discover now