Una comadreja enamorada VI

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Draco estaba a punto de explotar, no sabía si era por coraje, preocupación o exasperación. De verdad, ¿en qué estaba pensando cuando aceptó ayudarlos? Oh definitivamente no estaba pensando ¿y cómo iba a estarlo si tenía encima a Ron tocándolo de esa forma?

Agito la cabeza ahora cansado, su chico había aprendido algunos trucos. Subió los últimos escalos del séptimo piso y giro en el primer pasillo, lanzo un hechizo sesillo de detección asegurando que nadie lo hubiera seguido, una serie de pequeños puntos plateados se extendieron por el piso en todas direcciones topando con los muros y objetos cercanos, subiendo por ellos hasta el techo, los puntos en ningún momento cambiaron de color confirmando que no había nadie. Camino tres veces enfrente de la pared esperando la aparición de la pequeña puerta de madera.

—¿Se puede saber en qué demonios estaban pensando? —grito apenas la puerta se cerró a su espalda— Se supone que este es un club secreto. Y tú ni hables, estoy más que enojado contigo —Ron cerró de inmediato la boca apenas llegó a su lado, aunque confundido de su presencia, no se atrevió a decir nada, cuando Draco se enojaba cualquier palabra o sonido podía empeorar las cosas, lo mejor era que sacara todo lo que tenía que decir

—¿Qué haces aquí? —preguntó Hermione sin poder controlar su tono apático, por mucho que Ron y Draco estuvieran juntos no significaba que le empezara a agradar. Sin mencionar que ahora le tenía más rencor por robarle a su chico. un sentimiento feo lo sabía, pero era incapaz de controlar, al menos no por el momento cuando aún le dolía mucho toda la situación.

—Tus modales magníficos como siempre...

—¿Qué pasó Malfoy?

—Oh nada... ¡¡Solo que Dolores está a nada de encontrar este maldito lugar!!

—¿Qué? ¿Pero cómo? Hemos sido muy cuidadosos y tenemos un encantamiento secreto —miró a Hermione en busca de comprobar lo dicho y ella le asintió preocupada.

—Un encantamiento de secreto no es nada con los métodos que ese intento de mujer ocupa —dijo negando con la cabeza

—Claro y tu sabes mucho de ello —murmuró Zacharias acusatoriamente. Tres pares de ojos se posaron de inmediato en él, dos enojados y uno lleno de indignación.

—Te recuerdo que la única razón por la que accedí a entrar en las patrullas fue para mantenerlos lejos de este lugar —gruño Draco. Sinceramente porque siquiera se gastaba en ayudarlos, la mayoría de ellos era incluso más prejuiciosos que los supremacistas de sangre y aun se dignaba a sentirse superiores—. Tienes idea de lo cansado que es estar usando constantemente confundus cada vez que ustedes se pasean como una maldita manada a un pasillo en completo desuso y sin aulas.

Los pocos tejones que estaban tuvieron la decencia de sonrojarse, sabían que hablaban de ellos, eran los únicos que siempre se movían en grupo en especial cuando hacían algo que podría causar problemas.

—¿No sería más fácil si usaras olbliviate? De esa forma podrías borrar de sus mentes la existencia de este pasillo y no se acercarán —comentó un tejón que Draco reconoció como un nacido de muggles de quinto año. Merlín de quinto ¿y proponía algo tan estúpido? Definitivamente no estaba de acuerdo con Voldemort y sus métodos, pero algo de razón tenía y era precisamente esto.

—Tu... ¿eres imbécil o solo no te importa la sociedad en la que vives? —preguntó irritado e incrédulo.

—¡Hey! No tienes ningún derecho de llamarlo así —protesto Granger sin notar que otros alumnos miraron incrédulos al chico—. El solo te está dando una sugerencia que de hecho es buena.

—¿Buena? ¡¿BUENA?! ¿Y se supone que eres la lista del trío de oro y alguien que aspira a ser ministro de magia? —la incredulidad de Draco creció y miró a Ron, este le dio una mueca, ya acostumbrado a las diatribas de la chica—. Pensé, que al ser su amigo le explicaría este tipo de cosas.

Una comadreja enamoradaWhere stories live. Discover now