Capitulo 8. Claustrofobia

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Nora dudó un par de segundos antes de cerrar los ojos y comenzar a narrar con voz temblorosa todo lo que había leído. Jose trató de respirar con tranquilidad, ya que no sólo Nora debía relajarse sino él también o le daría un infarto. Después de pensar y darle vueltas al asunto, recordó que según su madre (que era cirujana) el sonido de los latidos de la madre tranquilizaban a los bebés; vale él no era la madre de Nora, pero esperaba que sus latidos y su calor corporal relajasen a la morena y se sintiese segura; además le había dicho que le hablase sobre los libros que leía y así conseguía distraerla de la situación en la que estaban y se centraba en recordar los detalles de los libros.

Notó como la respiración de Nora se iba normalizando y se iba sincronizando con la suya. Pasó un brazo alrededor de su cintura y enlazó su mano con la de ella que no se resistió para nada, es más ella entrelazó sus dedos y se puso a juguetear con ellos mientras hablaba.

—¿Y qué pasó después? ―le preguntó a Nora haciéndole ver a la chica que le estaba haciendo caso aunque la verdad fuese que la estaba ignorando por completo, con disimuló miró la hora, ya habían pasado más de treinta minutos desde que se quedaron encerrados. Esperaba que el técnico no tardase en llegar.

Nora siguió hablando un buen rato más y cuando terminó de relatar ese libro le pidió que le contase otro, a lo que ella accedió encantada. Jose la escuchó con más atención, por lo que se percató de que le encantaban los libros de asesinatos y crímenes. Ella seguía con los ojos cerrados y por suerte ya respiraba con normalidad, también tenía mejor aspecto y casi se había olvidado por completo de que estaba encerrada en un ascensor. ¡Qué dios bendiga el poder del subconsciente!. Jose pasó su otro brazo alrededor de la cadera de ella y la atrajo más hacia él, Nora se acomodó sobre su pecho y siguió hablando. Jose no pudo evitar sonreír, en lo que lo llevaban de curso nunca la había escuchado hablar tanto como hoy; aunque lamentaba que fuera en esas circunstancias.

—Te encantan los libros de asesinatos. ―interrumpió Jose, ella dio un respingo.

—Si, es divertido tratar de averiguar quién es el asesino. ―Jose se puso a jugar con sus dedos y juntó su cabeza con la de ella; cualquiera que los viese en ese momento pensaría que eran una pareja haciéndose carantoñas. ―Casi siempre acierto.

—¿Ah sí? ―preguntó Jose interesado, por alguna razón sonó un tanto meloso así que se aclaró la garganta. Ella asintió orgullosa y Jose apoyó la cabeza en la pared. ― No estaría mal que me prestases uno de esos libros.

— Quizás...―contestó ella dudando, Jose levantó una ceja ¿cómo que quizás? ¿A qué se refería con "quizás"?. Sintió como Nora empezó a temblar y su pulso se aceleraba; debía de estar empezando a ser consciente de nuevo de dónde estaba, se dispuso a abrazarla con fuerza pero el ascensor hizo un fuerte ruido y comenzó a moverse.

Nora se puso en pie de un salto y se colocó delante de la puerta metálica, esperando con ansía a que ésta se abriese. Jose tardó un poco más en incorporarse y se colocó al lado de ella, de reojo vio como Angy recogía sus artefactos. La puerta se abrió y Jose vio a Evan, Bel, Iván (que era el compañero de trabajo de Bel) y Matt, ¿qué carajos pintaba el rubio ahí?

—¡Matt! ―gritó Nora emocionada saltando sobre el rubio que la abrazó con fuerza, Jose sintió un leve pinchazo en el corazón y salió fuera donde Evan lo esperaba con los brazos abiertos.

—Siento haber tardado tanto pero el técnico no hacía sino darnos largas, hemos tenido que amenazarlo diciéndole que somos alumnos de Góngora y que averiguaremos donde vivía y le prenderíamos fuego a su casa, a su coche y a sus hijos. ―explicó Evan mientras le daba palmadas en la espalda, Jose asintió y se giró hacia Nora, ella estaba sonriéndole a Matt mientras Bel le preguntaba una y otra vez cómo estaba.

Tienes que ser tú (TQST Libro #1)©Kde žijí příběhy. Začni objevovat