Capítulo I: La bella durmiente

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Mientras cenamos, papá insiste en conversar conmigo sobre la nueva escuela a la que empezaré a asistir el lunes. Yo no quiero hacerlo, ni siquiera quería, en primer lugar cambiar de escuela. No fue si no luego de que se me ofreciera una beca del cien por ciento, además de mi propia sala de ensayo e incluso cubrieran el traslado de mi propio piano hasta allá, que no pude, con esto me refiero a que mis padres no me dejaron, negarme. Yo me sentía muy cómodo en mi antigua escuela, en la sala del club de música había un piano de pared que podía usar para componer y tenía bastantes amigos, pero qué más da, no tiene mucho que hacer con el mejor colegio especializado en artes de todo el mundo... lo sé, esto les sonará raro pero aquí se ha logrado algo que en sus países les sonará a broma... los artistas somos, no solo bien pagados, si no respetados. Aquí la gente se alegra cuando un niño quiere ser artista, la verdad ni yo me la creo.

Luego de tratar de desviarme del tema un rato y de que me preguntara que se siente que tal academia se fijara en mí, termino por responderle de mala gana.

-Pues no lo sé, papá... tenía buenos amigos, estaba componiendo algunas canciones para la orquesta de la escuela y las iba a presentar el semestre que está por comenzar, incluso me atrevo a decir que una chica se había fijado en mí -respondo con desdén.

-Sé que esto cambia tus planes de mala manera hijo, pero trata de entender, esa escuela es la mejor y se ha fijado en ti para una beca completa, ante los ojos del mundo musical es como si te reconocieran como un prodigio -me responde mientras sé que es su orgullo el que habla y no su paternidad. Años antes el mismo se había negado a que fuera a esa escuela por lo exigente que podía llegar a ser. Dijo que merecía disfrutar de mi niñez y adolescencia plenamente, y que luego si yo quería, podría aplicar para la escuela o incluso para la universidad a la que está asociada. Desde esa falsa afirmación han pasado unos diez años y ahora me obligó a cambiar de escuela en mi último año.

-Lo sé y por eso dejé que ustedes me pasaran por encima con esa decisión, pero que quede claro papá, feliz no estoy -respondo dejando muy en claro mi molestia. Es la ventaja de mis padres, yo mismo puedo expresarme como quiera sin que lo vean como una falta de respeto... la única, en lo demás son como cualquier otro adulto, no es como si fuese algo negativo.

-Como sea, ¿empacaste? Mañana tú tía te espera a primera hora -pregunta siguiendo la conversación anterior sin apenas pensarlo, sabía que esta vez sí me seguía la corriente iba a salir no solo muy enojado si no lastimado también.

-Por supuesto que sí, yo nunca dejo nada al azar, papá -respondo mientras me levantaba con mi plato vacío-. Por el amor a Dios, no dejes que nadie mueva ni un centímetro mi piano, ese piano de cola se queda aquí y se acabó. Ya veré en donde practico, pero recuerda que no accedí en ningún momento a que se lo llevaran. Esa cosa está prácticamente pegada al piso de la casa y tendría que sacarse por el techo.

-Lo sé hijo, lo sé, ese piano es una reliquia, el marfil ya no se consigue -dice mientras empezaba a lavar la vajilla-. Tranquilo, el piano no va a ninguna parte.

-No es sólo eso papá. El piano se queda aquí porque quiero volver lo más pronto que se pueda -contesto inquisitivo y molesto, yo no quiero ir a ningún lado.

Él simplemente agacha la cabeza, creo que fui muy lejos ahora y la verdad me siento algo culpable de haberlo hecho. Papá sabe que estoy muy molesto, pero no significa que no lo quiera, bueno accedí a irme después de todo, pero San Lorenzo ha Sido mi hogar toda la vida y sacarme así de el no es ni de lejos buena idea.

Por la noche me siento en el viejo piano de cola, esperando no tener que salir de allí. Me siento frustrado, enojado, una sucesión de acordes disonantes es lo único que salía en aquel cuarto aislado.

A la mañana siguiente me encuentro dentro de una gabardina larga y negra como mi alma. Lo sé, mi humor es exquisito, muchas gracias por notarlo. Me había trenzado el cabello justo como Lucy me enseñó, así que no debería verme mal.

Cómo sea a primera hora, Daniel y Lucy, mis mejores amigos, están en mi casa. Mamá les había dicho que me iba, aunque yo no quería que se enteraran. Iba a pasar si acaso un semestre ahí después de todo, según yo.

-¿Quieres decirme, enano de mierda por qué no te molestaste en decirme que te ibas? -me reclama la morena chica mientras apretaba mi brazo contra su pecho. Daniel por su parte reía con aquella escena.

-Para empezar, el burro hablando de orejas, luego yo mido 1.80. Que Daniel sea un poste no es asunto mío. -ahora se deja de reír de mí, se ve ofendido y obligado a defenderse.

-¡Oye! A mí no me culpes de tu estatura, la mía es perfecta -exclama Daniel indignado.

Lucy y yo solo nos echamos a reír sin parar y luego Daniel nos siguió (era evidente que ambos éramos casi igual de altos).

-Te extrañaremos, Seb, ¿verdad Dani? -pregunta Lucy con ternura. Ella es una dulzura, súper efusiva y súper buena chica, todos los chicos de la escuela están orbitando siempre a su alrededor.

Daniel solo levantó la mirada como haciendo que no le está poniendo atención

-¿Verdad Daniel? -vuelve a repetir mientras lo miraba de manera amenazante.

-Si... obviamente -responde con sarcasmo mientras metía las manos en su bolsillo.

-¡Eres un idiota! -le respondo sonriendo-. Bueno chicos hora de irme, Lucy por favor cuida que este imbécil no robe un banco o fume marihuana sin querer -bromeo riendo.

Lucy no me quería dejar ir, pero al final me dió un beso en la mejilla y me dejó subir al automóvil. Aún corrió llena de lágrimas detrás del auto de mi padre una o dos cuadras, es demasiado dramática, hace parecer mi vida una comedia romántica o algún tipo de anime.

Miro un mensaje de Ana, la chica de la que le había hablado a papá, pero no tuve el valor para responderle, ella no conoce a mi madre, por lo tanto no sabe que yo me voy. Me parte el corazón hacer una cobardía así, pero en este momento no sé cómo reaccionar a todo lo que está pasando, espero volver rápido para explicarle bien todo lo que pasó y que algún día me perdone.

Still Loving You. Where stories live. Discover now