Capítulo #9

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No paro de dar vueltas por las calles más concurridas de la ciudad, estoy en una especie de trance por desesperación. Parezco un loco andando de un lado al otro sin rumbo. No se me ha ocurrido nada para evitar que se los lleve y ya casi no queda tiempo, con mi poca atención a mí alrededor y mi caminata desesperada tropiezo con varias personas, pareciera que estuviera drogado.

Llega el viernes y los veo donde siempre, desde el mismo árbol. Platico con ellos como si nada pasara, pero es casi imposible, y hasta ellos saben que está sucediendo algo malo. Es inútil tratar de ocultarles todo, están demasiado involucrados y son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta.

‒ Han averiguado a ¿Dónde los quieren llevar? ‒interrogo para tener más detalle de la situación y poder ingeniarme algo por lo menos.

‒ Ya nos dijeron cuando nos vamos ‒responde Oliver deprimido‒ nos llevaran hoy ‒me mira con ojos de súplica como diciendo "no me quiero ir"

‒ ¡¿QUÉ?! ‒me sobresalto, pero controlo mi tono de voz y continuo‒ ¿Por qué tan rápido? Aún tienen clases ‒señalo.

‒ Si, pero son eventos de fin de curso, como viajes de campamento y visitas turísticas por el país. Pero mamá dijo que son innecesarios, que nos puede llevar a viajar ella sola ‒con el dinero de otro; pienso cuando escucho a Lucien hablar‒ entonces no nos inscribió a ninguna de esas actividades para poder adelantar el viaje que tiene preparado.

‒ Entonces ya les dijo a dónde los llevara ‒a dónde planea llevar esa mujer a mis hijos.

‒ Dijo que quería ver muchas cosas, así que planea viajar por toda Asia, yo pensé que era un país, pero me explicaron que es un grupo de muchos países juntos. Pero yo no conozco nada de allá, ni siquiera sabía que había diferentes tipos de chinos ‒la explicación tan inocente de Lucien se hace gracia, pero no me distrae del punto principal.

Los quiere cambiar no solo de país, sino de continente. No los volveré a ver si se los lleva, y parten hoy mismo. Mi cabeza se nubla pensando lo peor. Pero la voz de mi hijo mayor interrumpe ese estado tan negativo.

‒ Y ¿Cuál es el plan? ‒interroga mientras come otro bocado de su almuerzo. Lo miro extrañado y le pregunto a qué plan se refiere‒ es decir, que no has planeado nada para impedir que mamá nos lleve ‒expresa con incredulidad.

‒ No, bueno sí; es decir, si he planeado algunas maneras, pero es ninguna de ellas pensé en ustedes participando activamente ‒de mi propia respuesta caigo en cuenta que no tenía nada planeado en concreto, solo ideas descabelladas guiadas por la desesperación.

‒ Yo quiero ayudar ‒expresa Oliver su deseo.

‒ no quiero que hagan algo que los ponga en peligro ‒les confieso mis preocupaciones.

‒ Aun así queremos ayudarte ‒siguen insistiendo.

‒ Lo entiendo, pero no sé como puedan...‒se me viene una idea la cabeza‒ quizás hay algo que puedan hacer ‒les revelo lo que se me ha ocurrido, repasamos el plan un par de veces antes de que suene la campana. Los niños se van y yo me dirijo a la entrada del instituto. Era demasiado temprano; aún faltaban algunas horas antes de la hora de salida.

Pero no me importo en lo absoluto, me llené de paciencia visualizando el plan en mi mente una y otra vez, tenía que ser a prueba de bobos. Aunque siendo sincero conmigo mismo, no estoy muy cuerdo en estos momentos como para ver los pequeños detalles en mi patrón de pensamiento.

Se hizo la hora de la salida, suena el timbre y los niños salen de las instalaciones. Hago un reconocimiento visual buscando el auto que pasa a recogerlos, lo veo llegar y los chicos se dirigen hacia el coche, los espera un hombre mayor que les abre la puerta y la cierra a sus espaldas cuando están adentro.

Juego De PeonesWhere stories live. Discover now