Prólogo

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Pronto se acercan los días para la reconciliación fugaz, para las nuevas metas, para la ilusión de los más jóvenes, para la unión de las familias... también para los árboles de navidad solitarios, para las noches que son tomadas como un día más, para la noche donde los regalos y las decoraciones navideñas 

La navidad siempre me ha emocionado, ya sea estando solo, o acompañado, es una fecha especial en la cual olvidas todo lo que pasó, o está pasando en ese momento, unas fechas donde eres libre. El mundo se llena de colores, y los disfraces de santa llenan las esquinas del mundo. Ni que decir de la comida, que quedamos muchas veces con arrepentimiento al ver un pliegue de piel extra en el abdomen o en los muslos luego de amanecer exhaustos por pasar toda una noche en vela.


Este año, estoy solo, una vez más... bah, no del todo. Al llegar a Mérida siempre hay alguien que conozco con quién pasar la navidad, al menos de forma no irónica, o sexual.


Mientras escribo esto, bajo en un jeep de principios de milenio que pasa cada semana cerca de mi hogar, hasta la aldea capital de Mérida, como le suelo llamar siempre. Acostumbro a hacerlo cada fin de semana para socializar, trabajar y comer algo distinto... aunque más que todo para trabajar, ya que en mi casa no llega ni un poco de cobertura. Los cielos están teñidos del distintivo color grisáceo de nubes montañosas, y el camino que se vislumbra ante mis ojos está tan agradable como todos los días; cada 4 o 5 minutos pasamos cerca de cabañas rurales que rodean las tierras, y tanto el chofer como yo aprovechamos para saludarles desde lejos... ug, a pesar de estar a contra viento puedo oler mucha comida deliciosa... hasta se me dan ganas de abandonar el jeep y quedarme con esas familias para pasar días enteros allí comiendo. 

Pero el deber me llama, no puedo ignorarlo o no tendré para comer. Debo pensar así para no caer en la flojera, si eso pasa, puede que termine como mis padres.

Creo que mi plan será irme al águila café, y de allí trabajaré un buen rato...


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-disculpe señora, ¿qué ciudad me recomienda para hacer turismo?

Le pregunté al recepcionista de la aerolínea... eh, ¿cómo se llame?


-eh... este...

La recepcionista parece algo confundida... ¿Oh? Parece que llamó a alguien, ¿será que no sabe inglés?


-buenos días, señorita, ¿en qué puedo ayudarle?

... La chica que llegó es mucho más joven que yo, y parece que habla mejor inglés que el mío... qué bajón.

-¡hola!, busco un sitio para hacer turismo, un amigo me recomendó este país para pasar el rato... pero no investigué mucho antes de venir, estoy algo perdida


-¿un lugar dice? Pues, primero, ¡bienvenida a Venezuela! Para esta época del año, le recomendaría el estado Mérida por si le gustan los climas fríos, pero si está más acostumbrada a climas regulares puede visitar el estado Aragua.


Mientras hablaba, la chica me entregaba varias cartillas con nombres de posadas que tenían imágenes llamativas con... ¿Aldeas alemanas? ¿Esto no es Latinoamérica?

Acepté los folletos, le di las gracias a la recepcionista y fui a sentarme para verificar mis opciones...

-(Todos están en español...)

Utilizo mi celular para buscar los lugares que me recomendó la chica... ¡¡y los folletos no mentían, aquí si hay aldeas alemanas!! ¿Cómo serán en este país? Me han dicho que combinan muchas cosas raras con la cultura alemana, pero que quedan bien


-(creo que me apuntaré) hola, disculpe, señor, ¿podría decirme la hora?

Le pregunto al hombre que está a mi lado con señas incluidas, ambos reímos al tratar de entendernos y al final él me muestra su hora del teléfono.

Si me voy justo ahora, llegaría entre las horas de la tarde... no es mala idea, ¿y qué tengo que perder? Ya estoy aquí, no hay marcha atrás... ni siquiera creo que se den cuenta de que me fugue, al menos no aún y no creo que lo hagan por al menos un par de días.


Solo espero que nadie me reconozca en el autobús...


Espera ¡¿autobús, solo hay...?!

No hay problema. Recuerda todas las veces en las que caminaste por las carreteras de Auckland, y las que te sumaste en aventones de vida o muerte, ¿qué daño puede hacer un autobús comercial de Latinoamérica?

Ninguno ¿verdad?

Milagros en Navidad: la corchea y la tinta.Where stories live. Discover now