— ¿En qué momento pensé que era buena idea traer la mochila con tantas boludeces? —cuestionó la muchacha para sí misma mientras acomodaba con dificultad la correa de la mochila que estaba colgada sobre sus hombros, para volver a ponerse en marcha una vez más, arrastrando la valija grande con una mano y la otra más pequeña con la otra.

— ¡Sol! ¡Acá estamos! —al escuchar que la llamaban, Sol alzó su cabeza y una gran sonrisa apareció en sus labios cuando divisó la figura de su hermano y su sobrino a unos cuantos metros. Rápidamente comenzó a correr, arrastrando de forma desastrosa las valijas lo cuál provocó no solo la risa de el Kun y Benjamín, sino también la de aquellos que veían la escena mientras esperaban para hacer el check-in o que esperaban a sus familiares— No corras que te vas a caer, dios mío, lo único que falta es que termines esguinzada ahora. —murmuró el Kun soltando una carcajada, sin embargo, se calló cuando sintió que Sol se arrojaba a sus brazos para rodearlo en un fuerte abrazo.

— ¡Los extrañé muchísimo! —exclamó Sol ocultando su rostro en el pecho de su hermano, disfrutando de la sensación de tenerlo otra vez cerca— Vení vos también Benja, te extrañé mucho mi vida. —el muchacho se acercó a ambos, permitiendo que su tía lo rodeara con uno de sus brazos.

— Yo también tía, me dijo mamá que cuando te viera te mandara saludos de su parte. —al oír eso, Sol sonrió, y es que a pesar de que Sergio y Giannina se habían separado hace años, ella y la hija de Diego Maradona seguían teniendo una buena relación, y hablaba con ella constantemente para saber de Benja y para ir a visitarlo cuando se encontraba con ella.

Cuando los tres se separaron, la muchacha no aguantó demasiado antes de volver a abrazarlos robándoles una risa. Y es que estaba demasiado eufórica, emocionada por volver a ver a su hermano en persona después de varios meses, y emocionada por poder pasar algunos días con él y su sobrino.

— Dame esa valija Sol, y dale a Benja la más chica. —el Kun tomó la valija más grande, frunciendo su ceño al ver lo pesada que estaba— Dios mío Sol, ¿qué carajo trajiste acá? ¿Te trajiste todo el departamento, hermana?

— No sabía que traer, y tenía miedo de que por ahí lo que me traía no me gustaba, entonces puse cosas de repuesto o para suplantar en caso de que no me termine convenciendo lo que armé. —Benjamín la observó con una ceja alzada, mientras el Kun ahogaba una carcajada.

— Te acordas que en casa también tenes ropa que dejaste también ¿no? —indagó el Kun parándose frente a una camioneta.

— Si, pero me conozco y sabía que si no me traía ropa de casa me iba a arrepentir. —se encogió de hombros— Te traje las cosas que me pediste, espero que hayan llegado bien y que no tenga toda mi ropa llena de dulce de leche y yerba.

— Sofía te va a amar por traerle el dulce, quisimos comprar acá, pero las marcas que había eran bastante pedorras y era mejor esperar a que vinieras a pedirlo y esperar como un mes para que lo trajeran. —comentó el Kun subiendo las valijas en el baúl mientras Benjamín se sentaba en el asiento de atrás y Sol en el del acompañante— Entonces, ¿estás emocionada? ¿Cuándo se supone que arrancas?

Sol asintió rápidamente, agarrando algunos caramelos de la bolsita que su sobrino le ofrecía— Ayer a la noche no pude dormir nada y durante el vuelo tampoco, es como si hubiese comido 7 kilos de azúcar de un saque y ahora no hay nada que me ayude a bajar la emoción.

— Es como un chihuahua, chiquita, inquieta y toda nerviosa, le falta temblar nomás. —murmuró Benjamín con una sonrisa burlona. Un quejido escapó de sus labios cuando Sol logró pegarle con fuerza en las piernas.

— Sos un forro, no sé de que te reís si sos más bajo que yo.

— Con la diferencia de que yo puedo seguir creciendo hasta los dieciocho tía, vos ya los dejaste atrás hace bastante. —Sol entreabrió sus labios con indignación.

DAYLIGHT | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora