El canto de una sirena

92 25 60
                                    

Abrí los ojos al escuchar voces lejanas que cada vez se acercaban más a dónde me encontraba.
Sentía una pesadez en el pecho y con esfuerzo me incorporé para quedar sentado.

Al poner una mano sobre mi torso ante un repentino ataque de tos, me di cuenta de que no llevaba camiseta y enfoqué los ojos hacia el inmenso mar que se extendía ante mis ojos.
Ya nada quedaba de mi embarcación.

Iba a ponerme en pie cuando un fuerte dolor en el muslo izquierdo me detuvo.

Al mirar vi un corte en él y fue entonces cuando recordé lo ocurrido.
La tormenta, el fuego, yo lanzándome al agua y después... Ella.
Las historias que había oído a lo largo de los años mientras crecía eran ciertas.

No pude evitar preguntarme el porqué me había salvado.
Si lo que me contaron era cierto, los humanos habían buscado durante décadas a seres como ella para atraparlos, pues se decía que las sirenas arrastraban a los solitarios marineros a una muerte segura, atrayéndoles con su canto.

Para mí, que había crecido escuchando el odio y el miedo que la gente de la isla les tenía, no eran más que viejas fábulas que nuestros antepasados se habían inventado para asustar a aquellos que querían aventurarse en alta mar.

Ahora era muy consciente de que no eran mentiras.
¿Entonces por qué me salvó?
¿Y por qué yo arriesgué mi vida para salvarla a ella?

—¡Shane! ¡Shane!

Me volví hacia los gritos desesperados de mi madre mientras esta corría hacia mí.
Dejándose caer a mi lado, me abrazó con fuerza mientras lloraba contra mi cuello.

—Tenía tanto miedo. Pensé que te había perdido.

—Estoy bien, mamá. Salté al agua cuando empezó el fuego. La corriente me arrastró a la orilla.

No sé porqué no le conté la verdad. Ni a ella ni a nadie que preguntó durante los días siguientes. Sin embargo, cada noche regresaba a la orilla esperando ver el destello azul de su cola.

 Sin embargo, cada noche regresaba a la orilla esperando ver el destello azul de su cola

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Vas a contarme que sucedió realmente esa noche?

Mi padre sospechaba. Podría engañar a cualquiera que no hubiese navegado, pero él lo sabía mejor.
Conocía las aguas y las fuertes corrientes que se formaban con tormentas como la de ese día, y era imposible que no me hubiera arrastrado mar adentro.
Debería estar muerto.

—Ya te lo conté. Tuve suerte que salir con vida. Eso es lo único que debería importarte.

Me alejé y de nuevo volví a la orilla.
Ella estaba ahí afuera en algún lugar y no podía evitar preguntarme si, como yo, también pensaba que le había salvado la vida a su enemigo.

Cientos de marineros habían perdido la vida mientras hacían su trabajo y ahora que yo había visto una sirena con mis propios ojos, necesitaba saber si realmente tenían ese poder.

Una suave brisa se levantó y cerré los ojos mientras respiraba el olor a mar.
Amaba la sensación del viento en mi rostro y detestaba haber perdido mi embarcación porque ya no tenía la libertad de escapar cuando lo necesitaba.

Iba a darme la vuelta para regresar a casa cuando lo escuché.
Fue muy leve y al principio pensaba que solo era mi imaginación, pero el sonido fue creciendo, llegándome cada vez más alto y claro y corrí hacia él, porque lo sabía. Ella estaba allí y estaba cantando para mí.

 Ella estaba allí y estaba cantando para mí

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me dolía la cabeza.
Había sido así los últimos días y tener que vivir con miedo y escondida tampoco ayudaba. Mucho menos en un mundo desconocido como en el que me encontraba.
Por lo menos ya podía caminar, incluso correr, sin tropezarme conmigo misma.

No me alejé de la playa.
Incluso si no podía nadar como antes, la llamada del mar era demasiado fuerte.

Me alimenté de algas y agua de coco cuando conseguía uno que hubiese caído de un árbol.
Tampoco fue fácil agujerearlo lo suficiente como para beber solo con la ayuda de un par de piedras afiladas.

Escondida entre las rocas, balanceé los pies hasta remojarlos.
Amaba el mar y lo extrañaba muchísimo, pero esta iba a ser mi nueva vida.

La leyenda había sido clara. El eclipse eliminaría completamente mi cola y me haría humana.
Se acabó nadar entre delfines y las ballenas y jugar al escondite con las mantarraya.
Era humana. Me había convertido en lo que más odiaba.

Dejé escapar una lágrima, igual que cada noche y no permití que se secara en mi rostro para evitar que se convirtiera en aquello que los humanos tanto codiciaban y el principal motivo por el qué nos cazaban. Nuestras lágrimas se convertían en pequeños diamantes.

Oré una pequeña oración por aquellos de los míos que habían perecido demasiado pronto y a manos de la crueldad humana.

Habían arrancado a hijos de brazos de sus madres enriqueciéndose con su dolor y aquellos que se opusieron, murieron en sus manos.

Rota y sola, fijé la mirada en el que había sido mi hogar y canté.
Dejé que mi dolor se reflejara en cada nota mientras rompía la última conexión con mi vida anterior.

El canto de una sirena (YA A LA VENTA EN KINDLE)Where stories live. Discover now