—Oh, Geto, ella es Allinq la chica de la que os hablé que iba a venir a la academia. —El de pelo negro asintió mirando fijamente a la mujer.

La albina esbozó una pequeña sonrisa observando aquellos ojos marrones que la miraban con intensidad.

—Es un placer Inumaki-san. —El pelinegro se acercó a ella y estrechó su mano, cosa que rápidamente hizo que una pequeña electricidad recorriera el cuerpo de la menor.

—Igualmente... Geto-san...

Él sonrió para después ayudar a bajar sus cosas y llevarlas a su habitación, que daba la casualidad que estaba al lado de la suya y de uno de sus compañeros de primer año.

—Inumaki-san, tienes un cabello muy bonito. —Dijo Geto tras dejar las cosas dentro de la habitación. —Debo irme, pero nos vemos después. —No había borrado su sonrisa de su rostro en todo el trayecto. —Ha sido un placer. —Salió de la habitación cerrando la puerta tras de el.

Allinq rápidamente tocó sus propias mejillas soltando todo el aire que tenía acumulado ¿Que le pasaba con aquel chico mayor que ella? Negó con la cabeza eliminando los pensamientos que le venían a la cabeza y comenzó a ordenar todo. Al cabo de un par de horas salió de la habitación para ir a recoger su uniforme.

—Ah... ¿Y dónde queda el despacho del viejo? —Murmuró asomándose por las habitaciones por las que iba pasando. Escuchó un ruido detrás suya y rápidamente sacó su navaja del bolsillo poniéndola en su antebrazo.

—Deberías guardar eso. —El apuesto pelinegro de antes se dejó ver en la oscuridad del pasillo mientras sonreía. —Te podrías hacer daño. —Tomó la navaja con delicadeza y la cerró. —Te la devuelvo, pero ten cuidado. —Se la dió y posó una mano en su cabeza. —¿Donde ibas?¿Con Masamichi-sensei? Es la última habitación a la izquierda.

—Gracias... Geto-san...—Hizo una pequeña reverencia para después ir hacia el lugar dicho anteriormente. Tocó la puerta un par de veces esperando la aprobación para entrar. En cuanto escuchó el "adelante" se adentró a la habitación. —Yaga. Vengo a por mí uniforme.

—Si, un momento porfavor. Gojo, ella es Allinq, la única mujer sobreviviente del clan Inumaki. —Dijo el de gafas opacas a un albino frente a él, este se giró a mirarla y sonrió ampliamente.

—Un placer, Inumaki-san.—Hizo un pequeño saludo con la cabeza.

—Igualmente, Gojo-san. —El de gafas redondas negras se acercó a ella y tomó su mano, besando el dorso de esta.

Tras un carraspeo por parte del director, el más alto se separó y rascó su nuca riendo. La de cabello blanco miró al más mayor de los tres y este le ofrecía una bolsa de papel blanca, dándole a suponer que era el uniforme. Se acercó con rapidez para tomar la bolsa.

—Cambiate y ve fuera, te presentaré a tus compañeros de año. —Informó Yaga.

La menor asintió para después salir de la habitación e ir a la suya propia, se cambió al uniforme y salió hacia el lugar acordado.

—¿Donde narices debo ir? Esto es enorme... —Murmuró mirando el jardín que se formaba por todas las afueras de los edificios. —Escucho voces... Será por aquí. —Caminó hacia allí y efectivamente, ya se encontraban varias personas allí. —Mm... Hola, siento la tardanza, no sabía dónde era...

—No te preocupes. Gojo, Shoko y Geto, ella es vuestra compañera de tercer año, Allinq.—Explicó.

—¿No es dos años más pequeña? —Cuestionó la castaña.

—¿No habías dicho que iba a entrenar con los de primero? —Preguntó Gojo.

—Es diferente, ella ya controla su ritual, por eso la he subido de año, aunque entrenará el doble, con los de tercero y los de primero. —Señaló a dos chicos, uno rubio y otro castaño. —Allinq, se que antes te dije que irías con Haibara y Nanami, pero lo he recapacitado mejor. —La mujer asintió.

—¿Y en qué consiste tu ritual Inumaki-san? —Preguntó Haibara sonriendo mientras se acercaba a ella.

—Discurso maldito. —El de cabello tipo casco retrocedió un par de pasos.—No en ese sentido. —Rió levemente. —Mis demonios hacen todo lo que les diga, y no mueren.

—¡Que interesante! ¿Y como los invocas? —Ante la mirada curiosa del menor la Inumaki puso una pequeña mueca.

—Prefiero no hablar de eso, no me gusta revelar mi ritual a no ser que sea necesario. —Se cruzó de brazos mirándolo y sonrió levemente. —¿Esto es todo Yaga?¿Puedo irme ya?¿O hay algo que hacer?

—De momento no hay nada que hacer... —Dijo de manera pensativa.

—Yo debo hacer unas compras, puedo llevarla conmigo y que vaya conociendo las calles de Tokyo. —El albino se acercó a ella y posó su antebrazo en su cabeza sonriendo, cosa que no le agradó del todo a la albina y corrió su pie para que el mayor cayera de espaldas al suelo.

—Uy, lo siento, no sabía que te ibas a caer. —Sonrió de manera ladina mirándolo desde arriba. Lo ayudó a levantarse. —No te pases, Gojo-san, no soy un reposa brazos, y menos cuando mido casi lo mismo que tú.

—Ir los cuatro, así os familiziareis mejor. —Dijo Yaga señalando a los cuatro de segundo año.

El de cabello negro asiente y se acercó a la menor, posó una mano en su hombro y cerró los ojos.

—Claro, yo los vigilaré, Masamichi-sensei, me aseguraré de que no se meten en problemas.

—Espero sea verdad...—Murmuró el castaño frente a ellos.

Medio HechiceraWhere stories live. Discover now