Capítulo I.

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Antes de que todo Beacon Hills se volviera lo que es hoy en día, habían dos familias importantes. Ambas partes hicieron un tratado para que pudieran coexistir en un mismo lugar y que no hubieran represalias.

Esto únicamente con el propósito de no generar problemas tanto para ellos, como para los ciudadanos de la ciudad. La razón es que no sólo eran simples personas comunes y corrientes, la familia Hale y Argent ocultaban un gran secreto a todo aquel que desconocía sus orígenes.

Los Argent son la primera generación de Cazadores de lo sobrenatural, promotores de los diferentes clanes que existen y que existirán en un futuro. Seguido de ellos se encuentran los Hale, la primera manada en tener la capacidad de convertirse en lobos completos después de que el primer hombre lobo naciera.

La rivalidad que estás partes tenían la una a la otra se pasaba de generación en generación. De esos años y años pasaron y todo seguía igual o tal vez era un momento de dar un cambio a la historia.

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Un chico se encontraba en lo profundo del bosque, estaba enojado por la horrible discusión que había tenido con su madre por lo que prefirió dejarla discutir sóla. Siempre que discutía con sus padres lo único que lograba calmarlo eran las caminatas por el territorio que tenía su familia.

Al pasar el tiempo su rabia y enojo no disminuían, cada vez más aumentaba más y más, haciendo que su lobo quisiera tomar el control con el propósito de atacar a la persona responsable de tal emoción. Aquél muchacho ya no sabía cuánto tiempo llevaba caminando y de no ser por el sonido de un arma siendo disparada no se hubiera detenido.

—Ni un pasó más, lobo.

Escuchó una voz un tanto gruesa, levantó la vista y vió a un tipo de cabellos rubios apuntándole sin miedo alguno.

—¿Qué tu madre no te enseñó a no disparar a gente que no conoces? —respondió con un toque de burla—. Aunque con tan mala puntería ella debe de estar decepcionada.

Aquellas palabras pusieron furioso al chico frente suyo.

—No estoy jugando —preparó el arma—. Estás por pisar territorio Argent y sinó quieres problemas, lo mejor es que te devuelvas por donde viniste.

Sin duda Peter se encontraba loco, no, loco no, estaba chiflado y es que no había cosa más atrayente que un chico de aspecto rudo, pero que por dentro sabía bien que era todo lo contrario.

—Bien, me iré —fue la respuesta que dió—, pero se bien que no será nuestro último encuentro, Argent.

Y con eso se fue de allí, no sin antes regalarle una sonrisa coqueta a aquél rubio.

—Maldito loco de mierda —murmuro esté y se fue.

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Pasaron unos cuantos días del encuentro y Chris no podía olvidar aquella sonrisa de ese lobo, él sabía muy bien que sé trataba de uno de los integrantes de la manada de Beacon

Era fácil, ya que los únicos que tenían permitido llegar hasta el límite que separaban ambos territorios eran su familia y los Hale.

Mientras pensaba en aquel chico se terminaba de alistar, ese día empezaría un nuevo ciclo en la preparatoria Beacon Hills y por órdenes de su padre tenía que darles el recorrido a los nuevos alumnos que se integraban a la misma.

Al salir de su habitación y llegar a la sala se encontró con su hermana menor Kate comiendo de su desayuno.

—Gerard salió temprano y me pidió que te recordará sobre la presentación de los nuevos —le decía mientras cogía una de las tostadas—, ni un minuto más, ni un minuto menos o ya sabes lo que pasará.

Mi dolor de cabezaWhere stories live. Discover now