Capítulo N° 22 | parte 2

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Fosa dio otro trago de vino hasta terminar la copa, la cual dejó apoyada en su lugar, sin dejar de mirar fijo a Erica. Cuando ella volvió a moverse él llevó su mano hacia la cadera, pero Erica dio una voltereta por el suelo para patearle las piernas y hacerlo caer. Fosa, sin embargo, apoyó su palma en el suelo y le dio una fuerte patada al rostro que la hizo sangrar.

Erica ignoró el sangrado de su nariz, se concentró en respirar lento, despacio, para no ahogarse con la sangre, sin dejar de mirarlo fijo. Volvió a hacer el intento de atacarlo y cuando él intentó tomarla del cuello, Erica saltó y enredó sus piernas al cuello de él, para aplicarle una llave de sumisión.

—Nada mal, Bombita —dijo Fosa.

Seguido de eso le lanzó un fuerte puñetazo a las costillas nuevamente, pero Erica no lo soltó. Se impulsó entonces hacia el suelo para caer sobre ella y que se golpeara con el peso de ambos, pero incluso así Erica no lo soltó. Fosa llevó una de sus manos hacia el cuello de ella y comenzó a presionar con fuerza para asfixiarla.

Ambos tenían poco oxígeno, pero ninguno estaba dispuesto a soltar al otro.

Fosa entonces tomó su pistola y rápidamente la colocó bajo el cuello de Erica, sin embargo ella tenía a su vez su cuchillo bajo la axila de él, justo sobre su arteria.

—Aprendiste... bien —dijo él con su voz algo cortada—. Tengo muchos deseos... en este momento... de matarte.

—Y hacelo, siempre... amenazás con hacerlo.

—Intentá liberarte.

Masculló él y quitó el arma del cuello de Erica, y pese a la falta de aire, parecía estar bien. Erica supuso que podría estar varios minutos sin respirar, pero ella también tenía bastante resistencia aguantando la respiración, aunque no estaba segura de poder resistir tanto como él.

Erica alejó su cuchillo de la arteria de Fosa y lo dejó a un costado, en el suelo. Soltó por primera vez, y por voluntad propia, el cuchillo. Solo con sus manos y tratando de resistir lo más posible con la mano de él en su cuello, aflojó el agarre de sus piernas debido a la falta de oxígeno, pero no dejó de atacar. Le lanzó una fuerte patada al rostro que lo obligó a soltarla, y solo así pudo alejarse un poco por el suelo. No tardó en sujetarse el cuello intentando respirar, de forzar a que el aire llegase a sus pulmones.

Fosa la miró, sentado en el suelo, respiró con tranquilidad y llevó una de sus manos al cuello.

—Aprendiste bien —dijo él, luego se puso de pie, aunque algo mareado, y volvió a servirse vino en la copa.

—Este no es... tu nivel —dijo Erica, jadeante—, es imposible que alguien de mi nivel te tuviera así. ¿Realmente sos... Nahuel Pietrzak? ¿No vas a matarme?

Él bebió un trago de vino, como si la presencia de Erica o sus palabras le fueran insignificantes.

—Podría hacerlo —escupió con asco—, pero aún debo ese maldito favor y mientras tanto no puedo matarte.

Giró para verla, Erica seguía en el suelo, agitada y agotada.

—Bajé mi nivel porque pude haberte matado antes de que siquiera pudieras reaccionar —dijo él con seriedad—, quería ver qué tanto aprendiste.

—¿Y qué tanto aprendí? —toció un poco, le molestaba su garganta.

—Bastante, diría que estás al nivel profesional —dijo y bebió otro trago de vino—, pero claramente, no a mi nivel ni al de Wolff.

—¿Y al nivel de quién?

—No sé cuál es el nivel actual de muchos —explicó—. Diría que sos más fuerte y habilidosa que el inútil y debilucho Sabatini que yo conocí hace años.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora