Parecía el típico grito de guerra que no sobrevive a un ron con cola cargado, la inofensiva exageración influenciada por el torrente de adrenalina que los recorría… Pero no. Le bastó salir del club una hora después para comprobar en sus propios huesos que «acabar con el suministro de alcohol de Suncheon» era una propuesta literal.
Entraron en un pub de la misma calle. El baño daba asco: las suelas de sus botas se pegaban a la superficie, había copas vacías en el suelo y los idiotas debían haber apuntado a cualquier sitio menos el más práctico, el retrete.
—Déjame adivinar… Agua —apuntó el barman al alcanzar la barra.
—Con limón.
—Sí que sabes divertirte, amigo.
El chico procuró sonar simpático, abusando de toda la confianza que podían tener por atenderlo por tercera vez en la noche. De todos modos, no esperó respuesta. Viendo al pelinegro, pronto quedaba claro que no era muy hablador y que estaba a un empujón por detrás más de que la vena de la frente le estallara.
A Jungkook le pareció la personificación de Ken, la pareja de Barbie: cejas depiladas, bronceado artificial y exceso de fijador para mantener el tupé. Aunque quizás era más inteligente de lo que aparentaba y solo trataba de distraerlo. Llenó un vaso con hielos, agarró una rodaja de limón con las pinzas, plantó la botella de plástico de agua al lado y le quitó el tapón.
—Ten cuidado con tu chico.
—¿Mi, qué?
—Tu chico. El castaño que anda con un rubio con las puntas moradas. Ese tipo quiere robartelo.
Con un movimiento de barbilla, el barman lo guio al otro extremo de la barra donde un hombre se inclinaba sobre Taehyung para hacerse escuchar entre el bullicio. El modo en el que el chico asentía, entretenido, y le sonreía le carcomió.
«Ve con él. Simplemente hazlo».
No era tan ingenuo como para suponer que no había estado entre otros brazos durante cinco años, menos cuando él se había abandonado noche sí y noche también hundiéndose en cuerpos que no tenían su olor, que no se sentían como Kim Taehyung arqueado jadeando su nombre para enredar el paraíso con el infierno.
Por alguna inquietante razón, imaginarse plantado en el bar, viéndolo salir de la mano de un desconocido para follar fuera se le tornaba insoportable.
—Lleva viéndolo desde que llegaron y aprovechó que ibas al baño y tu chico se acercaba a pedir para ligarselo. Haz algo.
Por lo visto, acababa de encontrar a su consejero espiritual tras la barra de un bar. Un coach emocional que no se daba por vencido.
—No estamos juntos —respondió mientras pagaba los cinco mil abusivos wones que costaba la botella de agua con tarjeta.
—¿Por qué?
—Es difícil —¿Se estaba confesando con el camarero?
—Amigo, puede fingir que no le interesas, pero la mirada no, esa no se controla. Y lleva toda la noche rastreándote. Si no me crees, haz la prueba. Soy camarero, entiendo de estas cosas.
Jungkook obedeció al recién estrenado gurú de las relaciones. Observó al castaño, escribía algo en un papel que el desconocido guardó en la cartera. ¿El teléfono? ¿La dirección…? Sus ojos se encontraron. Taehyung no apartó la vista al ser descubierto. Él tampoco.
«Ve con él. Ya».
—Lo que yo decía, ¿eh? Por cierto, tú también.
—¿Qué?
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That Summer ❀ Kooktae
Romance•• Taehyung y Jungkook estaban destinados a colisionar en Gwangyang. El primero iba todos los veranos. El segundo vivía allí. Dos desconocidos que cayeron abrazados a la piscina aquel mes de julio. Cinco años después, Taehyung vuelve dispuesto a c...
