𝙳é𝚓à 𝚅𝚞

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Cuéntame sobre tu amor

—¿Mi amor?— la sonrisa se vuelve más hermosa— esposo mío... antes tendría que llevarse mi alma y corazón hacia la eternidad— las manos acunan el rostro, esa sonrisa es casi divina— para así, poder expresar todos mis sentimientos y sin embargo, estoy seguro que la eternidad no sería suficiente

—¿No?— ríe con mimo, los labios de luna besando un rostro de sol—

No, ¿sabes por qué?— ojos que son de color deprimente, contradictoriamente, miran enamorados a ese precioso cielo y mar, los ojos que la muerte extrañamente posee— porque esposo mío, eres mi razón de vivir, mi amor, mi adoración, dueño absoluto de mi alma y destino. Fuiste mi más preciada fantasía, porque ahora eres mi realidad— deslizándose lentamente hasta que las flores vuelan alrededor, esconde entre su cuerpo y cabello a su deidad, a su esposo— eres lo que tanto ama y anhela mi corazón, fuiste... eres... y serás siempre mi primer amor y el último— besa hasta lo que no se muestra, suspiros que son la brisa de invierno, mientras que el cazador tiembla bajo suyo— mi cuerpo necesita tanto de tu presencia, que no fallecería por una guerra, sino por la pena que me provocaría alejarme de ti

Mi... lluvia b-blanca...— susurra y las palabras escalan hasta los oídos antes que se los lleve el viento

Mi Kintoki, mi esposo— lágrimas caerán, mas serán secadas con ternura— mi amor, que todo el mundo se enfade, que los dioses desaten su cólera, pero te lo ruego amado mío, no te enfades tú— conocedor de los pecados terrenales, muchos lo acusan de su falsa empatía, porque quien domine un dios, no temerá jamás— por favor, siempre ten piedad por mí, de este amante que solo ve tu magnificencia— se siente culpable por el cielo que empieza a oscurecer y el mar, se siente enojar— pero, no lo tientes con tu belleza, porque este pobre enamorado no lo soportaría...

La paz fueron sus palabras, sus ojos, su risa, su sonrisa, los suaves y largos cabellos blancos, su tacto cargado de adoración y cuidado... él, solo él, quien fue esperanza

El que más amo

—Estás contento— acercándose con una gran bolsa de gomitas, extiende para intentar convidar a la otra deidad que lo rechaza casi inmediatamente—

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—Estás contento— acercándose con una gran bolsa de gomitas, extiende para intentar convidar a la otra deidad que lo rechaza casi inmediatamente—

—¿Que te he dicho sobre comer caramelos en exceso, Shaka?— el mencionado solo se encoge de hombros, mientras mete a continuación un puñado de estas, tantas que algunas cayeron al suelo pulcro— y claro, como no estarlo, Raiden ganó su combate— mirando los bosques del palacio principal de la deidad de la fertilidad—

—¿Dudaste?— una sonrisa socarrona de medio lado empieza a ensancharse-

Jamás—dice con tal enojo, que Budha desiste en la idea de querer contradecirlo— sólo están alargando su final, creen que pueden escapar de la propia muerte, son tan patéticos que hasta me dan pena

𝐀𝐃𝐕𝐄𝐍𝐓 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐎𝐃𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora