𝙲𝚊𝚌𝚎𝚛í𝚊

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Saben que llegaremos

Pero nunca están preparados


Nómadas entre la Europa central y este, dejaron en evidencia una curiosa combinación entre divinidades orientales con occidentales, los restos de curiosos rituales a sus deidades máximas, la muerte.

Contándose que fueron separados, pero nunca divididos, los Cazadores  representan las esencias hermanas de la muerte. El arma de la Muerte Blanca ofrece una vía de escape rápido para quien acepte su destino, suave, si asoma misericordia en sus vacíos y oscuros ojos. En contraparte, El Cazador (propiamente conocido) y El Lobo salen a la caza de quienes huyen de su final, seres despreciables que son llevados hacia las profundidades del infierno por el primero o pueden ser devorados por las fauces implacables de la bestia.

Aunque las interpretaciones de la naturaleza de los Cazadores difieren a lo largo y ancho del mundo, suelen encontrarse mejor apreciados en religiones independientes ya extintas por creencias más firmes. Aunque teniendo un roce curioso, como es compararlo con Sakata no Kintoki, el dios y héroe más poderoso de Japón y su respectivo panteón (quien también es titulado como un cazador) o en cuentos de países (Finlandia) donde mencionan un espíritu invernal que arrebata la vida de forma lenta y tortuosa; lo cierto es que para los pocos creyentes que existen, mencionan que son los propios mortales quienes eligen el verdadero rostro de su propio fin.

 Aunque teniendo un roce curioso, como es compararlo con Sakata no Kintoki, el dios y héroe más poderoso de Japón y su respectivo panteón (quien también es titulado como un cazador) o en cuentos de países (Finlandia) donde mencionan un espíritu in...

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La batalla se desplegaba frente a ellos como un festín color carmín. Tan abundante y deliciosa que era la vida... ¡tantas criaturas que terminar, tantas que cazar! El lobo merodea con lentitud por la nieve, acompañado de una deidad tan vibrante como lo era el cazador, quien su precioso mirar derretía cualquier frío montículo; entre tanto, la muerte blanca caminaba (mejor dicho flotaba) sobre extraños vehículos, pesados y con un fuerte olor a quemado, sin permitir que el rojo de la matanza o las manchas de gasolina mancillara siquiera sus prendas blanquecinas.

—Hay valor y dolor aquí, Kintoki. Muchos aceptarán de buen grado su final— susurra, apareciendo su arma en manos y dejaba volar su veloz inexorabilidad—

Un soldado exhaló su último y desgarrado aliento bajo un automóvil que había apresado su cuerpo del torso para abajo. Cerró adolorido sus ojos, recibiendo la bala invisible, resplandeciente y etérea, sobresaliendo poco a poco de su pecho hasta arrancar el alma, quien ayudada por los vientos iba en camino al cielo y luego, una merecida reencarnación.

—¿Valor, Simo? Todos son cobardes, me aburre escuchar sus arrepentimientos— rezongó el cazador de ojos azulados, avanzando con el lobo que olfatea sin descanso— Carelia tiene hambre y yo quiero cazar

—Paciencia— le dice mientras alcanza a su querida mascota, acariciando aquel lomo esponjoso— paciencia— sin apuro, esto tiene que hacerse con cautela—

Mas esas palabras salieron de sus labios, Carelia tenso los cuartos delanteros y aulló animosa.

—Huele temor

Al otro extremo del enlodado campo de nieve, un soldado (demasiado joven para guerrear, pero armado igualmente) vio que los cazadores había dejaban su marca en todos cuantos luchaban en el valle, una advertencia disfrazada de epifanía

—¿Quieres esa escoria, Carelia?— moviendo su cola con emoción latente, ladra cariñosa y Kintoki suaviza su semblante— será tuyo entonces... ¿verdad, Simo?

—Primero déjalo elegir, si quiere ser alimento para Carelia o seguirme a mí

El cazador volvió su rostro de acero hacia el hombre. El joven vio que la turbulenta marejada de valor y desesperación caía sobre él, sería su último amanecer, empujándolo a tomar su decisión.

No partiría voluntariamente

Correría hasta su último aliento y el cazador solo se rió de lo patético que era. El lobo, en contraste, lanzó una dentellada al aire y restregó el hocico en la nieve como un cachorro.

—Ve, Carelia— el eco de la voz de la muerte blanca resonó como una hilera de campanillas— comienza tu cacería

Con esto y un aullido que resonó por todo el valle, el lobo se precipitó por las laderas en pos del joven. Su cuerpo volviéndose  sombrío, voló sobre los restos de los que acababan de caer y sobre sus superfluas y destrozadas armas.

El soldado dio la vuelta y echo a correr en dirección a los bosques hasta que los gruesos y negros troncos pasaron por delante de él, pero en ningún momento se detuvo, a pesar de la quemazón del aire gélido que le inflamaba los pulmones. Se volvió de nuevo en busca de su cazador, pero no pudo ver otra cosa que árboles cada vez más oscuros. Las sombras se cernieron a su alrededor y de repente se dio cuenta de que no había forma de escapar. El negro cuerpo del lobo estaba por todas partes.

La cacería había terminado

El Lobo enterró sus afilados colmillos en la garganta del soldado y le arrancó la vida, el alma misma a palpitantes tajadas. Carelia estaba contenta, devorando con más ahínco, escuchando los gritos del muchacho y el crujido de sus huesos.

Los cazadores, que la habían seguido hasta allí, rieron con ternura al ver su deleite. Y cuando ya no quedo más que cenizas, volvió satisfecha, ladrando en busca de mimos por parte de ambos.

—¿Esto es música, Simo?

—Es Carelia— respondió él—

—¿Quieres más?— viendo como el lobo se relamía con las últimas gotas de la vida del muchacho— yo también quiero cazar, no es justo que Carelia sea la única que se divierta

—Siempre habrá más— susurra— hasta el día en que solo quedemos nosotros tres

—¿Huir?

Simo mira hacia su acompañante, intercala entre él y el lobo, observa más allá, un anhelo extraño que ignora.

—No... nunca huiría de ti, mucho menos abandonaría a mi querida Carelia

 nunca huiría de ti, mucho menos abandonaría a mi querida Carelia

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¿Que es esta cosa? No lo sé, solo pasó.

Al ser Simo y Kintoki dioses de la muerte, tenía que haber alguna interacción.

Aunque Simo va a cambiar porque esto pasa mas o menos cuando la Unión Soviética estaba iniciando su invasión a Finlandia, osea que aún no tiene su característica cicatriz, por eso que sea tan paciente y no "odie" a los humanos (pero descuiden, si algo saben hacer todos los humanos es cagarla con los dioses 👍🏼)

𝐀𝐃𝐕𝐄𝐍𝐓 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐎𝐃𝐒Where stories live. Discover now