8

2.1K 182 33
                                    

30 de diciembre de 1814

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

30 de diciembre de 1814

Alicia adoraba la celebración del año nuevo mucho más que las fiestas navideñas.

Le encantaba la ilusión de dejar atrás lo viejo y darle la bienvenida a lo nuevo. Era consciente de la trivialidad y tontería que esa creencia conllevaba porque el calendario gregoriano era simplemente una formalidad, un deseo desesperado de la humanidad de ponerle nombre y horario al tiempo, o de remarcar que la tierra le dio la vuelta al sol y felicitarse entre humanos por eso.

Pero era divertido imaginar que cuando llegaba el primero de enero ella se convertía en una persona diferente, en una versión mejor de ella misma, o por. Que había cosas buenas que le esperaban en esos días del nuevo año, o no tan buenas. Le gustaba jugar a que era alguien diferente ese primer día del año y recordarles a todos a su alrededor que todo mejoraría.

Sin embargo, en su pecho había una pequeña semilla de tristeza, pues sabía que algo faltaba, algo que haría ese nuevo inicio perfecto. Faltaba algo que le hacía soñar que no habría cosas malas, que solo quedaría lo bueno, que esa nueva vuelta al sol sería un augurio de buena fortuna.

Le faltaba Benedict.

Él seguía en Kent, celebrando con su familia y ella se encontraba en Jezabel, esperando a tener que regresar a casa. No entendía cómo era posible que le extrañara tanto ¡Había pasado más de veinte años nuevos sin él! Pero ahora lo conocía y era como si todo su ser, cada partícula de ella, deseara tenerlo cada instante a su lado y solo para ella.

Si necesitaba otra confirmación de que estaba enamorada pues ya la tenía.

Sin embargo, se guardaba esas palabras para sí misma por temor a ser rebelada como una cursi sin remedio o, peor aún, espantarlo por el temor a un compromiso mucho más profundo. No sabía mucho de los hombres, pero si había aprendido en el Jezabel dos lecciones de vida muy importantes: hacerse desear y ser recatada con sus sentimientos.

Él le dijo que podría escribirle cuando deseara y que él haría lo mismo, pero hasta el momento no había recibido nada de parte de él, lo cual tenía sentido porque Kent no se encontraba cerca de Londres, pero hasta tener noticias de su amado, no levantaría la pluma ni siquiera para hacer el amague de escritura.

Mags dejó de lado su bordado, aceptando que era desastrosa en eso y que, a pesar de las lecciones de la señora Benett, jamás podría terminar ese pájaro en el que tanto había trabajado.

—Alicia, ni siquiera ha tomado tu aguja. —Le recordó la morena.

Alicia bajó la cabeza y vio su retazo de tela vacío. La señora Benett era una mujer de edad avanzada que en algún tiempo fue una señorita de sociedad, pero la estupidez pudo más que ella y terminó cayendo en desgracia por un embarazo que no logró llevar a término, así que perdió todo, incluyendo al bebé. A pesar de sus tristezas era una dama amable y encantadora, que compartía con las jovencitas de escasos recursos los secretos para lucir elegantes y deseables.

Dreams {Benedict Bridgerton}Where stories live. Discover now