I. Vida

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La monotonía en la vida de Izuku comienza a volver sus días cada vez más lentos y largos, no recuerda mucho de su pasado, realmente no recuerda nada de su pasado, el primer recuerdo que tiene es despertar en la enorme habitación de la residencia de aspecto tradicional, totalmente desorientado y con la vista borrosa, con la mente en blanco y sin idea alguna de lo que ha pasado, el cuerpo aun tenso y adolorido sin saber el porqué. Cuando al fin logra aclarar su vista la persona frente a él muestra un semblante preocupado, sus facciones maduras, la mirada azul a punto de quebrarse por las lágrimas que amenazan por escapar, el cabello rojo desordenado como el mismo fuego, y los labios dubitativos de preguntar y errar, ese es el primer recuerdo que tiene de su vida actual y de la persona que ama, Todoroki Enji, quien al verle despertar no dudo en sostenerle en brazos con tanta firmeza y delicadeza que no logro pensar en nada hasta que los tenues sollozos llegaron a sus oídos.
No pudo hablar, solo un tenue sonido escapo de sus labios al sentir la garganta tan seca que parecía no haber ingerido liquido nunca y la sensación de su cuerpo tan tenso como si la falta de movimiento hubiera estado excluida de él por mucho tiempo, apenas con la fuerza suficiente para moverse limitadamente, aun así pronto fue ayudado por su misterioso acompañante y se encontró sentado en la cama de aquella enorme habitación de estilo tradicional, un vaso con agua entre las manos y dos pequeñas pastillas que aquel hombre le dio a tomar, no tuvo tiempo de seguir pensando e incrementando las preguntas dentro de él pues la intensa mirada azul del mayor le miraba detenidamente, atento a cada movimiento y cada detalle que pudiera haber en su persona, pero él no era consiente de esto, no en ese momento.
Luego de algunos minutos la voz áspera y tosca del hombre frente a él comenzó a cuestionarle sobre su estado mientras comenzaba a examinarlo como haría cualquier medico: si le entendía, si le dolía algo,  si lograba verlo con claridad, como se sentía, si recordaba algo; él contesto todo hasta que su mente quedo en blanco nuevamente, no recordaba nada: ni su edad, su nombre, o donde estaba realmente; al darse cuenta de aquello la sensación de pánico comenzó a hormiguear dentro de él y sus manos temblaron de tal forma que el vaso de agua que tenía en las manos casi se le escapa entre los dedos, su pánico momentáneo se vio interrumpido al sentir la calidez de las manos de Enji sobre las propias para luego vislumbrar como la mirada del mayor se volvía en algo completamente indescifrable y cálido a la vez que le tranquilizo.
Todoroki Enji, como se había presentado el hombre frente a él, le conto que había tenido un accidente automovilístico mientras regresaba a casa y llevaba unos días inconsciente, que estaba preocupado por su estado, que su nombre era Todoroki Izuku y actualmente tenía 19 años, que la residencia donde estaban era la que ambos compartían desde hace un año cuando se casaron, aquello le tomó por sorpresa, no esperaba tanto por digerir pero estaba dispuesto a escuchar y absorber todo lo que tuviera que saber en ese momento pues no recordaba nada de lo que podría haber sido su vida antes de ese día por lo que escucho cada una de las palabras que Enji dijo guardándola en su memoria como lo más valioso que tenía, como lo único que tenía.
Con el paso de los días su cuerpo comenzó a tener mejor coordinación, la comida comenzó a tener sabor y luego de una semana logro salir de la habitación por su propio pie solo para descubrir que la enorme residencia de un nivel en la que se encontraba solo era habitada por ellos dos y al parecer situada en las limitaciones de esa ciudad, apenas y lograba ver el muro que delimitaba la propiedad y los sonidos del exterior eran apenas audibles, pero aquello no parecía ser algo importante, no en esos momentos. Luego de unos días se dio cuenta que no había empleado alguno en la residencia, si así podía referirse a la falta de personas vivas, pues en su lugar tres bio-robots con aspecto humanoide se encargaban de las labores esenciales de la casa, la comida y el jardín, respondían a preguntas simples referentes a las necesidades de la casa o lo que él quisiera, pero se bloqueaban ande preguntas sobre su exterior a lo que Enji le explico que la memoria de los bio-robot era limitada y su programación ocupaba la mayor parte.
Aquello no pareció importante, Izuku había tenido muchas preguntas en su mente como para prestar atención en ese detalle, pero el silencio de la casa comenzó a volverse inquietante por las mañanas cuando Enji salía a trabajar, aunque siempre regresaba pasado medio día. Tan pronto comenzó a recorrer la residencia y a familiarizarse con lo que en ella se encontraba comenzó una rutina para distraer las dudas que aun surcaban su mente: la extensa biblioteca de la residencia fue un gran respiro para responder muchas de sus preguntas generales permitiéndole entender nuevamente su mundo, los avances tecnológicos y científicos que explicaban a los bio-robots, y cuanto necesitara saber.
Al cabo de un mes Izuku había aprendido que los bio-robots no entraban al salón o cualquier habitación en la que él se encontrara, que Enji, su pareja regresaba siempre a la hora de la comida, que el terrero de la residencia se encontraba en un lugar muy tranquilo pues los sonidos del exterior eran apenas audibles, y que no importaba cuanto se esforzara por recordar su vida su mente parecía negarse a darle respuesta a ello. Los libros de la biblioteca no tenían las respuestas de lo que había sido su vida, pero hasta ese momento apenas había comenzado a cuestionar como era su vida antes del accidente.
Para el segundo mes Izuku comenzó a preguntarle a Enji sobre su vida antes del accidente, al principio el mayor parecido pensar su respuesta, pero al final termino por contestar todas las preguntas que Izuku tenía: el cómo se conocieron y donde, cuando habían comenzado a salir, su obvia diferencia de edad, sobre si tenía amigos o padres, si había estudiado, en que trabajaba su pareja porque la casa y todos los gastos eran cubiertos por el mayor; y así fue como Izuku descubrió que él era huérfano, no tenía amigos cercanos pues desde joven tuvo que trabajar, que se había conocido cuando Izuku comenzó a trabajar de mensajero en su empresa de bio-desarrollo: la cual era responsable de los avances en bio-robot y bio-tecnología; y la fuente de todos los ingresos que tenían, que apenas y se había conocido comenzaron a salir aunque el menor había tenido sus dudas.
Cada pregunta de Izuku fue contestada por Enji quien nunca se negó a responder, con el paso de las semanas Izuku comenzó a formarse recuerdos con base en lo que su pareja le había contado, pero ningún se sentía real, todo era producto de su imaginación desbocada por los relatos que el mayor había dado desde que despertó, no había rostros, ni claridad en los lugares que imaginaba, muchos eran lugares de los que había leído, y cada día las dudas del porque no podía recordar nada solo aumentaban, llevando a su curiosidad a darse cuenta que no había fotografías de él o Enji en la casa, cosa que al inicio no noto, pero qué ahora parecía demasiado extraño.
Luego de 6 meses Enji comenzó a trabajar más tiempo en la empresa y las comidas juntos se volvieron cenas, Izuku pasaba la mayor parte del tiempo en el jardín o en la biblioteca tratando de aprender todo lo que pudiera sobre la vida, incluso pintar se había vuelto algo de su interés, pero la monotonía de los días comenzaba a fastidiarle, sentía que había algo faltando en su vida y no podía describir que era hasta que se percató del único detalle en el que no había reparado hasta entonces: nunca había salido de la residencia, no sabía nada del mundo exterior realmente y todo lo que conocía era por los libros, no conocía nada de lo que rodeaba los terrenos de la casa y apenas había visto la calle un par de veces cuando el auto de Enji entraba o salir.
Luego de varias semanas la idea de salir de la residencia se volvió más tentadora, sobre todo en las mañanas que la soledad parecía agobiarle, lo medito durante un tiempo, nadie se daría cuenta de su ausencia, Enji regresaba hasta la hora de la cena y podía caminar de ida y vuelta durante ese tiempo, cualquier lugar que conociera fuera de esas paredes sería interesante. Así fue como una fresca mañana de primavera Izuku rompió la única regla que tenía – no salir de la residencia -, apenas Enji se fue al trabajo tomo el pequeño bolso que usaba para guardar sus pinturas y sin ser notado salió de la residencia. La sensación de libertad fue apenas risible en él, no podía ocultar su nerviosismo y la emoción que causaba poder ir libremente por las calles, pronto se vio caminando sin un rumbo fijo, cualquier dirección a la que sus pasos lo llevaran sería interesante, aun con toda la emoción se recordó una y otra vez tener cuidado para poder recordar sus pasos de vuelta a casa, no podía equivocarse y arriesgar que su pequeña excursión fuera la primera y la última.
Al cabo de una hora se encontraba cerca de una zona urbana llena de casas en una casi total tranquilidad: algunas personas caminando y un par de niños corriendo a lo que parecía un parque de juegos, aquello llamo la atención de Izuku y para cuando lo medito se encontraba en la entrada del parque mirando todo como si debiera grabarlo con todos los detalles en su memoria, luego de unos minutos se adentró en el área de juegos hasta los columpios y movido por la sensación de experimentar todo lo posible comenzó a mecerse tratando de no reírse de su propia infantilidad. Solo una hora había sido suficiente para calmar sus ansias, debía volver a casa, y si todo salía bien tal vez podría volver al parque y divertirse un poco más, con una sonrisa en el rostro salió del parque tratando de no llamar la atención lo cual no fue posible.
- De… Deku… ¿eres tú? – aquello no era algo que esperara, delante de él un hombre de poco más de 30 años, cabello rubio cenizo y unos muy sorprendidos ojos color carmín le miraba con una expresión indescifrable, no tener recuerdos ahora parecía peor de lo que ya era, pues si aquella persona le había conocido antes ahora no podía saberlo, por un momento su estómago dio un vuelco ante la sensación amarga de no recordar su vida y solo pudo apretar la correa del bolso que llevaba entre manos – ¿Izuku… eres tú? ¿Realmente… eres tú?
- lo… lo siento… pero, ¿lo conozco? -aquellas palabras salidas de sus labios parecieron crear aún más confusión en el rubio que ahora lo miraba con ¿nervios? ¿Ansias? ¿Miedo?, no podía entender su reacción, pero ahora la curiosidad en él se había avivado y posiblemente la persona delante podría tener más respuestas sobre su pasado por lo que movido por su propia curiosidad decidió indagar donde tal vez no debía – es decir, mi nombre es Izuku… Todoroki Izuku, pero, tal vez me está confundiendo con alguien más…
- Todoroki… Izuku – la mirada carmín pareció ensombrecerse, el ceño fruncido y el cambio abrupto solo indicaba que, si le conocía, pero la curiosidad de Izuku no estaba conforme y aquello solo estaba acercándolo a donde no debía cuando el hombre frente a él volvió a hablar – estas… estas con Todoroki Enji… ese bastardo egoísta…
- perdón, pero… - dos pasos hacia atrás, y ahora no le parece la mejor opción seguir saciando su curiosidad, aquella voz con deje de molestia en aumento al saber su nombre le hizo sudar frio – c… creo que debo volver a casa… - sus nervios aumentan cuando el hombre frente a él se acerca en un rápido movimiento tomándolo del brazo y solo pudo soltar un jadeo por el miedo que ahora comienza a invadirle.
- Izuku… no… no puedes ser Izuku… - la mirada carmín clavada en sus irises verdes parecían buscar algo que compruebe lo que a dicho – eres… ¡maldición! – aquel grito solo lo hace tratar de alejarse del hombre que aún le sostiene con fuerza por el brazo – no puedes ser Izuku… no, no eres él… - las brasas de la curiosidad seguían latentes, no queriendo extinguirse, el hombre frente a él le conoce, le conocía, sabe de Enji, sabe de su vida, y así las brasas cobran fuerza, fuerza que lo lleva a tomar la pizca de valor que aún queda en él para encarar la mirada carmín cargada de emociones que no logra entender.
- ¡mi nombre es Todoroki Izuku! ¡Soy esposo de Todoroki Enji! Y si a usted lo conocí en algún momento, lo siento, pero no puedo recordarlo… solo… solo… – sentía sus pies temblar, pero no podía permitirse nuevamente el pánico, no delante de un desconocido para él.
- que… ¿qué te ha dicho el imbécil de Todoroki?... no, más bien… ¿quién eres realmente? – una sonrisa socarrona se apodero del hombre rubio – porque tú no eres Izuku… no, no puedes serlo… - aquel hombre parecía estar a punto de reír tan cínicamente.
- ya le dije que mi nombre es Todoroki Izuku… yo.
- ¡no me vengas con esa mierda! ¡Izuku está muerto!... ¡Izuku está muerto desde hacer diez malditos años! – aquellas palabras cargadas de rabia y desesperación se instaron en sus oídos repitiéndose una y otra vez, su cara debió ser todo un poema pues el hombre rubio esbozo una sonrisa torcida – dime… ¿qué mierda eres? – no podía pensar, en su mente solo se repetían las palabras que había escuchado “Izuku está muerto!”, pero eso no podía ser, él era Izuku, él estaba vivo, sus ojos se cristalizaron y las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas.
- no… yo… yo soy… - la voz perdiendo fuerza a cada palabra hasta que no pudo más, las lágrimas surcaban libremente sus mejillas y parecían no querer detenerse, su cuerpo comenzó a temblar hasta que sus pies no fueron capaces de seguir sosteniendo su peso dejándose caer al suelo mientras su brazo seguía apresado con fuerza. Ahora, sentado en el suelo, sin contener aun el llanto, la mano de aquel hombre seguía sujetándole ahora como si al soltarlo el fuera a desaparecer, y antes de poder formular sonido alguno los ojos carmín volvieron a estar frente a él.
- no eres Izuku… no el verdadero… él está muerto… yo estuve ahí el día del funeral… maldición – usando su mano libre, aquel hombre saco de sus bolsillos lo que parecía una pantalla virtual y comenzó a buscar entre su contenido mientras Izuku le miraba aun sin dejar de llorar – hace 10 años, Izuku… el verdadero Izuku murió, tenía 19 años… yo estuve ahí… estuve en el funeral… así que, si dices que estas con Todoroki, significa que eres… una de sus creaciones… una muy retorcida creación… - luego de aquellas palabras es colocada la pantalla virtual frente a él mostrando una foto donde se puede ver a él mismo junto al hombre rubio mucho más joven, casi de la misma edad, sentados en una banca de lo que pareciera ser una escuela como fondo.
A estas alturas ya no puede más, siente que su cabeza explotara y sus lágrimas no dejan de caer, no puede decir nada, todo es extraño y confuso, todo lo que creía saber de su vida, o de lo que creía era su vida parecía quebrarse a cada palabra, y de un momento a otro dejo de sentir el tenso agarre en su brazo. Cuando sus ojos lograron volver a enfocar al hombre rubio delante de él, este ya se había levantado y le miraba desde arriba como si lo escaneara buscando una respuesta que él no sabía dar. No supo en qué momento una arrasadora sensación se apoderó de todo su cuerpo y sin pensarlo se levantó y comenzó a correr a todo lo que sus pies le daban, los gritos del hombre que le seguían no llegaban con claridad a sus oídos y tampoco le importaba lo que estuviera diciendo para detenerle, solo quería escapar y volver a la casa donde había estado seguro, donde solo era Izuku.
De un momento a otro perdió el camino, sus pies parecían guiarle, pero él no sabía a donde ir, su mente seguía en esa bruma oscura que no dejaba de repetir las palabras del hombre rubio de quien no se molestó ni en preguntar su nombre, ahora no tenía importancia. Luego de correr hasta desfallecer dejo que sus pasos le guiaran por la ciudad hasta no poder más, y como si fuera un extraño deja-vu termino nuevamente frente a un parque, que a diferencia de donde empezó su frenética huida, este tenía una pequeña fuente pasando la zona de los juegos infantiles, sin poder seguir y sintiendo que sus piernas cederían en cualquier momento se adentró al parque acercándose a las bancas que rodeaban la fuente, busco la más apartada para sentarse y tratar de calmar las mil ideas que ya comenzaban a rondar su cabeza.
No supo cuánto tiempo estuvo perdido en sus pensamientos, trataba de poner orden a sus ideas, a lo que Enji le había dicho y a las palabras que aquel hombre, pero realmente no sabía por dónde empezar: no recordaba nada de lo que hubiera sido su vida antes del accidente, solo conocía la residencia, a Enji que se volcaba en detalles de amor  y cariño hacia él a cada oportunidad, y lo único que sabia era que le amaba, que se había enamorado de ese hombre y sus detalles, de su cuidado y su manera de ser, si, Izuku notaba como Enji se siempre tenía una sonrisa para él, siempre una mano cálida cerca para alejar sus miedos y las ansias que aún no desaparecía, siempre tenía respuestas a sus dudas.
Aun cuando el mayor le había dicho que estaban casados y compartían habitación nunca la había tocado sin su consentimiento, le había respetado y tratado con tanto cuidado que Izuku comenzó a ver a través de las sutilezas de su compañero. A veces despertaba a mitad de la noche sin saber por qué e incluso entonces Enji sostenía sus manos hasta que volvía a dormir. Izuku se había enamorado de aquel hombre imponente que parecía ser Enji, se había enamorado de su calidez y cariño, pero las palabras “el verdadero Izuku está muerto” “murió hace 10 años” continuaban repitiéndose en su cabeza con cada recuerdo, como si fuera imposible asimilarlas porque él era Izuku; entonces su pecho comenzó a doler y una sensación amarga se instó en su estómago ante la idea de que todo lo que conocía en verdad fuera una mentira, una mentira a la cual no lograba encontrar la lógica. Una idea tras otra, surco su mente mientras trataba de entender que había pasado realmente.
Cuando por fin logro calmar un poco el descarrilado tren de ideas caóticas, cada una más descabellada que la anterior se percató que ya estaba cerca la tarde y no recordaba el camino a la residencia, una nueva sensación de pánico comenzó a invadirle antes de que sus manos comenzaran a temblar, Enji seguramente estaba por llegar a la casa si es que no había llegado ya, los bio-robot no sabrían dar razones de su ausencia y su pequeña salida habría sido descubierta. Trato de calmar las ansias con las que su cuerpo se negaba a levantarse, debía tratar de volver y posiblemente obtener respuestas a lo que había escuchado. Cuanto estaba a pasos de salir del parque y buscar alguna señal que le guiara a su camino inicial, un auto negro se detuvo en la esquina, no necesito esforzarse por reconocerlo, era el auto de Enji y antes de que sus pensamientos comenzaran a cuestionar como le había encontrado el mayor bajo del auto acercándosele a paso presuroso.
No pudo ni pronunciar su nombre cuando se sintió envuelto entre los brazos que se aferraron a su menuda figura y luego un suspiro de alivio escapo de los labios del mayor, lentamente sus cuerpos se separaron pero los brazos de Enji no le permitieron ir a más de dos pasos, la mirada azulina del mayor le escaneaba con preocupación posiblemente buscando alguna señal de que estaba bien y nada le había pasado, fue entonces que Izuku logro comenzar a reaccionar y bajo la cabeza tratando de encontrar las palabras que diría.
- e… estoy bien, Enji… yo… lo siento… - el mayor no le dijo nada, pero luego sintió como este le soltaba, Izuku pensaba que ahora si le habría hecho enojar, pero contrario a lo que imaginaba no escucho nada, luego de unos segundos sintió como el saco de Enji era colocado en sus hombros cubriéndole, fue entonces que levanto la mirada para encontrarse nuevamente esa mirada que no lograba entender.
- enfermaras si no te abrigas, tus manos están frías… Izuku, debes tener cuidado…salir es… - el tono tan suave era desconcertante, Izuku esperaba que Enji estuviera molesto, incluso pensando que gritaría y le prohibiría tajantemente salir, pero aquella reacción, era todo lo contrario por lo que Izuku no pudo contenerse más, el torrente de dudas era demasiado y necesitaba saber la verdad.
- Enji… yo… me encontré con alguien… que me conocía – aquello tomo por sorpresa al pelirrojo que no pudo ocultar su sorpresa y preocupación ante la noticia – él… dijo… ese hombre dijo… que Izuku estaba muerto… que lleva diez años muertos… entonces – su voz ya comenzaba a dudar a estas alturas, pero la respuesta de Enji no era lo que esperaba.
- debemos volver a casa, es tarde – Enji le acomodo el saco y le envolvió con su brazo para instarle a caminar con rumbo al auto – podemos cenar lo que quieras – no lo soporto más, estaba evitando el tema y todo el incidente.
- ¡No! – su voz tomo fuerza y trato de alejarse del hombre del que ahora comenzaba a dudar, entonces las lágrimas volvieron a amenazar con salir nuevamente – Enji… es… ¿es verdad lo que dijo ese hombre?... – miraba al mayor tratando de encontrar respuestas, pero solo encontraba era mirada que no lograba entender: llena de preocupación, de esperanza y dolor; entonces sus pasos comenzaron a retroceder – dime… quien… ¿quién soy?... ¿en verdad soy Izuku?... – no había respuestas, solo un silencio que comenzaba a revolverle las entrañas y sabia tan amargo – entonces… ¿es verdad?... si no soy Izuku… ¿quién soy realmente? – la mirada de Enji callo por un momento y el ambiente se volvió tenso por un par de segundos antes de que Enji se acercara a paso lento hasta él tomando una de sus manos, un suspiro lento escapo del mayor.
- eres Izuku… mi pequeño Izuku… te contare todo, si prometes escucharme, luego… podremos volver a casa – Izuku acepto aquello con un tenue “si”, para luego ser guiado por el mayor de regreso al parque, justamente hasta la banca en la que antes había estado sentado. Enji a su lado parecía buscar las palabras adecuadas para comenzar e Izuku esperaba que esta vez sus preguntar fueras respondidas con la verdad, saber realmente si es Izuku o no, pero no puede seguir atormentando sus pensamientos cuando Enji comienza un relato para el que no sabe si está preparado.

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⏰ Last updated: Dec 02, 2022 ⏰

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