Ella. Mañana accidentada.

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Un día más en mi vida, un día más en el que nada interesante pasaría, un día más.
Desperté con las infinitas ganas de estar de vacaciones, en medio de una playa, tirada panza arriba escuchando mis temas musicales favoritos, pero no, ahí estaba en cambio: tomandome el autobús para ir al colegio a soportar las peores cinco horas de mi día, con cinco grados y a las 7 a.m.

Al llegar al colegio lo primero que hice fue reunirme con Faustina y Renata, mis amigas desde siempre, con las cuales compartí más de la mitad de mi vida.
Eran mediados de mayo y yo ya estaba completamente cansada de la rutina de siempre, que consistía en levantarme, ir al colegio, poner mi mejor cara, aguantar estupideces de mis amigas, lidiar con profesores histéricos y volver a mi casa. Renata siempre tenía algo nuevo para quejarse o criticar y Faustina siempre tenía algo por contar sobre algún chico que se le declaraba o quería algo con ella, y yo...nada. Pero ese día aun no sabía todo lo que me esperaba.
Había transcurrido la mayor parte de la mañana y nos encontrábamos en la clase de informática, cuando de repente en medio de la clase, mi monitor en el cual estaba trabajando, quedó completamente negro -Profesor, mi computador murió- fue lo primero que atiné a decir mientras intentaba encenderlo nuevamente, pero no había caso -Ay señorita ¡Qué habrá tocado!- exclamó mi profesor haciendo una seña de desesperación con sus manos -baje al gabinete de computación para alumnos y ahí pida que le ayuden- me indicó mientras tomaba el laptop y me lo entregaba -apurese, así puede seguir trabajando- yo tomé el computador y obedecí sin problemas, pues al fin podría zafar de esa clase tan aburrida.
Bajé a planta baja rápidamente, porque si hay algo que amo es bajar escaleras a roda prisa, cuando de repente, sin verlo venir, me encontré en el suelo y con dos tazas rotas sobre mi cabeza y una mujer regordeta que no paraba de quejarse y retarme -¿¡Otra vez usted!? Dios mio, no cambian mas estos adolescentes atropellados que viven encerrados en su mundo- alcance a oír, mientras intentaba ponerme de pie, cuando logré ver que un pedazo de la cerámica de las tazas había cortado un poco mi antebrazo -vamos ya mismo con el director, que te curen eso y de paso ¡¡¡un llamado de atención!!!- me gritó y me tomó del brazo, dirigiéndonos hacia la dirección.
-Dos meses de clase y ya tiene tres llamados de atención en el libro de disciplinas, señorita García- dijo el director Gomez mientras hojeaba un gran libro -un llamado más de at...- no alcanzó a terminar la frase cuando oí a mis espaldas que tocaban la puerta y alguien pasaba -Señor, perdón que interrumpa pero me dijeron que tenia que arreglar una laptop de un alumno de cuarto año pero no lo encuentro, podría llamarlo por los altavoces?- alcance a escuchar, mientras observaba mi codo y de repente supe que se trataba de mi -No es un alumno, es una alumna y soy yo- agregué mientras daba la vuelta en el asiento, para poder verle la cara a la persona que había entrado al despacho del director, y lo vi..

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora